¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

SadisGate [PRV]

Ir abajo

SadisGate [PRV] Empty SadisGate [PRV]

Mensaje por Yo Jue Abr 18, 2013 4:03 am

La razón de que se encontrara ahí esa noche era más que simple: había violado una de las reglas más estrictas del club.

¿Y cómo no hacerlo? Era más que tentador pensar en el castigo que le vendría encima; Yo era un hombre al que le gustaba medir sus propios límites y el hecho de que el lugar donde pasaba absolutamente todo el día le pusiera reglas y limites le abrumaba. Quizá era algo que tarde o temprano terminaría haciendo después de todo, amontonando las veces que se saltó las horas de trabajo, además de esas escapadas que duraban todo el día, cuestión de tiempo era lo único que faltaba para que esa noche yaciera sobre el escenario principal del club, dentro de una sala privada.

>> Aquella noche salió no muy tarde de que el club abriera sus puertas a los clientes. La mayoría de las veces obtenía el permiso para hacerlo (tras un par de semanas de buen comportamiento), pero en esta ocasión se trataba de una verdadera fuga que le salió más fácil de lo que había pensado. Se alistó con ropas diferentes a las que usaba normalmente (algo más casual, que pasara desapercibido) y se mezcló entre el tumulto de personas que se acercaban buscando entrar al sitio. Tan simple y sencillo como eso.

La verdad es que no era una noche en la que pudiera decir que había valido la pena, al grado de haberle llevado a donde estaba ahora, de hecho, mas merecía la pena el lugar donde estaba que lo que había tenido que pasar para llegar ahí. Pasó a cenar a un restaurante pequeño de ramen, anduvo por las calles vagando entre tiendas y alguno que otro bar. Al final, cuando ya se daba la hora para regresar al lugar de su cautiverio (estando ya inclusive frente a la puerta de este) se dijo así mismo: “¿Por qué no?”

Dio media vuelta y vagó hasta las dos de la tarde, hora en que los guardias, encargados de las mascotas, se dieron a la tarea de encontrarle. No renegó de regresar. La verdad es que estaba ansioso por saber qué clase de castigo se merecía y no tardó más que los escasos 30 minutos que le llevaron en coche de regreso al club. Recibió una riña por parte de uno de los propietarios (el más explosivo de los dos al parecer), que al ver su actitud indiferente para con sus palabras y esa sonrisa divertida que le bailaba en los labios, no dudó en reventarle la comisura derecha de los labios con el azote de un fuete. El escozor del golpe, la hinchazón en la juntura de sus labios y ese gusto a sangre…le causaron un escalofrío por toda la espina y un hormigueo por todo su vientre bajo.

Era una completa lástima que no le dejaran más tiempo con el dueño; este dictó su sentencia rápido y a Yo le habría encantado desafiarle un poco más.

Sería subastado. Así únicamente y sin derecho a queja. Fue llevado enseguida a prepararle. Descocía totalmente cual era el “ritual” para semejante castigo (no era como que le importara realmente, pero si era decepcionante el pensar que terminaría en manos de alguien que no supiera como tratarle), había escuchado de las subastas, sí, pero nunca le habían dejado al menos jugarla de mesero durante estas. Pero ¿Qué caso tenia ahora? En unos minutos lo averiguaría el mismo. Le llevaron a ducharse (sin ninguna clase de ayuda, él lo hizo solo), enseguida le acicalaron y aunque esperaba con cierta impaciencia lo que llevaría puesto, una de las mascotas que ayudaba a eso, fue y regresó con únicamente un collar de cuero atezado que se encargó de colocarle al cuello. Quizá no lo vio cuando aquel compañero se lo estaba poniendo, pero cuando el collar quedó ajustado a su cuello, escuchó el tintineo del pequeño cascabel que pendía de este. A renglón seguido, uno de los guardias del club se congregó a enganchar un eslabón a la hebilla del collar y de este se desprendía una secuencia de estos mismos. Aquel guardia tiró de la cadena y Yo comenzó a avanzar con algo de desconcierto quizá, o mejor dicho algo de desasosiego que le hacía hormiguear entre las piernas. <<


La subasta daría inicio al punto de las 10:00pm. Aún faltaban 10 minutos pero él ya estaba siendo colocado en medio del escenario que aún se encontraba oculto bajo el enorme telón carmesí. Pese al enorme manto que tenía delante, podía escuchar claramente el murmullo emocionado de las personas que asistirían al repentino evento (cosa obvia, pues hacía ya al menos un par de meses que nadie era subastado) y de vez en cuando su cabeza era sacudida hacia un lado, cuando el guardia tiraba de la cadena. Aquellos minutos fueron los más largos de todo el día y se los pasó relamiendo aquella pequeña herida de sus labios, pero en un instante, aquel telón se abría encandilándole con las repentinas luces del sitio.

Las miradas no se hicieron esperar. Su cuerpo estaba expuesto y todos a su alrededor se dieron el tiempo de ojear tanto a él como a ese pequeño cascabel que pedía de su cuello. Sus felinas orejas se crisparon y divertido, comenzó a ondear la cola como si aquella exhibición más que cohibirle, le excitara. Las cifras fueron iniciadas por uno de los dueños; dio una suma alta (pese a ser una mascota rebelde, era obvio que no aceptarían cualquier cosa, después de todo, era una “pieza” menos en su colección) y enseguida recibió propuestas que iban subiendo de tanto en tanto el precio que se le había puesto a su persona. Sus ojos se deslizaban curiosos y ese recorrido fue interrumpido abruptamente por el jalar de aquella cadena de una manera más fuerte, obligándole entonces a caer de rodillas. Gesticuló un mohín y miró de soslayo y con desdén a aquel guardia antes de retomar su labor, pendiente de aquel que lograra convencer al dueño y cederle el adueñarse de si.

Cruzó miradas con alguna que otra persona; regularmente con la que se disponía a ofrecer una suma, pero había una en el fondo que llevaba rato sin decir nada. Un joven castaño en quien había centrado su atención. Se quedó pendiente de él, atento a escucharle gritar alguna cifra, pero al parecer, no lo haría. “¿Entonces para que viniste?” —Pensó—, y trató de decírselo con la mirada, pero al no ver reacción de este, decidió añadir un buen incentivo. Ondeó su cola un instante más y ulteriormente la hizo envolverle la cadera, dejando que la punta cayera en su zona media donde el pelaje de esta empezó a rosarle la hombría. Aquello le hizo agitar las orejas y como si eso no fuera suficiente, deslizó su cola hasta cubrir con ella la longitud de su órgano, dándole entonces un frote más certero. Un ronroneo se ahogó en su garganta y entonces, a la vista de aquel muchacho castaño, se relamió los labios y culminó el recorrido de su lengua con una sutil mordida sobre aquella herida.
Yo
Yo
Pet-Gato

Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 01/04/2013

Volver arriba Ir abajo

Volver arriba


 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.