Compra - Mitsu - [PRV]

Se iba a dar su tiempo; después de todo, estaba en todo su derecho de disfrutar más de aquel joven dentro de aquel club y se había convertido en algo ameno el ir a visitarle frecuente. << Eso añejaría el deseo de verle día con día, hasta convertirse en algo tan denso que requiriera una medida más seria. >> Ese había sido su pensamiento, hasta hace unos días. Era alguien posesivo, afanoso de lo que deseaba y ciertamente el considerar dejar un día más en aquel sitio al objeto de su atención, ya no estaba entre sus planes.

Se dirigió —como cada noche— a aquel club, con la única diferencia que su objetivo ya no estaba en buscar a aquel joven si no dirigirse con alguno de los dueños. Fue informado —por parte de una de las mascotas que ejercían de meseros— que uno de los líderes se encontraba precisamente en su oficina; emprendió paso entonces hacia aquel sitio en el tercer piso y entre sus remembranzas, encontró el nombre de aquel con quien se encontraría: Natsuka.
Subió con calma las escaleras, y avanzó por la sala de estar hasta llegar a la puerta, donde atisbaba la pequeña luz de una lámpara; se acomodó delante de esta y alzó una de sus manos en el bolsillo de su pantalón, al mismo tiempo que con la otra daba exactamente tres golpes a la puerta, esperando ya únicamente el permiso formal para entrar.

Esa noche no deambulaba por el club, se limitó a quedarse en su oficina para ordenar cierto papeleo que necesitaría en el transcurso de la semana.
Confiaba plenamente en que el pet que había dejado a cargo esa noche sabría indicar a quién fuese que lo necesitara el camino a su oficina. Se levantó de su asiento y se encaminó al mini-bar que tenía en su oficina, tomó una copa colocando hielos en la misma y vertiendo un poco de cognac en esta.
Dejó escapar un prolongado suspiro y llevando la copa en su mano derecha se encaminó nuevamente a su lugar detrás de aquel escritorio; iba con calma, y el silencio de aquella habitación se interrumpió por el sonido de tres golpes en la puerta, detuvo sus pasos y giró su rostro hacia aquel sitio.
-Adelante.-
Musitó con firmeza y seguido de ello continuó su camino hasta quedar detrás de aquella mesa caoba colocando la copa que llevaba en la superficie del escritorio esperando a que, quién había llamado a su puerta, entrara.

Su espera fue de escasos segundos, y aquella voz familiar le dio el permiso que necesitaba —por mera formalidad— para abrir la puerta y adentrarse en aquella oficina; sus orbes azabaches deambularon un momento por el sitio hasta toparse con la alta figura de su viejo compañero de andanzas.

—Tanto tiempo sin verte ¿he?—musitó alzando su otra mano en el bolsillo de su pantalón y avanzó en calmos pasos hacia el otro, mientras instalaba una curveada sonrisa en sus labios—. Deberías de al menos llamar de vez en cuando, mira que tener que encontrarnos porque requiero de un negocio contigo no es buena manera de que se junten los amigos… —sentenció y procedió a sentarse en uno de los sillones individuales que había delante de aquel escritorio de matiz avellana.

—Pero en fin, he venido a hacerte una pequeña compra, Natsu, y la verdad es que estoy algo escaso de tiempo, tú sabes… —Ladeó el rostro y cruzó sus piernas mientras enfocaba su mirada en la del contrario.

Su mirada se mantuvo fija en aquella puerta que al abrirse reveló quién se adentraba a su oficina, no imaginó que se reencontraría con aquel pelinegro luego de tanto tiempo.
Dibujó una sonrisa ladeada sobre sus labios y tras escuchar las palabras del otro encogió un tanto los hombros.
-Ha sido bastante tiempo Ryo, y he estado bastante ocupado, tanto o más que tú.-
Respondió a aquello con la sonrisa sobre sus labios y luego de que el otro tomara su lugar delante de aquel escritorio, hizo lo propio en aquella silla quedándose delante del pelinegro con su mirada fija en sus ojos en tanto le escuchaba, y aquella sonrisa sobre sus labios se ampliaba un poco más.
-Siempre tan concreto.-
Respondió al otro y con la mirada puesta en él volvió a hablar.
-¿Quién es el pet al que deseas llevarte?.-
Cuestionó al contrario y se recargó por completo en el respaldo de su silla llevando una de sus manos a descansar sobre su pierna izquierda.

Sus siguieron el movimiento del otro hasta tenerle delante de si, pero justo a la altura que les daban los lugares; echó hacia atrás su espalda, dándose tan solo un poco más de comodidad en su lugar y tras escuchar aquella pregunta, ensanchó una sonrisa cómplice que no se molestó en disimular.

—Justo en el clavo ¿he? Supongo que será a lo único que vienen a buscarte hasta acá—afirmó y ladeó un tanto su rostro—. Pero como tú lo has dicho, concreto es como usualmente soy, así que…—Se inclinó sobre su lugar, alcanzando a colocar sus codos sobre el escritorio y enseguida, descansó su mentón entre sus dos manos entrelazadas—. Un cachorro… —musitó—. El rubio, ese es el que he venido a llevarme…. —sentenció mientras miraba al otro fijamente, detonando en su mirada un pequeño dejo altivo.

Se quedó escuchando al pelinegro y dejó escapar una ligera risa de entre sus labios.
-No es exactamente a lo único que vienen, pero sí es lo más común.-
Respondió al comentario del contrario y tras reír una vez más escuchó aquella descripción que le proporcionaba el otro sobre aquel cachorro, ciertamente eran pocos los que había de esa clase y ése, resaltaba por sus mechas rubias, a decir verdad desconocía su nombre, pero lo había visto un par de veces en sus rondas por el club. Sonrió de manera ladina y se incorporó lentamente hasta alcanzar uno de los cajones de su escritorio y sacar de este un par de carpetas, mismas que estaban separadas por la especie del pet que llegaba al sitio, así que ubicó de inmediato aquella color crema y la sacó del paquete, la deslizó por el escritorio habiéndole dado una hojeada y la dejó delante del pelinegro.
-Es él. Hasta hoy conozco su nombre.-
Dijo al tiempo que del mismo cajón sacaba otro folder con el contrato de aquella compra que estaba a punto de hacer aquel pelinegro.
-No sé si conozcas las condiciones de tu compra, por lo que las mencionaré... Una vez que te lleves al pet no podrás regresarlo; de tu cuenta bancaria tomaremos el 30% y deberás cooperar con uno o varios "trabajos".-
Decía todo aquello al tiempo que deslizaba de igual manera aquella carpeta hasta dejarla a un costado de la otra.
-Por lo que si estás seguro de querer comprarlo, necesitaré que firmes al final del contrato.-
Su sonrisa era cómplice y se ampliaba conforme observaba las expresiones del pelinegro delante de si. Tomó una pluma platinada de su escritorio y apoyando su brazo derecho sobre este, extendió aquel bolígrafo al otro.

Se quedó expectante del otro, resguardando en silencio hasta que culminara su accionar; ciertamente era la primera vez que se veía involucrado en un tipo de negocio así, más que nada porqué era siempre él el que tenía que tomar el pago y ahora, justamente le tocaba realizarlo. Sus orbes azabaches vislumbraron aquella carpeta.

—¿Oh, sí? Deberías poner un poco mas de atención a tus propiedades, Natsu, si lo conocieras un poco más, probablemente no accederías a la venta tan fácil. —Curveó la comisura de sus labios y atendió con calma las palabras del otro, sin dejar que aquellas quizá advertencias, alteraran su ameno semblante.

—No tengo problema con ello, estaba quizá un poco enterado de la suma, pero si hay que añadir un trabajo extra, sabes que estoy dispuesto… —afirmó y sin dudarlo realmente, estiró una de sus manos para tomar aquel bolígrafo que le ofrecía el contrario.
Se inclinó un poco y movió su mano ágilmente para explayar su nombre en cursivas sobre aquel documento, justo encima de aquella línea culminaba aquel contrato, donde se apreciaba las leyendas del negocio, el precio, y claro, donde le otorgaba la entera libertad sobre aquel joven que ahora acababa de adquirir.

—Ahí tienes… —murmuró y elevó su mentón al mismo tiempo que arrastraba el documento con las yemas de sus dedos hacia el contrario—. Imaginaba algo más complicado… de haber sabido que solo requería esto, lo hubiera hecho desde antes… —mencionó con gracias y jugueteó con aquel bolígrafo, antes de tenderlo a su dueño.

Una vez aclarado todo aquello volvió a su posición anterior quedándose completamente recargado en el respaldo de su silla, expectante de las acciones del contrario. No pudo evitar reír un poco por su comentario y encogió un tanto sus hombros.
-Digamos que yo por mi parte, no estoy tan interesado en llevarme a alguno, por ello solamente los observo.-
Replicó al comentario del pelinegro y tras observar como, con aquella seguridad firmaba aquel papel su sonrisa se amplió un poco más, en tanto prestaba atención tanto a sus palabras como a sus acciones que llevaban aquellas carpetas a colocarse nuevamente delante de si.
-Debiste preguntármelo entonces... Pero en fin, con esto tu compra queda terminada y eres libre de llevarte al pet cuándo lo creas conveniente.-
Tomó aquellas carpetas con su mano derecha y las guardó unidas en otro de los cajones de su escritorio, volvió su mirada al pelinegro y extendió su mano derecha.
-Pronto tendrás noticias sobre esos "trabajos" que tendrás que realizar.-
Dijo entre una ligera risa en tanto se ponía de pie.

—No me dí la oportunidad, recuerda que eres un hombre ocupado, igual o más que yo… —asintió y rio por lo bajo mientras miraba al contrario y volvía a echarse hacia atrás.
Se mantuvo en su sitio hasta que el otro terminara con su labor, dejando que aquella sonrisa divertida le bailara en los labios mientras observaba.

—Y deberías prestar un poco más de interés para con lo que tú mismo te encargas de negociar, pero eso lo discutiremos en otra ocasión. —Alzó su diestra para darle un breve estrechón de manos al contrario y enseguida de él, comenzó a ponerse de pie.

—Quizá vaya por él ahora, no se me antoja ni se me antojaba, que alguien más estuviera sobre de él, y entenderás que ahora menos, cuando ya me pertenece… —sentenció y llevó sus manos a los bolsillos del pantalón—. Siente libre de llamarme cuando ello sea necesario, y también cuando tengas el tiempo de beber algo conmigo… —sonrió de medio lado y rodeó su asiento, emprendiendo su camino de vuelta a la salida—. Nos veremos hasta entonces, Natsu… —mustió mientras le miraba por encima del hombro y tras una breve venía con la cabeza, se dispuso a salir de aquella oficina, emprendiendo entonces la caminata hacia el club, para hacer valido el contrato y la compra que había realizado.