Devil's Voice. | Libre. |
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Él no era la clase de persona que visitaba lugares como en el que en ese momento se encontraba, su vida era un ir y venir entre clubs nocturnos, burdeles y hoteles; sitios donde podía realizar cierta clase de negociaciones, sin embargo, aquella noche se le presentó la oportunidad de traer algo de variación a su rutinaria vida.
Alrededor de las ocho de la noche salió de uno de los tantos hoteles lujosos en la ciudad, venía de una plática amistosa con uno de sus colegas, últimamente todo había estado bastante tranquilo, de momento el no hacía más que dar alguna que otra orden a sus “peones”; más que nada movimientos que fuesen necesarios, un juego de ajedrez era lo que ocurría en esa ciudad y los peones eran algo que había de sobra.
Pudo haber escogido ir a cualquier lugar que se le ocurriese en su auto, mas aquello no le pareció atractivo, ya tenía algún tiempo sin entregarse a la verdadera libertad, a esos lugares donde se respiraba el aire supuestamente puro, que él pensaba no estaba como se presumía. La noche estaba fresca, alguna que otra corriente de aire revolvía sus cabellos de vez en vez, caminaba sin apuro alguno por la vía pública, esquivando a una que otra persona que parecía llevar prisa, algo que él casi nunca tenía. Siempre que iba a ese hotel del que había salido, pasaba por aquella calle y alcanzaba a ver a través del cristal de la ventana un parque, y esa visión normalmente le recordaba que no solo existían personas hermosas, que tampoco el sexo era lo único “bello” en el mundo, pero bastaba que llegara a los establecimientos que continuamente visitaba, para olvidarse de los efímeros pensamientos que a veces tenía con tan breve vista.
Esa noche no sería así, se encontraba en la acera contraria a la del parque, observando las luces de las farolas que estaban estratégicamente posicionadas en todo el parque, permaneció en su lugar unos cuantos minutos antes de cruzar la avenida y adentrarse en el territorio del parque. Mientras avanzaba por el empedrado camino delimitado por arbustos y pasto, se preocupó por apagar su teléfono, en caso de que a alguien se le ocurriera molestarle, tras lo cual siguió su camino hasta llegar a la fuente, la cual era de lo más llamativo del sitio.
Sus pasos le llevaron a rodear esta con tranquilidad, perdiendo su atención en el agua que subía y bajaba, escuchando el característico sonido del mismo elemento al chocar contra la superficie acuosa, sin dejar de avanzar llevó una de sus manos al bolsillo de su abrigo, sacando de este una cajetilla de cigarros, sacó solo uno de ellos antes de depositar la caja de nuevo en su anterior lugar, y del bolsillo contrario extrajo un mechero de un color plateado, de superficie completamente lisa, bastante hermoso en realidad; con el prendió el pitillo tras lo que tuvo cuidado de guardarse nuevamente aquel platinado objeto.
Le dio una calada al cigarro mientras continuaba distraído con el movimiento dentro de la fuente, exhaló lentamente el humo del mismo antes de optar por sostener el pitillo entre sus labios, y solo fueron unos instantes los que duró con aquel objeto entre sus labios pues repentinamente sintió que chocaba contra algo… o más bien alguien, la sorpresa le llevó a entreabrir los labios y dejar caer el cigarrillo de entre estos, bajó la mirada para ver como este último daba directo contra el suelo e hizo un gesto de fastidio ante ello.
—Maldición. —No, no se molestó en disculparse, contrario a ello tras su maldición dirigió la vista hasta encontrarse con la de la persona frente a sí, dedicándole una mirada que contenía un dejo de enfado—. ¿Es que no has podido fijarte por dónde vas? —Le espetó sin ponerle atención realmente.
Alrededor de las ocho de la noche salió de uno de los tantos hoteles lujosos en la ciudad, venía de una plática amistosa con uno de sus colegas, últimamente todo había estado bastante tranquilo, de momento el no hacía más que dar alguna que otra orden a sus “peones”; más que nada movimientos que fuesen necesarios, un juego de ajedrez era lo que ocurría en esa ciudad y los peones eran algo que había de sobra.
Pudo haber escogido ir a cualquier lugar que se le ocurriese en su auto, mas aquello no le pareció atractivo, ya tenía algún tiempo sin entregarse a la verdadera libertad, a esos lugares donde se respiraba el aire supuestamente puro, que él pensaba no estaba como se presumía. La noche estaba fresca, alguna que otra corriente de aire revolvía sus cabellos de vez en vez, caminaba sin apuro alguno por la vía pública, esquivando a una que otra persona que parecía llevar prisa, algo que él casi nunca tenía. Siempre que iba a ese hotel del que había salido, pasaba por aquella calle y alcanzaba a ver a través del cristal de la ventana un parque, y esa visión normalmente le recordaba que no solo existían personas hermosas, que tampoco el sexo era lo único “bello” en el mundo, pero bastaba que llegara a los establecimientos que continuamente visitaba, para olvidarse de los efímeros pensamientos que a veces tenía con tan breve vista.
Esa noche no sería así, se encontraba en la acera contraria a la del parque, observando las luces de las farolas que estaban estratégicamente posicionadas en todo el parque, permaneció en su lugar unos cuantos minutos antes de cruzar la avenida y adentrarse en el territorio del parque. Mientras avanzaba por el empedrado camino delimitado por arbustos y pasto, se preocupó por apagar su teléfono, en caso de que a alguien se le ocurriera molestarle, tras lo cual siguió su camino hasta llegar a la fuente, la cual era de lo más llamativo del sitio.
Sus pasos le llevaron a rodear esta con tranquilidad, perdiendo su atención en el agua que subía y bajaba, escuchando el característico sonido del mismo elemento al chocar contra la superficie acuosa, sin dejar de avanzar llevó una de sus manos al bolsillo de su abrigo, sacando de este una cajetilla de cigarros, sacó solo uno de ellos antes de depositar la caja de nuevo en su anterior lugar, y del bolsillo contrario extrajo un mechero de un color plateado, de superficie completamente lisa, bastante hermoso en realidad; con el prendió el pitillo tras lo que tuvo cuidado de guardarse nuevamente aquel platinado objeto.
Le dio una calada al cigarro mientras continuaba distraído con el movimiento dentro de la fuente, exhaló lentamente el humo del mismo antes de optar por sostener el pitillo entre sus labios, y solo fueron unos instantes los que duró con aquel objeto entre sus labios pues repentinamente sintió que chocaba contra algo… o más bien alguien, la sorpresa le llevó a entreabrir los labios y dejar caer el cigarrillo de entre estos, bajó la mirada para ver como este último daba directo contra el suelo e hizo un gesto de fastidio ante ello.
—Maldición. —No, no se molestó en disculparse, contrario a ello tras su maldición dirigió la vista hasta encontrarse con la de la persona frente a sí, dedicándole una mirada que contenía un dejo de enfado—. ¿Es que no has podido fijarte por dónde vas? —Le espetó sin ponerle atención realmente.
Tsuzuku- Jefe de la Mafia
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Re: Devil's Voice. | Libre. |
La vida de un policía no tenía nada que ver con lo que se veía en las películas, pues podría decirse que la cantidad de balas que salían disparadas en uno de esos filmes, equivalía a la cantidad de horas que se la pasaban dentro de un edificio supervisando, analizando o simplemente holgazaneando, sin embargo aquel día estaba sumamente fastidiado de aquello, e incluso podía sentir como las paredes del lugar se hacían más pequeñas a su alrededor, por lo que buscó cualquier pretexto para salir casi corriendo de aquel encierro.
Su primera reacción al abandonar el edificio fue la de levantar el rostro y disfrutar de la suave brisa nocturna que movía ligeramente sus cabellos, para luego aspirar profundamente como si esta fuese la fragancia más exquisita que hubiese percibido jamás, para luego exhalar por completo todo el aire de sus pulmones como si este le sobrara, dispuesto luego a comenzar a caminar sin rumbo fijo, no obstante contrario a todos sus deseos, aquella jaqueca que había estado atizándolo desde temprano, volvía a hacerse presente, como si desease arruinarle lo que quedaba del día, lo cual consiguió, pues provocó que se pusiera de mal humor, sumado a que sentía —quizá de forma exagerada— que las incandescentes luces de todos los comercios frente a los que pasaba, derretían sus pupilas y los sonidos “naturales” de la ajetreada ciudad sobre todo el montón de pasos que eran producto de aquella típica masa de gente nocturna, taladrarán sus oídos.
—Demonios —susurró para sí mismo y luego de colocarse la gorra de su chaqueta y meter las manos en sus bolsillos como si quisiese hacerse un ovillo ahí mismo, comenzó a caminar con rapidez, levantando la vista hasta que el ruido se hizo un tanto más leve.
Suspiró mientras miraba a su alrededor, cualquiera hubiera optado por ir a su casa, tomar un par de analgésicos y dormir, sin embargo para él eso significaba encerrarse de nuevo y aquello era lo que había causado su dolor, así que siguió pensando hasta que se le vino a la mente un lugar.
Había visitado aquel parque un par de veces y recordaba que no estaba nada mal, por lo que se encaminó hasta ahí a pesar de que no era una hora prudente para hacerlo, sin embargo le restó importancia pues solo deseaba relajarse un poco antes de dormir. Caminó distraídamente ya dentro del mismo, olvidándose por unos segundos de aquel torturante padecimiento, sin embargo su móvil comenzó a vibrar, por lo que bufó antes de buscarlo para atender el mismo; un sms el cual no pudo terminar de leer, pues algo duró se impacto contra su cuerpo y antes de que pudiese reconocer aquello, una voz comenzó a ¿hablarle? No, más bien eso era un reclamo y en ese momento no había reflexionado bien el porqué del mismo.
— Lo lam... —Dejó inconclusa su frase mientras volvía a guardar el móvil en su chaqueta, mirando al otro con el ceño fruncido un tanto molesto por su reacción tan descortés—. Pero es que ¿Tú tampoco pudiste ver que alguien venía para luego hacerte a un lado? —respondió con un tono casi tan áspero como el del contrario, pues aquel enfado que venía arrastrando desde hace un tiempo se había incrementado con eso, aunque quizá más bien había encontrado un buen pretexto para desquitarse con lo primero que se le atravesó.
Su primera reacción al abandonar el edificio fue la de levantar el rostro y disfrutar de la suave brisa nocturna que movía ligeramente sus cabellos, para luego aspirar profundamente como si esta fuese la fragancia más exquisita que hubiese percibido jamás, para luego exhalar por completo todo el aire de sus pulmones como si este le sobrara, dispuesto luego a comenzar a caminar sin rumbo fijo, no obstante contrario a todos sus deseos, aquella jaqueca que había estado atizándolo desde temprano, volvía a hacerse presente, como si desease arruinarle lo que quedaba del día, lo cual consiguió, pues provocó que se pusiera de mal humor, sumado a que sentía —quizá de forma exagerada— que las incandescentes luces de todos los comercios frente a los que pasaba, derretían sus pupilas y los sonidos “naturales” de la ajetreada ciudad sobre todo el montón de pasos que eran producto de aquella típica masa de gente nocturna, taladrarán sus oídos.
—Demonios —susurró para sí mismo y luego de colocarse la gorra de su chaqueta y meter las manos en sus bolsillos como si quisiese hacerse un ovillo ahí mismo, comenzó a caminar con rapidez, levantando la vista hasta que el ruido se hizo un tanto más leve.
Suspiró mientras miraba a su alrededor, cualquiera hubiera optado por ir a su casa, tomar un par de analgésicos y dormir, sin embargo para él eso significaba encerrarse de nuevo y aquello era lo que había causado su dolor, así que siguió pensando hasta que se le vino a la mente un lugar.
Había visitado aquel parque un par de veces y recordaba que no estaba nada mal, por lo que se encaminó hasta ahí a pesar de que no era una hora prudente para hacerlo, sin embargo le restó importancia pues solo deseaba relajarse un poco antes de dormir. Caminó distraídamente ya dentro del mismo, olvidándose por unos segundos de aquel torturante padecimiento, sin embargo su móvil comenzó a vibrar, por lo que bufó antes de buscarlo para atender el mismo; un sms el cual no pudo terminar de leer, pues algo duró se impacto contra su cuerpo y antes de que pudiese reconocer aquello, una voz comenzó a ¿hablarle? No, más bien eso era un reclamo y en ese momento no había reflexionado bien el porqué del mismo.
— Lo lam... —Dejó inconclusa su frase mientras volvía a guardar el móvil en su chaqueta, mirando al otro con el ceño fruncido un tanto molesto por su reacción tan descortés—. Pero es que ¿Tú tampoco pudiste ver que alguien venía para luego hacerte a un lado? —respondió con un tono casi tan áspero como el del contrario, pues aquel enfado que venía arrastrando desde hace un tiempo se había incrementado con eso, aunque quizá más bien había encontrado un buen pretexto para desquitarse con lo primero que se le atravesó.
Última edición por Rem el Jue Abr 11, 2013 1:35 am, editado 1 vez
Rem- Jefe de Policía
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Re: Devil's Voice. | Libre. |
Al escucharle enarcó sutilmente su ceja izquierda, y antes de molestarse en responder, movió su pie lo suficiente como para alcanzar a pisar el cigarrillo que se le había caído, con ello dando un corto paso en dirección al muchacho, disminuyendo otro poco la distancia entre ambos y además, marcando un tanto más la diferencia de estaturas.
—No —contestó finalmente, usando con tan sencilla respuesta un tono firme y tajante; la verdad era que según él chocar o no, no era su problema, los demás eran quienes debían estar atentos, no él. En vista de que no tenía nada mejor que hacer, se preocupó por observar el rostro del más bajo, el cual era prácticamente una composición de finas facciones, aunque con esos pequeños toques << bruscos >> que dejaban notar la escasa masculinidad de su rostro. Los ojos de la persona frente a sí, eran lo más destacable de aquella faz, pues tanto eran grandes como tenían una pizca de infantilidad dibujada ellos; muy a pesar de que el muchacho parecía poder llegar a ser tan desagradable como el mismo Tsuzuku.
Poniendo verdadera atención al más bajo, se dio cuenta de que realmente había chocado con una persona bastante hermosa, aunque bien sabía que la belleza no lo era todo, pues ello sin una buena personalidad; no sería más que un desperdicio. Las pequeñas cosas llamativas de aquel rostro se vieron opacadas por el vislumbrar de unos cuantos mechones de cabello que parecían ser de un color rosado, una extraña tonalidad para el cabello, según él.
Dejó aquel superficial análisis de lado para poner su atención en sacar otro de los cigarros en su cajetilla, y mientras lo hacía, mostró una sonrisa ladeada.
—Y bien, ¿puedo saber el nombre de la persona que ha chocado conmigo? —preguntó ya sosteniendo el pitillo entre sus diestros dedos índice y medio, al tiempo que su mano libre depositaba la cajetilla en uno de sus bolsillos—. La cual además de ello, me debe un cigarro —agregó divertido mientras jugaba con el cigarrillo entre sus dedos. Su mano izquierda se adentró en el bolsillo de ese mismo hemisferio, sacando de este aquel platinado objeto con el que encendió el pitillo, y aprovechando la espera por la respuesta del más bajo, le dio una calada al mismo, tras lo que exhaló tranquilamente el humo, que dada a la cercanía con el muchacho, era predecible el hecho de que este le alcanzara la cara.
—No —contestó finalmente, usando con tan sencilla respuesta un tono firme y tajante; la verdad era que según él chocar o no, no era su problema, los demás eran quienes debían estar atentos, no él. En vista de que no tenía nada mejor que hacer, se preocupó por observar el rostro del más bajo, el cual era prácticamente una composición de finas facciones, aunque con esos pequeños toques << bruscos >> que dejaban notar la escasa masculinidad de su rostro. Los ojos de la persona frente a sí, eran lo más destacable de aquella faz, pues tanto eran grandes como tenían una pizca de infantilidad dibujada ellos; muy a pesar de que el muchacho parecía poder llegar a ser tan desagradable como el mismo Tsuzuku.
Poniendo verdadera atención al más bajo, se dio cuenta de que realmente había chocado con una persona bastante hermosa, aunque bien sabía que la belleza no lo era todo, pues ello sin una buena personalidad; no sería más que un desperdicio. Las pequeñas cosas llamativas de aquel rostro se vieron opacadas por el vislumbrar de unos cuantos mechones de cabello que parecían ser de un color rosado, una extraña tonalidad para el cabello, según él.
Dejó aquel superficial análisis de lado para poner su atención en sacar otro de los cigarros en su cajetilla, y mientras lo hacía, mostró una sonrisa ladeada.
—Y bien, ¿puedo saber el nombre de la persona que ha chocado conmigo? —preguntó ya sosteniendo el pitillo entre sus diestros dedos índice y medio, al tiempo que su mano libre depositaba la cajetilla en uno de sus bolsillos—. La cual además de ello, me debe un cigarro —agregó divertido mientras jugaba con el cigarrillo entre sus dedos. Su mano izquierda se adentró en el bolsillo de ese mismo hemisferio, sacando de este aquel platinado objeto con el que encendió el pitillo, y aprovechando la espera por la respuesta del más bajo, le dio una calada al mismo, tras lo que exhaló tranquilamente el humo, que dada a la cercanía con el muchacho, era predecible el hecho de que este le alcanzara la cara.
Tsuzuku- Jefe de la Mafia
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Re: Devil's Voice. | Libre. |
Siguió de forma un tanto inquisitiva y curiosa cada uno de sus movimientos con la mirada, teniendo que elevar la misma para así poder ver el rostro del contrario, este hecho le resultaba un tanto molesto y aunque no sabría explicar bien el por qué, estaba seguro de que no era porque llegase a sentirse intimidado o algo parecido.
Planeaba hacerse a un lado y seguir su camino como lo hubiese hecho cualquier persona en su lugar, especialmente por aquella respuesta tan tajante y descortés como sus anteriores palabras, aunque a decir verdad no esperaba algo diferente, puesto que él mismo le había hablado de la misma forma. No obstante contrario a sus iniciales deseos, sus pies no se movieron luego de la mirada ajena sobre su rostro como si estuviese examinándole, lo cual le hacía sentir algo incomodo, pues era de las personas a las que no les agradaba demasiado el hecho de que los miraran fijamente, aunque fuesen solo por algunos minutos, ya que sentía que de cierta forma la otra persona pudiese escudriñar dentro de su mente y adivinar lo que pasa por esta.
Para disimular su incomodidad, opto por de igual forma, mirar a detalle a la persona que tenía enfrente, la cual a simple vista tenía aquella apariencia que muchos denominaban “ruda”, especialmente por aquella penetrante mirada, la cual se endurecía un poco más debido a aquel ligero gesto en el que fruncía el entrecejo, resaltando así sus ojos falsamente azules y aquel piercing en su ceja, el cual brillaba gracias al reflejo de la tenue luz del lugar.
—Rem —respondió con simpleza a su interrogante, mientras seguía pasando su mirada por cada una de sus facciones, poniendo especial atención en sus labios, de los cuales le pareció que el superior tenía una forma un tanto curiosa al estar un tanto más marcada de la parte media del mismo—. Y ¿Cual es el de la persona que se ha atravesado en mi camino? —interrogó, para luego hacer el rostro hacia atrás, arrugando un poco la nariz cuando el otro exhaló el humo de su cigarrillo, agitando una de sus manos frente a su rostro en un vano intento por disipar el mismo.
—¿Deberte? —Enarcó una de sus cejas un tanto extrañado por aquella afirmación en un principio, aunque después recordó que el otro había pisado un cigarrillo momentos antes, lo que le hizo suponer que se refería a ese, pues realmente no había visto que llevara uno—. ¡Oh¡ Es una lástima, porque justo hoy me los he terminado —respondió con el mismo tono que el contrario a la vez que palmeaba sus bolsillos, como si estuviera buscándolos, para luego llevar una de sus manos a su bolsillo, para luego mostrarle su palma extendida, sobre la cual descansaban un par de caramelos y su móvil—. Es todo lo que llevo conmigo, así que creo que te los seguiré debiendo. —Torció sus labios hacia un costado, como si estuviera un tanto apenado por aquello mientras encogía un tanto sus hombros, para luego convertir aquella mueca en una ligera sonrisa.
Planeaba hacerse a un lado y seguir su camino como lo hubiese hecho cualquier persona en su lugar, especialmente por aquella respuesta tan tajante y descortés como sus anteriores palabras, aunque a decir verdad no esperaba algo diferente, puesto que él mismo le había hablado de la misma forma. No obstante contrario a sus iniciales deseos, sus pies no se movieron luego de la mirada ajena sobre su rostro como si estuviese examinándole, lo cual le hacía sentir algo incomodo, pues era de las personas a las que no les agradaba demasiado el hecho de que los miraran fijamente, aunque fuesen solo por algunos minutos, ya que sentía que de cierta forma la otra persona pudiese escudriñar dentro de su mente y adivinar lo que pasa por esta.
Para disimular su incomodidad, opto por de igual forma, mirar a detalle a la persona que tenía enfrente, la cual a simple vista tenía aquella apariencia que muchos denominaban “ruda”, especialmente por aquella penetrante mirada, la cual se endurecía un poco más debido a aquel ligero gesto en el que fruncía el entrecejo, resaltando así sus ojos falsamente azules y aquel piercing en su ceja, el cual brillaba gracias al reflejo de la tenue luz del lugar.
—Rem —respondió con simpleza a su interrogante, mientras seguía pasando su mirada por cada una de sus facciones, poniendo especial atención en sus labios, de los cuales le pareció que el superior tenía una forma un tanto curiosa al estar un tanto más marcada de la parte media del mismo—. Y ¿Cual es el de la persona que se ha atravesado en mi camino? —interrogó, para luego hacer el rostro hacia atrás, arrugando un poco la nariz cuando el otro exhaló el humo de su cigarrillo, agitando una de sus manos frente a su rostro en un vano intento por disipar el mismo.
—¿Deberte? —Enarcó una de sus cejas un tanto extrañado por aquella afirmación en un principio, aunque después recordó que el otro había pisado un cigarrillo momentos antes, lo que le hizo suponer que se refería a ese, pues realmente no había visto que llevara uno—. ¡Oh¡ Es una lástima, porque justo hoy me los he terminado —respondió con el mismo tono que el contrario a la vez que palmeaba sus bolsillos, como si estuviera buscándolos, para luego llevar una de sus manos a su bolsillo, para luego mostrarle su palma extendida, sobre la cual descansaban un par de caramelos y su móvil—. Es todo lo que llevo conmigo, así que creo que te los seguiré debiendo. —Torció sus labios hacia un costado, como si estuviera un tanto apenado por aquello mientras encogía un tanto sus hombros, para luego convertir aquella mueca en una ligera sonrisa.
Rem- Jefe de Policía
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Re: Devil's Voice. | Libre. |
Siendo precavido, un par de veces repitió mentalmente el nombre del chico, intentando no olvidarlo, aunque tampoco parecía muy importante recordarlo. Ahogó una pequeña risa al ver la reacción del otro, agitando su mano de esa forma que se le antojaba graciosa, eso además de la expresión que se apodero de su bonito rostro.
—Tsuzuku —le respondió, la reacción a la supuesta deuda que el más bajo tenía con el mafioso no se hizo esperar, se quedó observando con curiosidad al muchacho, escuchándole atentamente, lo cual era una de las cosas que solía hacer, aunque eso no implicaba que supiese interpretar bien las palabras, como todas las personas, les daba el significado que le convenía. Atendió expectante las acciones ajenas, siéndole imposible no mostrar una amplia sonrisa formándose en sus labios, esperaba cualquier tipo de reacción por parte del otro, bueno en realidad no esperaba mucho, simplemente o que lo mandase al diablo, o que le repusiera su cigarrillo, pero aquello le había resultado mucho más divertido.
—Es una pena que eso sea lo único que lleves contigo… —Le dio una calada más al cigarro, esperando hasta haber exhalado por completo el humo de este para volver a hablar—. Pero ¿sabes? No está bien ir por ahí debiéndole cosas a la gente. —Examinó con la pura mirada las cosas en la palma de la mano ajena—. Sé que podemos llegar a un arreglo… —Le dedicó un guiño, con toda la intención de dar a entender que pretendía ir más allá con el “arreglo” del que hablaba, sin embargo, dejó que ese guiño se perdiera en un supuesto coqueteo, para luego llevar su mano izquierda a tomar tanto los dulces como el móvil del menor, haciéndolo con bastante agilidad para que el contrario no pudiese evitarlo.
—Creo que puedo aceptar esto como un pago. —Reprimió una sonora carcajada, pues al menor le iba a costar al menos el recuperar su móvil, si es que le importaba. Se guardó rápidamente este último en el bolsillo interior de su abrigo, justo en ese que estaba a la altura de su pecho, en el lado derecho de este y tras ello le dio la espalda al más bajo—. Ha sido todo un placer hacer negocios contigo, Rem. —Levantó la mano en la que sostenía el cigarro, lo suficiente como para que esta se asomara por encima de su propio hombro, y le movió suavemente de un lado a otro como si fuese una señal de despedida, para luego empezar a caminar tranquilamente, alejándose del muchacho mientras jugaba con los dulces en su otra mano.
—Tsuzuku —le respondió, la reacción a la supuesta deuda que el más bajo tenía con el mafioso no se hizo esperar, se quedó observando con curiosidad al muchacho, escuchándole atentamente, lo cual era una de las cosas que solía hacer, aunque eso no implicaba que supiese interpretar bien las palabras, como todas las personas, les daba el significado que le convenía. Atendió expectante las acciones ajenas, siéndole imposible no mostrar una amplia sonrisa formándose en sus labios, esperaba cualquier tipo de reacción por parte del otro, bueno en realidad no esperaba mucho, simplemente o que lo mandase al diablo, o que le repusiera su cigarrillo, pero aquello le había resultado mucho más divertido.
—Es una pena que eso sea lo único que lleves contigo… —Le dio una calada más al cigarro, esperando hasta haber exhalado por completo el humo de este para volver a hablar—. Pero ¿sabes? No está bien ir por ahí debiéndole cosas a la gente. —Examinó con la pura mirada las cosas en la palma de la mano ajena—. Sé que podemos llegar a un arreglo… —Le dedicó un guiño, con toda la intención de dar a entender que pretendía ir más allá con el “arreglo” del que hablaba, sin embargo, dejó que ese guiño se perdiera en un supuesto coqueteo, para luego llevar su mano izquierda a tomar tanto los dulces como el móvil del menor, haciéndolo con bastante agilidad para que el contrario no pudiese evitarlo.
—Creo que puedo aceptar esto como un pago. —Reprimió una sonora carcajada, pues al menor le iba a costar al menos el recuperar su móvil, si es que le importaba. Se guardó rápidamente este último en el bolsillo interior de su abrigo, justo en ese que estaba a la altura de su pecho, en el lado derecho de este y tras ello le dio la espalda al más bajo—. Ha sido todo un placer hacer negocios contigo, Rem. —Levantó la mano en la que sostenía el cigarro, lo suficiente como para que esta se asomara por encima de su propio hombro, y le movió suavemente de un lado a otro como si fuese una señal de despedida, para luego empezar a caminar tranquilamente, alejándose del muchacho mientras jugaba con los dulces en su otra mano.
Tsuzuku- Jefe de la Mafia
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Re: Devil's Voice. | Libre. |
A muchas personas siempre se les ha recriminado el “pecar” de exceso de confianza o descuido, incluso él mismo había llegado a hacerlo, alegando que nunca le había sucedido o iba a sucederle. Una predicción demasiado ilusa e improbable, la cual estaba a punto de ser desmentida.
Mantenía su vaga sonrisa en los labios, mientras escuchaba al contrario, empezando por su presentación y después el resto de argumentos sobre su supuesta deuda, inclinando un poco hacia atrás su cuerpo, cuando notó que el otro exhaló el humo de su cigarro, para así evitar que este alcanzara su rostro como la última vez, aunque en realidad solo lo había hecho por reflejo, pues el humo del cigarro no le molestaba en lo absoluto, ya que él mismo solía fumar con demasiada frecuencia.
— ¿De que clase de arreglo hablas? —Interrogó con fingida ingenuidad, después de esas palabras y su guiño, lo que se le antojo de cierta forma divertido y “conveniente” para el contrario, sin embargo pronto descubrió que aquello parecía ser únicamente una distracción, pues instantes después, aquella mano que se había mantenido extendida sosteniendo sus pertenencias, se hallaba vacía, ya que el otro se había tomado la libertad de dejarla así, por lo que la miró por unos instantes y después al de cabellos oscuros comenzar a guardarlas en su bolsillo. Chasqueó su lengua un tanto molesto consigo mismo por aquel descuido y con el otro por tener el cinismo de incluso despedirse mientras comenzaba a alejarse tranquilamente.
— ¡Espera! ¿A dónde crees que vas? —enunció mientras aceleraba un poco su paso hasta colocarse de frente al otro, para evitar que siguiese avanzando, al mismo tiempo que una de sus manos se alzaba hasta colocarse en el pecho ajeno, haciendo un tanto más evidente su intención de no dejarlo irse—. ¿No te parece que mi móvil vale mucho más que tu cigarrillo? —Enarcó una de sus cejas mientras clavaba su mirada en la del contrario, esperando su respuesta, aunque esta fuera más que obvia—. Puedes conservar los caramelos y estaremos a mano, así que por favor, devuélveme mi móvil. —Levantó su otra mano con la palma mirando hacia arriba, esperando que el otro hiciera lo que le estaba pidiendo, aunque por otra parte suponía que el otro iba a negarse, no porque creyera que era un ladrón o algo por el estilo, sino por el simple hecho de molestarlo, pues parecía que era del tipo de personas que disfrutaba haciéndolo.
Mantenía su vaga sonrisa en los labios, mientras escuchaba al contrario, empezando por su presentación y después el resto de argumentos sobre su supuesta deuda, inclinando un poco hacia atrás su cuerpo, cuando notó que el otro exhaló el humo de su cigarro, para así evitar que este alcanzara su rostro como la última vez, aunque en realidad solo lo había hecho por reflejo, pues el humo del cigarro no le molestaba en lo absoluto, ya que él mismo solía fumar con demasiada frecuencia.
— ¿De que clase de arreglo hablas? —Interrogó con fingida ingenuidad, después de esas palabras y su guiño, lo que se le antojo de cierta forma divertido y “conveniente” para el contrario, sin embargo pronto descubrió que aquello parecía ser únicamente una distracción, pues instantes después, aquella mano que se había mantenido extendida sosteniendo sus pertenencias, se hallaba vacía, ya que el otro se había tomado la libertad de dejarla así, por lo que la miró por unos instantes y después al de cabellos oscuros comenzar a guardarlas en su bolsillo. Chasqueó su lengua un tanto molesto consigo mismo por aquel descuido y con el otro por tener el cinismo de incluso despedirse mientras comenzaba a alejarse tranquilamente.
— ¡Espera! ¿A dónde crees que vas? —enunció mientras aceleraba un poco su paso hasta colocarse de frente al otro, para evitar que siguiese avanzando, al mismo tiempo que una de sus manos se alzaba hasta colocarse en el pecho ajeno, haciendo un tanto más evidente su intención de no dejarlo irse—. ¿No te parece que mi móvil vale mucho más que tu cigarrillo? —Enarcó una de sus cejas mientras clavaba su mirada en la del contrario, esperando su respuesta, aunque esta fuera más que obvia—. Puedes conservar los caramelos y estaremos a mano, así que por favor, devuélveme mi móvil. —Levantó su otra mano con la palma mirando hacia arriba, esperando que el otro hiciera lo que le estaba pidiendo, aunque por otra parte suponía que el otro iba a negarse, no porque creyera que era un ladrón o algo por el estilo, sino por el simple hecho de molestarlo, pues parecía que era del tipo de personas que disfrutaba haciéndolo.
Rem- Jefe de Policía
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