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Endless fuckin' show time

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Mensaje por Reita- Jue Ago 08, 2013 2:03 am

¿Hacia cuánto que no se daba al menos un día para divertirse?  Meses ya, y eso le había estado frustrando, sin contar que era también la principal causa de su constante mal humor; ya ni visitaba con tanta regularidad el club de sus supuestos jefes, y bueno, no era como que eso le contara puntos para ganar un poco de calma, por el contrario eso se los restaba y es que daba la casualidad que en ese sitio había algo de su interés. Le había visto ¿qué? ¿Un par de veces? Ni siquiera había hablado con él, no sabía ni su nombre y no estaba ni enterado si la personalidad de aquel muchacho sería de su atracción, pero al menos podía asegurar, que de vista, realmente le gustaba.

Pero ahí estaba, tras mucho ajetreo en el día, finalmente recargado sobre la barra del bar de aquel club con su —quizá— sexto vaso de vodka, buscando con la mirada a aquel muchacho que, aparentemente, no aparecería —cosa que se atrevía a asegurar tras estar ahí de pie casi dos horas — en la única noche que tenía disponible después de tanto tiempo.  Elevó su trago y besó el fino cristal para beber de un prolongado sorbo todo lo que restaba del licor; su garganta volvió a calentarse, carraspeó un poco y una sacudida interna en su cabeza le hizo mover esta de un lado a otro para espabilarse; definitivamente el cansancio e ingerir tan de golpe esa buena cantidad de alcohol no le estaba dejando muy buena lucidez.

Sin prestar atención a su ligera embriaguez, ordenó un vaso más de vodka y finalmente se alejó de la barra para andar un poco por el sitio.  Ese vaho artificial que se esparcía por el sitio, las parpadeantes luces y esa música electrónica, le provocaron un ligero mareo; se sentía adormilado y al mismo tiempo con mucha energía, aspiraba suavemente y exhalaba con algo de pesadez —añadiendo que sentía su aliento más caliente de lo normal—, se sentía acalorado, con la piel ligeramente húmeda y, debido a eso último, iba abriendo su camisa mientras andaba al mismo tiempo que daba tragos a su bebida.

Echó un vistazo más por el sitio, aun no perdía la certeza de encontrar al joven, pero no, éste no parecía querer toparle esa noche. Resopló cansado, tenso y… ajumado ¿para qué negarlo más? Afortunadamente no era de esos que se ponían como locos cuando se les subía el alcohol, ni se ponía depresivo o de mal humor, a él, simplemente, se le alborotaba el libido;  y en ese tipo de casos, solo debía encontrar una buena compañía para satisfacerlo.  Siguió su paso, adentrándose hacia las mesas más ocultas del sitio y en el camino deslizaba la mirada de un lado a otro, fijándose en los rostros de aquellas mascotas que pululaban por el lugar; no podía negar que bien podría escoger al que sea solo por su rostro bonito,  pero cuando se decidía ahí estaba el rostro de aquel muchacho.

—Que fastidio… —masculló para sí y dio algunos pasos más para dejarse caer sobre un sofá. Echó su cabeza hacia atrás, descansando su nuca en el respaldo del mueble por un momento, antes de girar la testuz hacia la derecha, topándose entonces con la imagen de un felino de espaldas que se encargaba de limpiar una mesa cercana; a primera instancia, parecía una imagen ya sin importancia para el rubio, pero cuando aquel felino giró un poco su rostro, dejando la vista de su perfil en la percepción de Reita. << Joder, si ahí está. >> pensó  y rio para sí antes de darle el último trago a su bebida; dejó que el vaso cayera  sobre el sofá y se levantó sin perder tiempo, dirigiendo su paso hacia el muchacho a quien abordó sin ninguna clase de preámbulo por la espalda.

Las manos del rubio se posaron sobre la estrecha cadera del muchacho y no tardó en llevar su rostro hacia uno de los recovecos del cuello ajeno, donde —sobre la tibia piel  de aquel sitio— hundió su nariz y sus labios; comenzó a repartir húmedos besos y pegó su pelvis al trasero del más bajo, sin importarle el parecer descarado, atinando  entonces al hacer un pequeño arco con la cadera para refregar su ansiosa entrepierna contra aquel sitio.

—Llévame a tu habitación, gatito… — dictaminó mientras su mano derecha comenzaba a surcar ascendente por el vientre y luego por el pecho del muchacho, elevando despreocupadamente la camisa de éste, mientras su siniestra se adentraba entre las piernas ajenas, frotándose a palma abierta en el interior de aquellos muslos que palpó firmes y calientes sobre la ropa.

Sus besos se habían convertido en lametones, en succiones y aquel movimiento de su cadera se volvió más constante, convirtiéndose en un certero incentivo para su entrepierna que ya daba el furtivo anuncio de ir despertando.
Reita-
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Jefe de la Mafia

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