Monochromatic (Libre)

Las horas de ser utilizado como el 'objeto de atención' de otros había terminado y por suerte nadie pretendía aún el enlazarle la correa al cuello; un alivio realmente el que no pretendieran nada más que simples juegos por lo que no vaciló en salir de aquel lugar luego de uno que otro encargo... sin dueño, sin muchas reglas que seguir, o al menos eso era el pensamiento que cada noche procuraba seguir.
Tomó una ducha y reemplazó aquellas ropas estrafalarias del trabajo por unos pantalones ceñidos y zapatos no muy formales, en conjunto con una camisa en tonos azules oscuros y una chaqueta negra que alcanzaba la mitad de sus muslos para simplemente mantener desapercibida su manchada cola entre tanto su propio cabello un tanto desordenado se encargaba de sus orejas para evitar situaciones indeseables; siendo en esa noche su deseo, o al menos lo que él pretendía, el ser el atendido por solo una vez bajo el pretexto de siempre de 'variar un poco'.

Ignoraba muchas cosas en aquel momento, cosas como la hora y las calles que estaba cruzándo, detalles que no le resultaban tan importantes cuando al menos tenía una forma de volver sin problemas. Sus manos se mantenían ocultas en sus bolsillos mientras que sus pasos iban decididos por entre la gente se esmeraba en despertar el fuego de aquello tan atrayente que resultaba ser la noche en Japón, con todas esas personas que se arremolinaban de tiendas en tiendas, las luces, las chicas... los chicos... un panorama claramente atractivo de admirar en esa noche sin luna.
Sus pisadas fueron deteniéndose poco a poco reduciéndose a una calma caminata una vez que reconoció vagamente lo que era uno de los tantos sectores concurridos en la noche, un recuerdo que logró provocar cierta ansiedad en lo que había sido todo su trayecto frente a la idea de que no tardaría en hallar aquel 'algo' que le sacara de su rutina y de los aburridos clientes de siempre, en donde nuevamente se le hallaba suponiéndo que no encontraría a nadie de ellos en lugares como esos.

Pronto el paseo se detuvo frente las puertas de un bar superficialmente decente a su gusto y que ya en sí le había resultado convencer de un panorama: él no fumaba... sólo le quedaba beber para quitar el estrés.
Se animó a entrar quitándo al fin las manos de sus bolsillos para ingresar, recorriéndo el sitio con una vaga mirada para analizar sus posibilidades.
El lugar no parecía estar demasiado lleno y las caras no se le antojaban conocidas en lo absoluto; un punto a favor, un punto que terminó por completarse al ver la cantidad de botellas que podía brindarle aquel bar que ya pasaba de ser un 'decente' a un 'espectacular' bar a su gusto.

Tomó asiento en una de las sillas un tanto apartadas en la mesa de servicio mientras buscaba furtivo al barman entre que decidía por qué comenzar. -Un Gimlet -procuraba sería algo suave... por el momento.
Su mirada se paseaba nuevamente y esta vez con un poco más de detención por los alrededores mientras esperaba que su trago llegase, en busca ahora de eso interesante que mantendría ocupada su noche pero parecía que sus estándares estaban algo altos o que simplemente aún no llegaba suficiente gente. Una lástima...
Agradeció el trago y vagamente le dió un sorbo a este, antes de volver a mirar a la entrada del bar a su lado. Sonrió con sutileza, quitándo ligeramente algunos mechones de su vista.
- ¿Solo?... - su voz se escuchó con claridad dentro de lo que resultaba la música del lugar - ... adelante, puedes tomar este asiento - señaló el lugar vacio a su lado como invitación.
Esperaba atento la respuesta de aquel que había llamado su atención, una respuesta que daría lugar al fin al verdadero comienzo de la noche... claro, si es que resultaba tan interesante como para eso, ser algo más que simple aspecto.

Salir cada noche a atender y hacer compañía a tantas personas adineradas que se pavoneaban a sus anchas por el club era algo a lo que ya estaba acostumbrado y quizá hasta aburrido; por ello se había creado una pequeña agenda mental en la que ciertos días —con ayuda de algo de su ingenio—, se daba sus escapadas del club para pasear por las coloridas calles de aquella ciudad que se vestía de gala con las miles de luces y anuncios que decoraban las ramblas con distintos colores. Por supuesto, el que escapara de vez en cuando de sus deberes no quería decir que fuera un vago de ellos o un flojo, por el contrario le encantaba estar entre aquellas personas que le llenaban de halagos y palabras de admiración hacia su bonito rostro y quienes, de vez en cuando, le llenaban con un sinfín de presentes llenos de promesas de compra para sacarle de ahí. Claro estaba que una vez que esa promesa era dicha por algún cliente, Teruki, se encargaba de desaparecer del club, así dicha persona daría por hecho que había sido comprado por alguien más y —en todos los casos— encontraba a otro que le tomara la atención. Sí, así de reemplazable podía ser la compañía en ese sitio pero eso más que disgustarle o algo por el estilo, le daba carta abierta para sus nocturnas salidas.

Esa noche se escapó muy temprano, inclusive antes de que las puertas del club se abrieran para los clientes más asiduos del sitio, que al punto la hora ya esperaban afuera para entrar. Se atavió con un enorme sweater —si dejaba caer sus brazos las mangas ocultaban perfectamente estas—, en color gris al igual que el pantalón corto que llevaba; unas medias negras que llegaban a sus rodillas y unas botas atezadas hasta la pantorrilla. Sus cabellos caían rebeldes y simplemente retiró los que opacaban su vista y sobre estos colocó una boina de lana lila que ocultaba sus felinas orejas.

Salió por la puerta trasera una vez que estuvo listo; ya tenía bien memorizado el tramo que debía recorrer sin que le pillaran y una vez que llegara a la salida por donde llegaba el bus recolector de basura ya podía estar tranquilo e iniciar su recorrido. Nunca salía con un plan fijo, dejaba que su curiosidad por las cosas y lugares fuera su guía y hasta el momento eso le había proporcionado varías de sus noches —todas realmente— fuesen divertidas y entretenidas. Emprendió por la siguiente calle a donde se ubicaba el club; caminaba tranquila y distraídamente ya que consideraba que si se esmeraba mucho en cuidarse de no ser visto por alguien familiar, terminaría siendo atrapado de una u otra manera. Si bien, siempre estuvo hacerlo de la manera “legal”: esperar a que el club cerrase y tomarse el rato libre que a todas las “mascotas” daban para distraerse. Pero aquello era ya entrada la noche y para esa hora no habría nada abierto ya para curiosear.

El tiempo pasó rápido, muy a su pesar y cuando menos lo pensó ya estaba próxima la madrugada. Había andado por algunos centros de videojuegos, tiendas donde se exhibían muebles y demás exóticos y finalmente al salir de una dulcería —con los bolsillos cargados de pequeños caramelos y una paleta enorme y roja jugueteando en su boca—, un reloj en lo alto de un faro le indicó con sus pequeñas campanadas que faltaba un cuarto de hora para que cerrara el club. Debía volver al menos una hora antes para mezclarse entre los demás y fingir que no se había alejado del lugar y ahora solo tenía 15 minutos que no le servirían ni para regresar la mitad de calles que había avanzado.

En pasos rápidos y con un poco de preocupación reflejada en el rostro, se puso en marcha para regresar mientras su cabeza cavilaba un montón de excusas entre algún plan para entrar desapercibido al sitio. Pensó en usar alguna especie de atajo, cosa que era totalmente inútil y aún más si ni siquiera tenía conocimiento de la ubicación y calles pero su idea fue más rápida que su razonamiento y cuando menos lo pensó ya estaba doblando en algunas calles que no conocía.

Se adentró en unas calles donde las coloridas luces nocturnas apenas comenzaban a encenderse y eso le hizo aminorar la velocidad de su andar para que sus curiosos ojos fueran libres de admirar a sus anchas el mundo nocturno que ahora se le revelaba. Se quedó embelesado por las decenas de marquesinas que anunciaban lugares a los que entraba gente elegante y otra un poco más casual pero que de igual forma lograban hacerle que les siguiera con la mirada. A mitad de su recorrido sacudió su cabeza deshaciéndose de sus distracciones e intentó enmarcar un semblante más espabilado antes de retomar su paso. Sin embargo, cuando pensó que no había luces y una marquesina más atractiva que la de aquella dulcería que visitó, se topó con una decorada de bombillas rosas, lilas, rojas en las que junto con unas letras curvas y algo ostentosas, anunciaban la entrada a un bar.

Él nunca había estado en uno y aunque en el sitio donde…”laboraba” había una barra que prestaba los mismos servicios, imaginaba que un sitio exclusivo era diferente; además tuvo el vago pensamiento que quizá en un sitio como ese probablemente también había seres como él atendiendo y sirviendo a los clientes. Su curiosidad hizo estragos en su cabeza y se quedó delante de ese bar meneando su ansiosa cola oculta bajo su sweater. Jugueteó con aquella paleta en su boca por un instante y aunque aún dubitativo, dio un paso hacia la puerta, la empujó con el índice de su mano derecha y regresó lo que había avanzado. Obviamente aquello no era suficiente para abrirla pero asomó sus curiosos orbes a lo que apenas había alcanzado abrir. No vio mucho realmente —apenas el cruzar de una persona alta que se acomodaba en un sitio de la barra próximo a la entrada—, por lo que ya más decidido dio nuevamente aquellos dos paso y con ambas manos empujó la puerta obligándose a entrar.

Se quedó quieto una vez dentro del sitio y se sintió un poco temeroso de tantas personas que había ahí, además de que al parecer —y tras deslizar la vista un par de veces por el lugar—, su suposición había sido errónea y ahí no había nadie parecido a él. Eso le hizo sentirse un poco decepcionado y justo cuando se disponía a volver por donde había entrado, una voz le hizo reaccionar antes de siquiera volverse hacia la puerta. En primera instancia se preguntó si aquel hombre de quien había ubicado era la voz se dirigía precisamente a él. Desvió sus orbes hacia la derecha y luego hacia la izquierda, atisbando que efectivamente aquella primera interrogante era para si y solo entonces le miró con cierto desconcierto mientras asentía con la cabeza para responder.

El palito de aquella paleta se movía de un lado a otro en medio de sus labios y se acercó en distraídos pasos a aquel hombre y dejó caer su cuerpo sobre aquel asiento a su lado, accediendo a la invitación primeramente hecha. Sus manos se apoyaron en el asiento y su cuerpo se ladeó de un lado a otro mientras sus ojos escudriñaban el rostro ajeno; tras un momento se apalancó un poco hacia el contrario olisqueando un poco cerca de su hombro. Tenía un aroma vagamente familiar y eso le hizo levantar la mirada hacia el rostro ajeno. Le miró con escrutinio y llevó una de sus manos al palito de la paleta para sacarla de su boca y entonces poder murmurarle en un tono de complicidad:

—Te escapaste. — Soltó una risilla divertida y comenzó a balancear sus pies infantilmente mientras su mirada curiosa se paseaba por el sitio.

¿Por qué llamaba a un chico como él?; tal vez por que simplemente, entre los personajes que podía ver a su alrededor bebiéndo en un ambiente totalmente adulto, obviamente, le resultaba un tanto divertido el ver de repente entrar a un chico de aspecto tan infantil, uno que hasta le hacía preguntarse si realmente poseía la edad necesaria como para estar en lugares como aquellos.
El olor a caramelos le rodeaba completamente y lograba resultar más fuerte que el mismo aroma a alcohol que el lugar ya brindaba; claramente sólo aquello bastaba para llamar su atención de una sola vez.

Le notaba algo fuera de lugar entre las miradas temerosas que daba a su alrededor, haciéndole suponer que simplemente se había dejado llevar por la curiosidad para llegar allí, pero claro, por ahora sólo se limitaba a dedicarle una sonrisa al notar como accedía a su invitación... ya tendría tiempo de investigarle un poco más a fondo.

Su gesto le dejó un tanto sorprendido por el hecho de ser inesperado, un gesto que luego de sus palabras y su mirada cómplice le llevaron a ser un poco más observador en los detalles de su acompañante, en especial de aquel sutil movimiento bajo su boina; definitivamente tenía que tratarse de uno de los tantos chicos con los que vagamente compartía en el club, ¿por qué no lo había notado antes?; por que su interés la gran mayoría de las veces ha estado sobre los clientes, poco sobre sus pares, pero aún así no podía negar que ese añiñado rostro le resultaba un tanto conocido.

Nuevamente aquel detalle que desde un principio le había llamado la atención se hacía más notorio; el fuerte contraste del otro con tanta esencia azucarada frente al sucio 'yo' que se presentaba ya con tanto sexo durante prácticamente toda su vida, una de las tantas razones de los beneficios que se le daban para salir de vez en cuando del club. ¿Realmente un chico como ése realizaba los mismos trabajos suyos?. Increíble hasta cierto punto... sabía bastante bien de la variedad que se exigía en el club para la permanencia de los clientes, pero quizás era aquel detalle el que le ponía algo curioso, ¿cómo lo haría?.

Rió por lo bajo por un momento antes de volver a mirarle. - ¿'Escapar', dices?... en lo absoluto, sólo estoy aprovechándo el poco tiempo que tengo libre - respondió a sus dichos mientras tomaba su vaso para darle un trago - ... pero como puedo ver y, a diferencia mía, aquí sí que pareciera que tenemos al verdadero prófugo, ¿eh? -; a su juicio simplemente alguien no diría algo como eso con la connivencia que el chico demostrabba en su mirada por lo que él no iba a dejar ir ese detalle para molestarle un poco.
El chico, siendo de sus pares en el club, tenía que ser parte de los 'menores' entre los demás pets... ¿cómo no iba a haber cierto disfrute en jugar con alguien como él?... sería un juego suave, no deseaba hacer llorar a nadie aquella noche y más bien, él mismo se sentía un tanto retozón; 'sin propasarse... sin propasarse': he ahí las reglas autoimpuestas para comenzar.

Volvió a dedicarle una sonrisa al menor prácticamente dejándo la anterior pregunta en el aire a decisión del otro si responderla o no, pasándo a otro plano - Bueno... dejándolo en que ambos estamos de 'cómplices' y de acompañantes mutuos por esta noche, ¿puedo invitarte a beber?... dime, ¿cómo te va el alcohol?, digo... como para no llegarte luego a cuestas de regreso al club... - aquella pregunta sí que lograba ser algo innecesaria a su gusto frente al poco aspecto de bebedor del otro, pero obviamente la hacía de todas formas por simple cortesía para con el otro, después de todo, no podía ser el único que estuviese bebiéndo y el otro tampoco podía no hacerlo, menos en un lugar como ese.

Dejó el vaso nuevamente sobre la mesa - Vaya... creo que ha sido un descuido de mi parte - murmuró luego de un momento - Soy Kenji... Darvish Kenji, ¿con quién tengo el placer en esta improvisada velada? - Inclinó sutilmente su cabeza en acompañamiento de su presentación. Sin duda, sus costumbres, propias y también del club, nunca se iban y se mantenían de cerca acompañándole.

Sus preguntas habían quedado en el aire, ahora era él el que le cedía su silencio para dejarle responder entre tanto buscaba al barman para un nuevo pedido.

El movimiento de su cuerpo sobre aquel asiento era prácticamente guiado por el de sus ojos; si estos se deslizaban a la izquierda, él lo hacía balanceándose y a su vez a la derecha reaccionaba de la misma manera. Era más que obvio que la idea de regresar pronto al club había quedado en el olvido; ahora su atención había sido poseída por aquel lugar tan nuevo donde se encontraba. Por un momento quiso saber lo que había detrás de aquella barra tan diferente a la del sitio de donde él venía y sin pensarlo echó el rostro hacia atrás; con esa acción su cuerpo fue cediendo hacia atrás y casi pierde el equilibrio y cae de la silla si no se hubiera puesto derecho enseguida. Infló un poco las mejillas y giró su rostro en cuanto aquella voz se hizo presente nuevamente.

Ladeó su rostro mientras movía de un lado a otro lo poco que quedaba de aquella paleta en su boca con ayuda de su lengua y arrugó un poco la frente al enterarse de que el contrario tenía el permiso de salir mientras él había tenido que escaparse para llegar a ese lugar —así hubiera sido una mera coincidencia—, sin embargo lo siguiente dicho hizo crispar sus orejas ocultas por aquella boina y empezó a mover nerviosamente los dedos al pensar que el más alto pudiera llegar a delatarle o algo por estilo y con ese nerviosismo, optó por desviar la mirada de un lado a otro, mostrándose renuente de la ajena por muy tranquila que esta pareciera.

No dijo nada; dejó que el silencio fuera y viniera entre ambos hasta que el contrario fuera quien acabara con este entretanto él se dedicaba a terminar con lo que restaba de aquella paleta. Beber; lo había hecho sí, nunca faltaba el cliente que le ofrecía alguno que otro sorbo de licor y la mayoría de estos le dejaban un amargoso gusto en la boca. No le desagradaba del todo aquel sabor, por una parte le dejaba cierto cosquilleo en la lengua y la garganta pero tenía la contra de que le hacía formar diversos gestos y eso a los clientes les parecía divertido y y provocaba que empezaran a darle besos entre licor y licor solo para ver sus mohines infantiles. Pero a quien tenía delante era alguien similar a él y eso podría descartar aquellos juegos que más que abochornarle le hacían sentirse sofocado.

—Sí, sí puedes—Musitó tras sacarse aquel dulce de la boca y se inclinó a olisquear nuevamente —esta vez la bebida del mayor— y se relamió los labios antes de mirarle con cierta curiosidad—. Eso huele rico. A lima, ¿No es amargo?—Volvió a erguirse sobre su lugar y se llevó nuevamente la paleta a la boca.

Definitivamente, estar quieto era algo que no podía hacer y en un instante ya estaba balanceando los pies nuevamente o medio columpiándose en el asiento mientras observaba el ir y venir de las personas. El ambiente de ahí era bastante diferente al del club. Todo era más tranquilo, la música era mucho más relajante, además quienes jugaban el papel de atender a los clientes eran personas comunes que sustituían las orejas o cola —los rasgos más característicos de las “mascotas”— por trajes oscuros y blancos con pequeños moños al cuello. “Que aburrido” —pensó— Las cosas en el club eran un poco más animadas y todos tan serios y hablando tan íntimamente, restaban un poco de la diversión a la que estaba acostumbrado.

Sus ojos siguieron el trayecto de aquel vaso hacia la mesa y aunque su mirada estaba pendiente de ese licor que despedía olor a lima, escuchó al contrario y atendió sus palabras con toda su atención.

—Teruki—respondió inmediato y giró el rostro hacia el más alto para enfocar su traviesa mirada en la ajena—. ¿Te gusta a ti el licor? Pero es amargo ¿No?—Le miró con un dejo en sus ojos que oscilaba entre la curiosidad y la extrañes y tras un instante se bajó de su asiento de un pequeño brinco.
Se colocó delante de la mesa donde el más alto había dejado su vaso y se agachó hasta dejar su mirada a la altura de este y llevó su índice izquierdo a picar muy ligeramente el vaso.

—Y, ¿Tú también saliste a pasear? ¿No te regañaran por andar hasta tarde?—Aunque el accionar de su dedo estaba concentrado en el vaso, sus orbes estaban pendientes del rostro ajeno y entre aquello, mientras esperaba con cierta ansiedad las respuestas del mayor, su cola fue dejándose ver bajo su sweater, permitiendo que se atisbara apenas la punta contoneándose juguetona de un lado a otro.

Le observaba en silencio prácticamente admirado de lo inquieto que podía llegar a ser a cada momento; moviéndo aquellos grandes ojos de un lado a otro y esas delgadas piernas hacia delante y atrás. Sin duda debía de resultar increíble en alguien como él el verle quieto por más de 15 segundos, algo que le hizo pensar que definitivamente los ambientes suyos eran los del propio club; un lugar en donde se le exigía estar en constante movimiento... probablemente el niño 'moriría' en otro tipo de trabajo más tranquilo y monótono.

Suspiró por lo bajo mientras continuaba mirándole. El chico no estaba dentro de sus gustos claramente, pero al menos sospechaba que podía sacar algo divertido dentro de todo aquello por lo que en esos instantes, la situación se limitaba a ser una 'invitación a copas con algún intercambio de palabras para pasar el rato'.

- No, este no es demasiado amargo, pero si tu problema tiene que ver con eso... no resulta para nada difícil el encontrar un trago más dulce, como de los que suelen preferir las damas - murmuró en respuesta a sus dudas notándo como luego de su presentación, de un momento a otro bajaba de la silla a interactuar infantilmente con su vaso.
- Sí, supongo que el licor ha de gustarme... de no ser así, habría preferido el ir a otro tipo de lugares, ¿no lo crees? - sus palabras denotaban cierta ironía que se le hacía inevitable ante aquella duda del menor - como ya he mencionado; existen variedades de licores que no necesariamente son amargos. Te ayudaré un poco en tu elección si deseas. -

Había dejado su última pregunta al aire mientras se dirigía al barman que ahora estaba frente a ambos. Miró de reojo al niño y por el simple olor a caramelos que llevaba encima se aventuró a pedir para él un Rottweiler; vainilla, cacao, dulce de leche... de seguro eran como para una persona como él.
Luego de hacer el pedido, volvió su atención al otro, iniciándo tras una breve pausa; - Es mi preciado tiempo libre que me he ganado... no tendrían por qué 'regañarme', puesto que como ya he dicho anteriormente; yo estoy aquí con 'permiso' - Su rostro pasó a ser neutro de un momento a otro a medida que hablaba.
- Y, en cuanto a horas... estoy bastante adulto como para que en el club me controlen tanto, creo, a diferencia tuya; simple conclusión a través de las preguntas que me haces - apoyó su rostro en uno de sus antebrazos, manteniéndo su mirada en el otro.

Una sutil risa se dejó escapar de manera burlona - A juzgar por tu reacción a mis comentarios en una primera instancia, tal parece ser que alguien aquí se llevará algún castigo para cuando regrese - su mirada poco a poco se tornó igual de burlona que su sonrisa - aunque claro, si me entretienes un poco aquí... supongo que podría ayudarte a disimular tu 'delito', después de todo he sallido para eso; para entretenerme y salir de la vista común del club -

El trago del menor llegaba ya a la mesa por lo que le llevó a hacer una pausa antes de continuar con sus palabras, invitándole con un ligero ademán de su mano a probar lo que había pedido para él, tomándo de igual forma él por su parte su propio vaso - ¿Y?... ¿es un trato? - le miró de soslayo, terminándo ya con su propio trago.

—No yo no tomo cosas para niñas— sentenció de inmediato ante lo dicho por el más alto y frunció un poco los labios a la vez que golpeteaba el vaso con su dedo como una peculiar “venganza” por aquello mencionado. Se levantó tras esto y se quedó delante del contrario mientras seguía atendiendo sus palabras.

Sus manos habían ido a ocultarse tras sus espalda y continuamente agitaba las orejas bajo aquella boina; incomodas ya de tanto estar ocultas se manifestaba un ligero movimiento en aquella prenda y al igual que estas su cadera se meneaba de un lado a otro al compás de su cola. Sus labios detonaban un tono carmín gracias al colorante de aquel caramelo que estaba próximo a terminar y que seguía moviéndose de un lado a otro en su boca a la vez que sus ojos continuaban curioseando por el sitio, limitándose a responder lo que pensaba él era meramente necesario para el mayor.

—Quizá…—elevó lánguidamente una de sus manos hacia su rostro y de sus ojos retiró algunos de sus cabellos—. La verdad es que nunca me han atrapado así que no sé si andar por aquí~ no siendo un adulto~ —arrastro sus palabras en un pequeño canturreo y con su mano —misma con que había retirado su cabello— sacó la paleta de su boca justo al mismo tiempo en que dejaban lo ordenado por el mayor sobre la mesa—, haga que me gane un castigo.

Relamió sus labios un par de veces y la misma cantidad la dio de pasos acomodándose delante del más alto con una proximidad que dejaba que sus rodillas se frotaran en la tela del pantalón ajeno entre cada meneo inquieto de su cuerpo. Sus ojos habían atisbado el dejo de burla que mostraban tanto la risa como la mirada ajena y eso hizo que el castaño aderezara su sonrisa con un dejo divertido que se hizo más obvio cuando de los labios ajenos salto la palabra “entretenerme”. Por supuesto que quizá esa palabra tendría miles de salidas; era una proposición muy abierta pero él solo estaba consciente de un solo significado para ella. Era infantil, sí, podía admitirlo con total libertad y estaría dicho de más porque era algo que se notaba a simple vista pero también podía asegurar que no era tonto, ni mucho menos…mojigato.
Echó un vistazo de soslayo a la bebida cuando el mayor le invitaba a probarla, sin embargo dejó eso en segundo plano y la mano que mantenía libre la llevó directamente a apoyarla sobre una de las piernas ajenas, justo en ese espacio donde acababa el muslo e iniciaba la rodilla.

—Sería un juego de dos entonces~ —curveó los labios, se inclinó un poco hacia el más alto y abrió un poco las piernas dando paso a que la pierna donde se apoyaba su mano pudiera acomodarse entre las mismas si deseaba acercarse más—. Yo podría regresar ahora y evitar que me atrapen, no sería la primera vez —afirmó y llevó la pequeña esfera de caramelo a sus labios nuevamente; la punta de su lengua se asomó apenas para recibir el sabor dulce de esta y tras darle algunas furtivas lamidas, continuó—: pero si llegasen a atraparme, ¿Qué me costaría decir que has sido tú quien me sacó? ¿A quién le creerían? Después de todo tú eres el adulto y tienes tus…permisos, yo simplemente te seguí como…me obligaste~ —soltó una risilla y empujó su cuerpo un poco más dejando finalmente aquella rodilla ajena entre sus piernas y aquella mano suya se arrastró suave y distraídamente hasta quedar a mitad del muslo del contrario.

Sus orbes estaban fijos en los ajenos y su nariz tan perceptiva aun recibía aquel tenue aroma a lima del aliento ajeno al acabar anteriormente con su trago. Sin pensarlo mucho realmente, llevó la pequeña esfera de caramelo a los labios del mayor y la colocó justo bajo el inferior; en aquel punto, hizo una leve presión para obligar a que sus labios se separaran un poco y en ese instante dedicándole antes una traviesa mirada, acercó su rostro y lamió con solo la punta de su lengua bajo el labio superior y por encima del inferior. Degustó apenas aquel sabor a lima un gusto muy sutil a ginebra.

—Sí es amargo~ —dijo como una queja y gesticuló un puchero mientras relamía sus labios y regresaba la paleta a su boca para desvanecer aquel sabor y poco a poco se fue dejando caer sobre la rodilla del más alto hasta medio sentarse.
Aún tenía la última pregunta del más alto en su cabeza y tras ladear el rostro de un lado a otro mientras lo meditaba, asintió con la cabeza.

—Trato hecho. Aún no me quiero ir~ —Sus dedos se cerraron un poco sobre el muslo dándole un ligero apretón y entre eso volvió la mirada a la bebida que encargó el mayor para él—. Pero…bebe de esa para que también pueda probarla…—canturreó y se atrevió a añadir a su petición una felina lamida al mentón ajeno como lo que él creía era un incentivo que la mayor parte del tiempo… funcionaba.

Sin duda los movimientos del pequeño estaban siendo peligrosos para lo que era el lugar en el que estaban; nada conveniente el hecho de que otros notaran de donde venía, un hecho que continuó ignorándo por mientras se mantenía en esa sutil línea de peligro y no pasaba a algo más que eso.
Sus palabras estaban lográndo sacarle de aquella cavilación que había ocupado su mente en aquel instante, lográndo conseguir con ello una nueva sonrisa de su parte.

Se limitó al silencio a su comentario al notar como una vez más el otro se movía y esta vez de manera distinta, haciéndole pensar instantáneamente frente a aquello acerca del significado que había tomado de sus palabras. ''qué niño tan gracioso... '' .
Le permitió aquel toque en su pierna como si nada, mirándo de reojo su mano y luego a sus ojos propiamente, escuchándo aquella frase suya.

El chico tomaba cada vez más cercanía y sin duda aquello no resultaba para nada algo ignorable a sus ojos pero se lo permitía de todas formas entre tanto continuaba escuchándole y observándo atento los movimientos de su lengua contra el caramelo.

- Sí, posiblemente un juego de a dos lograría hacer la situación interesante. Siendo cierta aquella experticia que dices poseer para evitar que te atrapen... si es que aquello llegara a fallar en algún momento, ¿quién puede dar verdadera constancia de que te llevaré, como tú mismo lo señalas, de regreso conmigo? - se aventuró a preguntar con aquella sonrisa curveándo sus labios, paseándo su mirada por el rostro ajeno. - ... después de todo, yo me he ofrecido a un 'disimulo de tu delito', no a una escolta directa hasta el club. Un 'disimulo' que podrían limitarse a simples palabras mías mañana por la mañana, quién sabe - rió por lo bajo por un momento dado que no tardó en verse interrumpido por la acción deliberada del chico con su caramelo y más aún con aquella lamida que dentro de sus gestos infantiles luchaba por mostrarse inocente. Relamió sus labios ante el gesto ya sin su sonrisa en su rostro, con la atención puesta nuevamente en sus gestos.

Posiblemente había subestimado al chico hace unos minutos y ahora se veía notando el por qué de compartir el trabajo con alguien tan infantil como él; 'de todos tipos... de todos los gustos', y claro... él no podía negar que en cierta forma le agradaban los niños, más aún cuando poseían cierta inocencia natural en ellos y una sinceridad encantadora en su hablar, sí, posiblemente esos eran sus favoritos de vez en cuando, pero en este caso, el gesto lograba divertirle y limitarse a sólo eso, en conjunto claro a lo que eran las emociones que despertaba en su interior como su clara naturaleza y costumbres.

Una de sus manos se acercó al rostro ajeno, acariciándo su mejilla antes de pasar a quitar los cabellos que tapaban sus ojos- Definitivamente logré notar qué camino decidiste tomar a través de mis palabras... dentro de todo los caminos que te eran posibles, has preferido aquel, no puedo decir que esto es una queja... claramente. Te complaceré - su sonrisa pasó a ser imperceptible a medida que avanzaban sus palabras, soltándole luego de un momento.
Su mano fue a tomar el vaso del trago ajeno para tomar un ligero trago de éste, dejándo algo de este trago en su propia boca antes de tomar nuevamente el rostro del pequeño chico, inclinándose sobre él para tomár sus labios en un beso un tanto profundo, sin importarle demasiado si el otro lograba seguirlo en él o no, obligándole con una de sus manos a abrir ligeramente sus labios para colar en una sutil lamida en la boca ajena, dejándo una mordida lo suficientemente fuerte como para dejar la ligera marca de su colmillo en su comisura antes de alejarse, relamiéndo sus labios en un disimulado gesto.
- Estás demasiado dulce para mi gusto... el trago resultaba más agradable por sí solo, ¿sabes?- murmuró mientras limpiaba vagamente su propia comisura en ello, mirándole de reojo.

- Espero de todas formas haber complacido a tu implícita petición, claro... - le sonrió ladino - y bueno... espero además que no te hayas emocionado mucho con eso, tal tipo de cosas no son muy bien vistas en lugares como estos, debes de saberlo ya, ¿no? - su mirada bajó por el delgado cuerpo del otro a su entrepierna, mirándole nuevamente a los ojos irónico, más aún frente al hecho de que ocupara las típicas jugadas que se hacían en el club con los clientes, ¿qué juego pretendía iniciar? - Ten cuidado con lo que intentas, Teru-kun... podrías lograr ganarte verdaderamente un castigo de mi parte -

Sus pequeños dedos habían comenzado a serpentear por el muslo ajeno, repitiendo en ocasiones aquella acción de apretarle este entre ellos mientras le miraba; sus grandes y curiosos ojos estaban fijos en el más alto esperando, quizá, ansioso a que le satisficiera aquella petición. Meneaba de a ratos su rostro, de un lado a otro y bajo aquel enorme sweater que llevaba, su cola se ondeaba intranquila de un lado a otro haciéndole sentir inquieto nuevamente y como una manera de menguar aquello hizo un pequeño arco con la cadera, refregándose un poco sobre aquel sitio del otro que era su asiento.

Un brillo de regocijo apareció en sus ojos cuando el más alto accedió a la petición y se inclinó hacia él un poco, apalancándose sobre su muslo tras verle beber. Sus parpados cayeron lánguidamente hasta entrecerrar la mirada y rindió sus labios a los ajenos en aquel mojado, repentino, pero sobre todo, dulce beso que iniciaba el más alto. Elevó distraídamente los brazos —una reacción por mera costumbre— y los colgó de los hombros ajenos, pesándose un poco sobre estos antes de irlos deslizando por el contorno del cuello, ensortijándole el mismo hasta colgarse de el. Por lo pronto, aquel beso era justo como le gustaba: rápido, demandado por el otro y sin espera a que él pudiera acoger el mismo ritmo, pero lo hacía, se acoplaba tan rápido como le era posible y tanteaba el abrir de los labios ajenos para darle un travieso incentivo a la lengua del contrario con la propia, para invitarle a jugar un momento con ellas; sin embargo, la respuesta que recibió fue aquella fuerte mordida que le hizo amagar un quejido en su garganta y cerrar sus ojos momentáneamente.

—Tra-tramposo… —farfulló, sacando posteriormente su lengua para acariciar con ella esa pequeña zona que le escocia tras aquella mordida; aunque no podía negar —a pesar de su mirada aderezada con cierto dejo de reproche— que le había gustado.
Se quedó colgado del cuello del más alto y sus orejas se habían agachado un poco al mismo tiempo que su cola se había erizado en reacción al repentino dolor de su labio; aunque enseguida retomaba aquel ondule inquieto que había llevado hasta el momento.

—Dentro de lo que cabe—soltó una risilla—, sí, la complaciste… —se relamió los labios y los dedos de una de sus manos comenzaron a tamborilear distraídamente por la nuca ajena; la otra sostenía la paleta, pero en un movimiento apropósito, la soltó dejándola caer tras el asiento del contrario y dejó que sus dedos jugaran —ahora libres— con el cabello del mayor—. Uhm —pensó un momento y tras este, movió negativamente la cabeza—. No, no me emocioné; algo tan cortito y rápido no puede emocionarme tan pronto —aclaró añadiendo un gesto inconforme a su rostro y ante el descender de los ojos ajenos, los suyos lo hicieron de igual manera, ladeando luego su rostro y enseguida volviendo la mirada al mayor tras lo dicho por este.

—¿Castigarme? —Frunció el ceño—. ¿Por qué? Si no he hecho algo malo—le reprochó—. Además… —Se inclinó hacia el otro hasta que su pecho hiciera contacto con el del mayor y deslizó lentamente sus manos por el cuello de éste, las subió por las sienes y finalmente le tomó el rostro por las mejillas, antes de susurrar—: Siendo tan complaciente, en implícitas peticiones… no creo que imponer castigos este entre tus habilidades si —ladeó el rostro un poco, fijó la mirada en la ajena y curveó sus labios en una tunante sonrisa—, yo te puedo decir que pares y me complacerás haciéndolo ~ —Soltó una pequeña risilla más y apretujó las mejillas ajenas antes de separarse nuevamente.

—Además —regresó las manos a apoyarlas en el muslo del más alto—, tú has dicho que te entretenga y ahora me dices que estas cosas no se ven muy bien aquí, eso es algo… contradictorio—sentenció en medio de un puchero—. Y además me mordiste y se me cayó mi paleta…— le reprochó y tras un pequeño salto, bajó de la pierna ajena; enseguida, asió una de las manos del más alto—. Vamos a comprar otra… —impuso y comenzó a dar pequeños jalones de aquella mano instando al otro a levantarse mientras le miraba con una pícara sonrisa bailándole en los labios.