Deep Grief {Libre}
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Deep Grief {Libre}
En punto de las 9:00pm; esa era justo la hora en la que el club abría sus puertas dando entrada a todo aquel que estuviera dispuesto y deseoso de invertir en una buena noche de diversión. Por supuesto no era como que la gente abordara el sitio desde esa hora o una enorme fila esperara fuera por la apertura del sitio sino que este se llenaba poco a poco, la gente, llegaba con calma y tomaba un trago antes de la madrugada donde daba inicio apenas la velada. Naru, acostumbraba todas las noches – a excepción de esta –, dejar todo en manos de los contados empleados de confianza que tenía el club; les deja abrir y cerrar el lugar, atender cualquier problema de los clientes mientras él se daba el lujo de mezclarse ya entrada la madrugada entre la multitud.
Pero en esta ocasión, con las puertas del club abiertas apenas hacia unos minutos, se paseaba distraídamente por entre las mesas del lugar. Iba como siempre, con esa mirada altiva y ese semblante serio y distante que mostraba la mayor parte del tiempo; ataviado con unas botas que llegaban a mitad de su pantorrilla, unos pantalones oscuros, holgados hasta la cadera donde un cinturón de piel atezada le ajustaba firmemente a su cadera; su torso era cubierto únicamente por un saco negro y remangado, y de su cuello colgaba una cadena de eslabones platas que entre cada uno de ellos adornaba una pequeña espina.
Su mano izquierda iba constantemente hacia sus cabellos, los cuales echaba hacia atrás para despejar su vista que esos rebeldes mechones se empeñaban en ocultar mientras su derecha se ocultaba flojamente dentro del bolsillo de su pantalón. De vez en cuando su mirada se deslizaba por los pocos presentes y aunque estos – al estar al tanto de quien era – le dedicaran una venía de saludo, Naru se limitaba turbar su semblante serio con unos mohines que aparecían y se desvanecían.
Avanzó por el sitio directo al lugar que era de su predilección; una mesa ni muy privada ni muy expuesta donde gustaba de sentarse a beber mientras observaba los contoneos de sus bellas piezas exóticas al pasar o cuando se daba el caso, se encargaba de elegir a una de estas para que le atendiese siendo en muy contadas ocasiones cuando decidía llevarse a alguna a su residencia o algún hotel, lo que se le viniera en gana primero. “Su mesa” estaba compuesta por únicamente un sofá algo largo donde cabrían apenas dos personas y una pequeña mesa frente a esta y al llegar siempre se acomodaba de la misma manera: se giraba frente al sofá, se dejaba caer para sentarse y abría a sus anchas las piernas mientras sus codos se apoyaban en el borde del respaldo, dejando que sus brazos colgaran un poco de este.
Ni siquiera tuvo que levantar un dedo para que alguien se acercara a ofrecerle alguna bebida y ante ello pidió un fernet con agua mineral. Su bebida fue llevada a su mesa en cuestión de algunos minutos y se dispuso a beber de esta, saboreando en su lengua el amargoso sabor del licor y las cosquillas que le dejaba sobre la lengua el gas del agua mineral.
El tiempo pasaba con calma y aunque de momento se aburría, se dedicó únicamente a observar a las figuras que iban llegando al sitio tanto como a las que moraban en este y salían de su escondite para atender – como era su tarea – a los clientes más adinerados del sitio. Pronto darían ya las 12:00am, él ya iba por el cuarto vaso de licor, y con la madrugada llegaría la hora, su hora para divertirse, además que durante todo el rato no había estado observando por nada. Tenía en la mira un par de rostros que andaban de un lado a otro cumpliendo con su trabajo.
Era muy especial al momento de elegir a uno; si bien todos tenían un rostro atractivo y aunque al principio pudiera únicamente elegir al que más le gustara, si este lo aburría simplemente lo botaba y cambiaba por otro más; pero justo ahora había visto dos que llamaban su atención. Y aunque bien pudo haber hecho su elección llamando a ambos optó por una salida mucho más divertida; de uno de los bolsillos de su pantalón extrajo una moneda y asigno el sello para uno y la cruz para el otro. Esperó un instante, el momento en que ambas mascotas estuvieran cruzándose por delante de su mesa y en ese momento arrojó la moneda al aire dejándole caer libremente sobre la mesa; la pequeña moneda chocó en la mesa y empezó a girar sobre el borde deslizándose a una esquina del mueble de donde cayó al suelo y terminó por rodar hacia bajo el sofá.
Soltó un suspiro con algo de molestia y rodó los ojos antes de volver la mirada hacia aquellas mascotas y entonces, estiró una de sus manos para señalar a uno de ellos mientras musitaba alto y firme:
— ¡Ey tú! Acércate — Su tono adusto dejaba más que claro que era un orden y una vez hecha no tenía por qué dudar que se cumpliría; sonrió divertido y recargó sobre respaldo del sofá encorvando solo un poco la espalda mientras una de sus manos se encargaba de acercarle el amargoso licor a los labios para darle un prolongado trago sin dejar de mirar a la mascota que había llamado.
Pero en esta ocasión, con las puertas del club abiertas apenas hacia unos minutos, se paseaba distraídamente por entre las mesas del lugar. Iba como siempre, con esa mirada altiva y ese semblante serio y distante que mostraba la mayor parte del tiempo; ataviado con unas botas que llegaban a mitad de su pantorrilla, unos pantalones oscuros, holgados hasta la cadera donde un cinturón de piel atezada le ajustaba firmemente a su cadera; su torso era cubierto únicamente por un saco negro y remangado, y de su cuello colgaba una cadena de eslabones platas que entre cada uno de ellos adornaba una pequeña espina.
Su mano izquierda iba constantemente hacia sus cabellos, los cuales echaba hacia atrás para despejar su vista que esos rebeldes mechones se empeñaban en ocultar mientras su derecha se ocultaba flojamente dentro del bolsillo de su pantalón. De vez en cuando su mirada se deslizaba por los pocos presentes y aunque estos – al estar al tanto de quien era – le dedicaran una venía de saludo, Naru se limitaba turbar su semblante serio con unos mohines que aparecían y se desvanecían.
Avanzó por el sitio directo al lugar que era de su predilección; una mesa ni muy privada ni muy expuesta donde gustaba de sentarse a beber mientras observaba los contoneos de sus bellas piezas exóticas al pasar o cuando se daba el caso, se encargaba de elegir a una de estas para que le atendiese siendo en muy contadas ocasiones cuando decidía llevarse a alguna a su residencia o algún hotel, lo que se le viniera en gana primero. “Su mesa” estaba compuesta por únicamente un sofá algo largo donde cabrían apenas dos personas y una pequeña mesa frente a esta y al llegar siempre se acomodaba de la misma manera: se giraba frente al sofá, se dejaba caer para sentarse y abría a sus anchas las piernas mientras sus codos se apoyaban en el borde del respaldo, dejando que sus brazos colgaran un poco de este.
Ni siquiera tuvo que levantar un dedo para que alguien se acercara a ofrecerle alguna bebida y ante ello pidió un fernet con agua mineral. Su bebida fue llevada a su mesa en cuestión de algunos minutos y se dispuso a beber de esta, saboreando en su lengua el amargoso sabor del licor y las cosquillas que le dejaba sobre la lengua el gas del agua mineral.
El tiempo pasaba con calma y aunque de momento se aburría, se dedicó únicamente a observar a las figuras que iban llegando al sitio tanto como a las que moraban en este y salían de su escondite para atender – como era su tarea – a los clientes más adinerados del sitio. Pronto darían ya las 12:00am, él ya iba por el cuarto vaso de licor, y con la madrugada llegaría la hora, su hora para divertirse, además que durante todo el rato no había estado observando por nada. Tenía en la mira un par de rostros que andaban de un lado a otro cumpliendo con su trabajo.
Era muy especial al momento de elegir a uno; si bien todos tenían un rostro atractivo y aunque al principio pudiera únicamente elegir al que más le gustara, si este lo aburría simplemente lo botaba y cambiaba por otro más; pero justo ahora había visto dos que llamaban su atención. Y aunque bien pudo haber hecho su elección llamando a ambos optó por una salida mucho más divertida; de uno de los bolsillos de su pantalón extrajo una moneda y asigno el sello para uno y la cruz para el otro. Esperó un instante, el momento en que ambas mascotas estuvieran cruzándose por delante de su mesa y en ese momento arrojó la moneda al aire dejándole caer libremente sobre la mesa; la pequeña moneda chocó en la mesa y empezó a girar sobre el borde deslizándose a una esquina del mueble de donde cayó al suelo y terminó por rodar hacia bajo el sofá.
Soltó un suspiro con algo de molestia y rodó los ojos antes de volver la mirada hacia aquellas mascotas y entonces, estiró una de sus manos para señalar a uno de ellos mientras musitaba alto y firme:
— ¡Ey tú! Acércate — Su tono adusto dejaba más que claro que era un orden y una vez hecha no tenía por qué dudar que se cumpliría; sonrió divertido y recargó sobre respaldo del sofá encorvando solo un poco la espalda mientras una de sus manos se encargaba de acercarle el amargoso licor a los labios para darle un prolongado trago sin dejar de mirar a la mascota que había llamado.
Re: Deep Grief {Libre}
La tarde comenzaba poco a poco a caer trayéndo consigo el fulgiente naranjo del sol a aquellas horas. Su descanso casi terminaba y el ambiente dentro del club comenzaba a prenderse con lentitud, esa misma lentitud con la que el sol se escondía tras el horizonte antes de darle rienda suelta a la oscuridad de esa noche que se anunciaba con una hermosa luna despejada, una de sus favoritas si podía decirlo. Un verdadero desperdicio el estar tan ocupado para no poder verlo.
Había terminado hacía poco de darse una ducha para poder reemplazar la informal ropa con la que había llegado por una más acorde con lo que era su papel dentro de los pets, y claro, dentro de lo que eran sus locas ocurrencias al momento de vestirse con esa falta de verguenza suya y su alma llena del gusto por lo diferente. Su traje consistía en eso, habiéndose atrevido a llevar unas pantis caladas con un short negro que alcanzaba a llegarle un poco más arriba de la mitad de su muslo, aquello con una camisa negra y una chaqueta igual de oscura en estilo vestón. Terminaba de abrochar aquellas negras botas que alcanzaban sus rodillas y ya para cuando vagamente iba a ordenar su cabello pudo notar como la algarabía se armaba afuera como signo de que los clientes estaban comenzando a llegar y su noche comenzaba como siempre. Era hora de olvidarse de la tranquilidad.
Acabó con su vestuario ya limitándose a acomodar su chaqueta y su corbata de moño, permitiéndole total libertad de movimiento a su manchada y gruesa cola así como también a sus mullidas orejas para saciar los fetiches de los clientes; satisfacer la curiosidad de lo que querían ver al ir a ese estrafalario club.
Se aventuró al poco rato a salir a lo que era la vista de los clientes, comenzándo a pasearse por el lugar como siempre hasta que algún cliente le llamase interesado. A veces solían tocarle mujeres, otras veces chicos, todo estaba permitido en cuanto se refiriese al sexo, así como también los gustos.
El amo de lo voluble - tal vez exagerándo en cierta forma - alguien que podía cambiar para el agrado de un acompañante tímido o para uno travieso, nada podía ser imposible para un tipo como él a quién todo le venía como juego. Nuevos retos en ocasiones más que simples jugarretas, de seguro eran de esos los que le mantenían divertido.
En esta ocasión - como pocas - andaba algo más callado que en otras veces, limitándose entre clientes y clientes que venían hacia él a simples ladinas sonrisas y una que otra mirada de reojo. Posiblemente a causa de la poca motivación que le estaba entregándo su trabajo, poca motivación frente a lo poco interesantes que resultaban aquellos que pedían su compañía... poca motivación a lo poco que podía él mismo divertirse, obviamente, sin contar aquellas bribonadas que podían permitirle los mismos clientes.
Ya terminaba por despachar a uno de sus terceros clientes entre trago y trago, agradeciéndo interiormente su resistencia al alcohol, pero se hacía inevitable a esas alturas de la noche el no tener cierto aroma en la boca a alcohol que disimulaba a ratos con bebidas más dulces o cercanos a la menta; sería mal visto si el pet huele más a alcohol que el mismo cliente, ¿no?.
Disimuló el gesto en el momento en el que se vió más desocupado y libre de clientes, reincorporándose al poco tiempo nuevamente con sus pares para recibir a los nuevos clientes que entraban en busca de más de lo mismo.
Una sutil sonrisa se acomodaba en su rostro una vez más como parte de su personaje, de aquel atento que iba de allá para acá a cada pedido.
Su mirada poco tardó en toparse con todo un personaje que se hallaba solo en uno de las tantas mesas que ese lugar brindaba. ¿Conocido?... para nada, juraba no haber visto su rostro en ningún lado dentro de lo que era su mala memoria que sólo se molestaba en guardar lo que le convenía. Le notaba algo molesto e ignoraba su por qué pero claramente lo que no pudo ignorar fue aquella orden; ''vaya tipo... ''.
Suponía al menos que aquel gesto había sido dirigido para él por lo que se acercó sin rodeos a su petición, inclinándose en una ligera reverencia para saludarle y con ello, volviéndo a la típica tenue sonrisa que había llevado durante toda la noche.
- ¿Desea que sea su acompañante por esta noche? - murmuró volviéndo a su postura erguida, observándole - ... ¿o es que se le ofrece algo más? - sus palabras se fueron al mismo plano de siempre bajo las formalidades que conservaba siempre en una primera instancia para con un cliente. - Tal vez desee que le brinde un nuevo trago - observó de reojo su copa entre tanto su cola se meneaba con soltura y lentitud, esperándo su orden.... una que no prometía del todo en cumplir.
Había terminado hacía poco de darse una ducha para poder reemplazar la informal ropa con la que había llegado por una más acorde con lo que era su papel dentro de los pets, y claro, dentro de lo que eran sus locas ocurrencias al momento de vestirse con esa falta de verguenza suya y su alma llena del gusto por lo diferente. Su traje consistía en eso, habiéndose atrevido a llevar unas pantis caladas con un short negro que alcanzaba a llegarle un poco más arriba de la mitad de su muslo, aquello con una camisa negra y una chaqueta igual de oscura en estilo vestón. Terminaba de abrochar aquellas negras botas que alcanzaban sus rodillas y ya para cuando vagamente iba a ordenar su cabello pudo notar como la algarabía se armaba afuera como signo de que los clientes estaban comenzando a llegar y su noche comenzaba como siempre. Era hora de olvidarse de la tranquilidad.
Acabó con su vestuario ya limitándose a acomodar su chaqueta y su corbata de moño, permitiéndole total libertad de movimiento a su manchada y gruesa cola así como también a sus mullidas orejas para saciar los fetiches de los clientes; satisfacer la curiosidad de lo que querían ver al ir a ese estrafalario club.
Se aventuró al poco rato a salir a lo que era la vista de los clientes, comenzándo a pasearse por el lugar como siempre hasta que algún cliente le llamase interesado. A veces solían tocarle mujeres, otras veces chicos, todo estaba permitido en cuanto se refiriese al sexo, así como también los gustos.
El amo de lo voluble - tal vez exagerándo en cierta forma - alguien que podía cambiar para el agrado de un acompañante tímido o para uno travieso, nada podía ser imposible para un tipo como él a quién todo le venía como juego. Nuevos retos en ocasiones más que simples jugarretas, de seguro eran de esos los que le mantenían divertido.
En esta ocasión - como pocas - andaba algo más callado que en otras veces, limitándose entre clientes y clientes que venían hacia él a simples ladinas sonrisas y una que otra mirada de reojo. Posiblemente a causa de la poca motivación que le estaba entregándo su trabajo, poca motivación frente a lo poco interesantes que resultaban aquellos que pedían su compañía... poca motivación a lo poco que podía él mismo divertirse, obviamente, sin contar aquellas bribonadas que podían permitirle los mismos clientes.
Ya terminaba por despachar a uno de sus terceros clientes entre trago y trago, agradeciéndo interiormente su resistencia al alcohol, pero se hacía inevitable a esas alturas de la noche el no tener cierto aroma en la boca a alcohol que disimulaba a ratos con bebidas más dulces o cercanos a la menta; sería mal visto si el pet huele más a alcohol que el mismo cliente, ¿no?.
Disimuló el gesto en el momento en el que se vió más desocupado y libre de clientes, reincorporándose al poco tiempo nuevamente con sus pares para recibir a los nuevos clientes que entraban en busca de más de lo mismo.
Una sutil sonrisa se acomodaba en su rostro una vez más como parte de su personaje, de aquel atento que iba de allá para acá a cada pedido.
Su mirada poco tardó en toparse con todo un personaje que se hallaba solo en uno de las tantas mesas que ese lugar brindaba. ¿Conocido?... para nada, juraba no haber visto su rostro en ningún lado dentro de lo que era su mala memoria que sólo se molestaba en guardar lo que le convenía. Le notaba algo molesto e ignoraba su por qué pero claramente lo que no pudo ignorar fue aquella orden; ''vaya tipo... ''.
Suponía al menos que aquel gesto había sido dirigido para él por lo que se acercó sin rodeos a su petición, inclinándose en una ligera reverencia para saludarle y con ello, volviéndo a la típica tenue sonrisa que había llevado durante toda la noche.
- ¿Desea que sea su acompañante por esta noche? - murmuró volviéndo a su postura erguida, observándole - ... ¿o es que se le ofrece algo más? - sus palabras se fueron al mismo plano de siempre bajo las formalidades que conservaba siempre en una primera instancia para con un cliente. - Tal vez desee que le brinde un nuevo trago - observó de reojo su copa entre tanto su cola se meneaba con soltura y lentitud, esperándo su orden.... una que no prometía del todo en cumplir.
Darvish Kenji- Pet-Jaguar
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Fecha de inscripción : 05/04/2013
Localización : En donde desees tenerme.
Re: Deep Grief {Libre}
Su garganta se calentó deleitándole con el sabor a ocre de aquel licor y con un dejo de altiva en la mirada, observó cómo se acercaba el contrario. En primer lugar sus ojos se dedicaron a estudiarle; subieron y bajaron por su anatomía, analizaron cada prenda que llevaba y cuando le tuvo a una buena distancia, su penetrante mirada se encargó de escudriñar el rostro de quien tenía ahora delante. El fino cristal del vaso del que bebía fue lentamente alejado de sus labios y relamió estos un par de veces antes de regresar el vaso a la mesa que tenía delante.
Bien, como había alcanzado a vislumbrar a distancia era un joven atractivo sí, como todas las mascotas de su club eso era más que obvio y al menos ya con el estudio de apariencia ya había dado un paso hacia adelante; por supuesto eso era algo que solo el pelinegro sabía. Sin embargo eran aquellas interrogativas tan repentinas las que quizá le restarían “puntos”. Quizá para él contrario aquello era la manera más normal de atender a sus clientes y eso era válido pero Naru era en extremo especial y claro, era una orden a la vez.
Chasqueó la lengua repetidas veces mientras negaba con la cabeza y al detenerse sus ojos se fijaron duramente en los contrarios.
—Dije que te acercaras, no que hablaras—habló un tono indiferente y sus duro mirar era aderezado con un dejo de arrogancia que muchas veces mostraba de la nada, como si eso fuera ya lo más natural en él.
Curveó los labios en una socarrona sonrisa y apoyó firmemente sus botas para impulsarse y ponerse de pie. Sin ninguna clase de rodeo se acercó un paso más al contrario y estiró su mano derecha para tomarle por el mentón firmemente; su mano se encargó de manipular su rostro, le movió —de momento— suavemente de un lado a otro.
—Quieto— susurró áspero y mantuvo aquella sonrisa. Su mano soltó el rostro ajeno y llevó entonces sus manos a los bolsillos de su pantalón, seguidamente emprendió cortos pasos alrededor de aquel joven. Le observaba de arriba abajo y por un instante sus ojos siguieron el movimiento de aquella cola que se ondeaba de un lado a otro… le acechaba. Una de sus manos se alzó a acariciar muy superficialmente el pelaje de aquella cola y arrastró los dedos por toda la longitud de esta hasta donde se perdía entre las ropas que el contrario llevaba; en aquel punto —estando a sus espaldas—, llevó su mano a seguir el camino que la ropa no le dejaba y empujó sus dedos a la altura de la rabadilla hasta que estos se apoyaran firmemente en el sitio.
—Tu nombre— volvió a susurrar con el mismo tono hosco y guío su mano libre a posarse sobre el costado de la cadera ajena; sus dedos en la rabadilla comenzaron a deslizarse hacia el trasero y ahí abrió su mano para abarcar uno de los glúteos a palma abierta. Al mismo tiempo, sus manos se cerraron y ejercieron un apretón en los lugares que estaban, palpando la firmeza de los glúteos y la robustez de aquella cadera—.Nada mal…—murmuró más para si que para el contrario y alejó sus manos de aquellos lugares para continuar con sus cortos pasos sobre el entorno ajeno.
Al ubicarse paralelamente al cuerpo ajeno, giró el rostro y estiró el cuello lo suficiente para que su nariz se hundiera un poco entre aquellos lacios cabellos entre los cuales aspiró profundamente; a continuación elevó la cabeza y arrastró su nariz y labios por entre las hebras castañas dirigiéndose directamente a una de las orejas que sobresalían para tomarla entre sus dientes y propinarle apenas una indolora mordida en la punta de esta; sus dientes arañaron apenas esa pequeña porción y le soltó insertando una sonrisa maliciosa en sus labios.
Un par de pasos más volvieron a situarle delante del castaño y entonces llevó su mano izquierda al muslo derecho ajeno que convenientemente quedaba expuesto y su derecha se colocó en el pecho ajeno donde con las yemas de sus dedos ubicó aquel pequeño nódulo de piel en cual comenzó a estimular con la yema de uno de sus dedos por encima de la ropa.
—Bien, supongo que tú estás bien…—susurró y al mismo tiempo entre la yema de su pulgar e índice, propinó un pequeño pellizco en aquel pezón; entre tanto su manos sobre aquel muslo subía y bajaba con calma acariciando esa piel expuesta por un momento antes de alejarse.
Volvió a su sitio en aquel sofá con calma y una vez más se sentó a sus anchas con las piernas completamente abiertas; sus ojos estaban fijos en los ajenos y una pequeña curva se presentó en sus labios al recordar con el tacto lo que había hecho recientemente sobre el castaño.
—Ven—musitó firme—, siéntate justo aquí. — Con la mirada apunto su pierna derecha y ladeó su rostro sin dejar de estar pendiente de que su orden fuera cumplida.
Bien, como había alcanzado a vislumbrar a distancia era un joven atractivo sí, como todas las mascotas de su club eso era más que obvio y al menos ya con el estudio de apariencia ya había dado un paso hacia adelante; por supuesto eso era algo que solo el pelinegro sabía. Sin embargo eran aquellas interrogativas tan repentinas las que quizá le restarían “puntos”. Quizá para él contrario aquello era la manera más normal de atender a sus clientes y eso era válido pero Naru era en extremo especial y claro, era una orden a la vez.
Chasqueó la lengua repetidas veces mientras negaba con la cabeza y al detenerse sus ojos se fijaron duramente en los contrarios.
—Dije que te acercaras, no que hablaras—habló un tono indiferente y sus duro mirar era aderezado con un dejo de arrogancia que muchas veces mostraba de la nada, como si eso fuera ya lo más natural en él.
Curveó los labios en una socarrona sonrisa y apoyó firmemente sus botas para impulsarse y ponerse de pie. Sin ninguna clase de rodeo se acercó un paso más al contrario y estiró su mano derecha para tomarle por el mentón firmemente; su mano se encargó de manipular su rostro, le movió —de momento— suavemente de un lado a otro.
—Quieto— susurró áspero y mantuvo aquella sonrisa. Su mano soltó el rostro ajeno y llevó entonces sus manos a los bolsillos de su pantalón, seguidamente emprendió cortos pasos alrededor de aquel joven. Le observaba de arriba abajo y por un instante sus ojos siguieron el movimiento de aquella cola que se ondeaba de un lado a otro… le acechaba. Una de sus manos se alzó a acariciar muy superficialmente el pelaje de aquella cola y arrastró los dedos por toda la longitud de esta hasta donde se perdía entre las ropas que el contrario llevaba; en aquel punto —estando a sus espaldas—, llevó su mano a seguir el camino que la ropa no le dejaba y empujó sus dedos a la altura de la rabadilla hasta que estos se apoyaran firmemente en el sitio.
—Tu nombre— volvió a susurrar con el mismo tono hosco y guío su mano libre a posarse sobre el costado de la cadera ajena; sus dedos en la rabadilla comenzaron a deslizarse hacia el trasero y ahí abrió su mano para abarcar uno de los glúteos a palma abierta. Al mismo tiempo, sus manos se cerraron y ejercieron un apretón en los lugares que estaban, palpando la firmeza de los glúteos y la robustez de aquella cadera—.Nada mal…—murmuró más para si que para el contrario y alejó sus manos de aquellos lugares para continuar con sus cortos pasos sobre el entorno ajeno.
Al ubicarse paralelamente al cuerpo ajeno, giró el rostro y estiró el cuello lo suficiente para que su nariz se hundiera un poco entre aquellos lacios cabellos entre los cuales aspiró profundamente; a continuación elevó la cabeza y arrastró su nariz y labios por entre las hebras castañas dirigiéndose directamente a una de las orejas que sobresalían para tomarla entre sus dientes y propinarle apenas una indolora mordida en la punta de esta; sus dientes arañaron apenas esa pequeña porción y le soltó insertando una sonrisa maliciosa en sus labios.
Un par de pasos más volvieron a situarle delante del castaño y entonces llevó su mano izquierda al muslo derecho ajeno que convenientemente quedaba expuesto y su derecha se colocó en el pecho ajeno donde con las yemas de sus dedos ubicó aquel pequeño nódulo de piel en cual comenzó a estimular con la yema de uno de sus dedos por encima de la ropa.
—Bien, supongo que tú estás bien…—susurró y al mismo tiempo entre la yema de su pulgar e índice, propinó un pequeño pellizco en aquel pezón; entre tanto su manos sobre aquel muslo subía y bajaba con calma acariciando esa piel expuesta por un momento antes de alejarse.
Volvió a su sitio en aquel sofá con calma y una vez más se sentó a sus anchas con las piernas completamente abiertas; sus ojos estaban fijos en los ajenos y una pequeña curva se presentó en sus labios al recordar con el tacto lo que había hecho recientemente sobre el castaño.
—Ven—musitó firme—, siéntate justo aquí. — Con la mirada apunto su pierna derecha y ladeó su rostro sin dejar de estar pendiente de que su orden fuera cumplida.
Re: Deep Grief {Libre}
Logró notar desde una primera instancia aquella mirada que le se dirigía casi como un reproche, que luego de escuchar las razones que tenía para ello, logró sacarle una sonrisa casi imperceptible; aún cuando sonaba demasiado poco elocuente el decir algo como aquello cuando las intenciones de sus palabras no resultaban incorrectas, no podía negar que tenía razón y ya por el simple hecho de ser cliente... más aún se suponía. Un cliente así de 'especial' se tenía poco, de seguro resultaba mejor el seguirle por lo bajo a sus peticiones para que se fuese complacido y... luego.
Se dejó al movimiento del otro así como también a su petición, dejándo quieta su cola dentro de lo que eran los movimientos innevitables del balanceo felino de esta. Mantenía su vista al frente y relajaba, aún cuando el otro se mantenía rodeándole para continuar observándo, quizás manteniéndose con cierta curiosidad ante lo que era su notoria 'prueba' que estaba llevándo a cabo, vagamente imaginándo lo que él haría en su lugar si llegara a ser tan en extremo exigente como él.
Quizás aquel toque del otro en su cola logró incomodarle en un momento por el simple hecho que que estaba más acostumbrado a atacar que a ser dócil frente a un movimiento como ese que claramente pocos lograban realizarlo. Su cola era algo que no le agradaba que tocaran tan fácilmente, pero claro, ya no podía hacer mucho contra eso cuando el otro estaba inmerso en ello. Nuevamente aquello no se denotaba en su neutro rostro, pero sí en su cola a través del sutil arco de tendió a formar a medida que subía la mano ajena por esta.
- Kenji... Darvirsh Kenji - murmuró corto para simplemente darle en el gusto con su respuesta, manteniéndose en la misma posición y ya relajándo un poco lo que era el movimiento de su cola.
Aquella impertinente mano le había dejado de molestar al ya haber abandonado su cola, aún cuando se había atrevido a acercarse a su cadera y próximamente a su trasero bajo un movimiento predescible y que aún así logró sobresaltarle hasta cierto punto. ''Deberías dejarme tocar a mi también al menos como recompensa por esto... ¿no crees?''.
Nuevamente percibía un movimiento en el contrario. Le observaba de reojo ahora que podía para seguir sus movimientos de cerca, alzándo ligeramente sus orejas al notarle aproximarse un poco más, limitándose a una ligera sonrisa al notar que le estaba oliendo, sin duda único... ¿tal vez un hombre que venía a catar si el servicio resultaba óptimo?; no, era difícil pensar que por primera vez un cliente se acercaba a olerle antes de elegirle como acompañante, posiblemente del sexo opuesto resultaba más común... y hasta cierto punto.
Su mordida logró sacarle de sus pensamientos sin sentido, volviéndo la mirada al otro luego de ello bajo su rostro neutral aún cuando había logrado crispar nuevamente su cola, lográndo notar aquella sonrisa malintencionada, por primera vez molestándose vagamente en devolvérsela.
Nuevamente le tenía frente a sí de regreso para su alivio aún cuando le veía aventurarse en otros movimientos con él, en donde ahora hasta su propio muslo se veía tocado por esa mano que indudablemente le parecía impertinente una vez más, todavía más cuando también su otra mano se atrevía a tocarle el pecho. Una inspiración algo forzada se dejó sentir como respuesta que luego de aquel cumplido -que lograba dejarle cierto gusto a poco luego de todo lo que había tocado en tan poco rato- y a su posterior nueva acción, lograban trasformar aquello en una pesada espiración, más frente por lo sorpresivo que había venido más que a la vaga sensación.
Inclinó su cabeza de forma algo tardía por su cumplido, dirigiéndole una mirada un tanto fiera de momento que luego pasó a suavisarse tal como antes. Sí, posiblemente las ganas de devolvérselo cobraban vida en su interior aún cuando no lo exteriorizaba bajo esa sinuosa sonrisa.
Una nueva orden venía luego de que el otro terminara de volver a su asiento, una orden que le llamó un tanto la atención al ser él uno de entre los pets más adultos; él no tenía cuerpo de niño como para esas cosas como antes aún cuando su cuerpo fuese bastante delgado, y prácticamente no recordaba cuándo había sido la última vez que un cliente le pidió algo como eso.
Su cola volvía a hablar por él ante su rígido estado con aquella punta que se oscilaba de un lado a otro entre tanto sus pasos se acercaban aún así con determinación y sin rastro alguno de pusilanimidad, no había hecho nada que lo mereciera aún por lo que mantendría por un poco más de tiempo aquella dura actitud.
Se acercó un poco más al otro mientras sostenía su mirada en ello, inclinándose luego dentro de la cercanía para sentarse en donde lo había indicado y dado a que la postura de niño tímido o por su contrario uno que ansiaba que le cogieran no le venía en lo absoluto, se limitó a apoyar una de sus manos en la rodilla ajena y otra contra el respaldo del sofá, manteniéndo en ello el rostro algo alejado para que no notase demasiado el olor dulce y el alcohol ya se podían apreciar mezclados en su aliento, no deseaba que ahora le molestase con ello también.
Su cola continuaba moviéndose algo inquieta, mientras que su mirada se clavaba en él con algo de curiosidad; la prueba había terminado, ¿cierto?, ¿cuándo podía ser él el que hablara o es que se iba a quedar así durante todo el rato?.
Obedecerle durante todo el tiempo que resultase necesario, luego devolverselo y hasta doblegárlo cuando no lo notara era una idea que se paseaba traviesa en su mente. Se mantenía en el negocio como un activo que en una que otra rara ocasión pasaba a ser pasivo... sumiso nunca, por lo que aquella posibilidad se le hacía interesante, pero claro... debía de lograr conocer algo más de aquel inusual hombre como para intentarlo y no perder en ello; claramente pensamientos notables que conseguían esconderse bajo aquella analizadora mirada que ahora se dedicaba a examinarle superficialmente al otro dentro de su silencio.
Se dejó al movimiento del otro así como también a su petición, dejándo quieta su cola dentro de lo que eran los movimientos innevitables del balanceo felino de esta. Mantenía su vista al frente y relajaba, aún cuando el otro se mantenía rodeándole para continuar observándo, quizás manteniéndose con cierta curiosidad ante lo que era su notoria 'prueba' que estaba llevándo a cabo, vagamente imaginándo lo que él haría en su lugar si llegara a ser tan en extremo exigente como él.
Quizás aquel toque del otro en su cola logró incomodarle en un momento por el simple hecho que que estaba más acostumbrado a atacar que a ser dócil frente a un movimiento como ese que claramente pocos lograban realizarlo. Su cola era algo que no le agradaba que tocaran tan fácilmente, pero claro, ya no podía hacer mucho contra eso cuando el otro estaba inmerso en ello. Nuevamente aquello no se denotaba en su neutro rostro, pero sí en su cola a través del sutil arco de tendió a formar a medida que subía la mano ajena por esta.
- Kenji... Darvirsh Kenji - murmuró corto para simplemente darle en el gusto con su respuesta, manteniéndose en la misma posición y ya relajándo un poco lo que era el movimiento de su cola.
Aquella impertinente mano le había dejado de molestar al ya haber abandonado su cola, aún cuando se había atrevido a acercarse a su cadera y próximamente a su trasero bajo un movimiento predescible y que aún así logró sobresaltarle hasta cierto punto. ''Deberías dejarme tocar a mi también al menos como recompensa por esto... ¿no crees?''.
Nuevamente percibía un movimiento en el contrario. Le observaba de reojo ahora que podía para seguir sus movimientos de cerca, alzándo ligeramente sus orejas al notarle aproximarse un poco más, limitándose a una ligera sonrisa al notar que le estaba oliendo, sin duda único... ¿tal vez un hombre que venía a catar si el servicio resultaba óptimo?; no, era difícil pensar que por primera vez un cliente se acercaba a olerle antes de elegirle como acompañante, posiblemente del sexo opuesto resultaba más común... y hasta cierto punto.
Su mordida logró sacarle de sus pensamientos sin sentido, volviéndo la mirada al otro luego de ello bajo su rostro neutral aún cuando había logrado crispar nuevamente su cola, lográndo notar aquella sonrisa malintencionada, por primera vez molestándose vagamente en devolvérsela.
Nuevamente le tenía frente a sí de regreso para su alivio aún cuando le veía aventurarse en otros movimientos con él, en donde ahora hasta su propio muslo se veía tocado por esa mano que indudablemente le parecía impertinente una vez más, todavía más cuando también su otra mano se atrevía a tocarle el pecho. Una inspiración algo forzada se dejó sentir como respuesta que luego de aquel cumplido -que lograba dejarle cierto gusto a poco luego de todo lo que había tocado en tan poco rato- y a su posterior nueva acción, lograban trasformar aquello en una pesada espiración, más frente por lo sorpresivo que había venido más que a la vaga sensación.
Inclinó su cabeza de forma algo tardía por su cumplido, dirigiéndole una mirada un tanto fiera de momento que luego pasó a suavisarse tal como antes. Sí, posiblemente las ganas de devolvérselo cobraban vida en su interior aún cuando no lo exteriorizaba bajo esa sinuosa sonrisa.
Una nueva orden venía luego de que el otro terminara de volver a su asiento, una orden que le llamó un tanto la atención al ser él uno de entre los pets más adultos; él no tenía cuerpo de niño como para esas cosas como antes aún cuando su cuerpo fuese bastante delgado, y prácticamente no recordaba cuándo había sido la última vez que un cliente le pidió algo como eso.
Su cola volvía a hablar por él ante su rígido estado con aquella punta que se oscilaba de un lado a otro entre tanto sus pasos se acercaban aún así con determinación y sin rastro alguno de pusilanimidad, no había hecho nada que lo mereciera aún por lo que mantendría por un poco más de tiempo aquella dura actitud.
Se acercó un poco más al otro mientras sostenía su mirada en ello, inclinándose luego dentro de la cercanía para sentarse en donde lo había indicado y dado a que la postura de niño tímido o por su contrario uno que ansiaba que le cogieran no le venía en lo absoluto, se limitó a apoyar una de sus manos en la rodilla ajena y otra contra el respaldo del sofá, manteniéndo en ello el rostro algo alejado para que no notase demasiado el olor dulce y el alcohol ya se podían apreciar mezclados en su aliento, no deseaba que ahora le molestase con ello también.
Su cola continuaba moviéndose algo inquieta, mientras que su mirada se clavaba en él con algo de curiosidad; la prueba había terminado, ¿cierto?, ¿cuándo podía ser él el que hablara o es que se iba a quedar así durante todo el rato?.
Obedecerle durante todo el tiempo que resultase necesario, luego devolverselo y hasta doblegárlo cuando no lo notara era una idea que se paseaba traviesa en su mente. Se mantenía en el negocio como un activo que en una que otra rara ocasión pasaba a ser pasivo... sumiso nunca, por lo que aquella posibilidad se le hacía interesante, pero claro... debía de lograr conocer algo más de aquel inusual hombre como para intentarlo y no perder en ello; claramente pensamientos notables que conseguían esconderse bajo aquella analizadora mirada que ahora se dedicaba a examinarle superficialmente al otro dentro de su silencio.
Darvish Kenji- Pet-Jaguar
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Re: Deep Grief {Libre}
Si había algo que le encantaba, eran los juegos. Juegos en los que participara gente con la actitud como la que al parecer tenía el pet delante de sus ojos. Había respondido como lo esperaba a lo que alcanzó a interrogar entre aquel breve reconocimiento que hizo de su persona y además se había mantenido quieto y relajado ante el “manoseo” que llevó Naru hacia breves instantes; eso, ya era un punto a su favor. Así que, seguro de que su último decreto se llevaría a cabo sin objeciones, se limitó a esperar pacientemente los escasos minutos que pasaron para que el castaño terminara por acercarse a donde estaba sentado.
El peso de aquel delgado cuerpo no le hizo removerse ni un instante, su pierna se mostró firme para recibir como nuevo lugar el cuerpo ajeno y únicamente (buscando una mejor comodidad para si), pasó su brazo derecho en torno a la cintura ajena, ensortijándole superficialmente con este.
—Buen chico— musitó curveando luego los labios en una faldera sonrisa para el contrario. El silencio fue algo que invadió por obviedad el entorno de ambos (pese a la música suave que ahora sonaba en el club) pero de momento tenía bastante tiempo para darse el lujo de dejar que esa quietud fuera y viniera entre ambos antes de romperla con un susurro en tono divertido—: Que seriedad, aunque comprendo, aún no he dado el permiso de que hables; por ahora claro…— Con su mano izquierda, hizo un ademán para que un pet que funcionaba de mesero esa noche se acercara. A este ordenó una botella de whisky y un pequeño cubo de hielos; hecho eso y mientras esperaba a que regresaran con lo ordenado volvió a dirigir su atención al castaño a quien había dejado en segundo plano por unos momentos.
—Pero deberías estar un poco más animoso. Digo, no cualquiera tiene la suerte de que yo le elija para jugar un rato y eso debería ser un buen incentivo para tu rostro tan serio. —Su brazo terminó por ovillarse con un poco más de fuerza, estrechando la cintura y obligando a que el cuerpo del contrario se pegara un tanto más al suyo—. Pero verás que, eso me da una pequeña idea para jugar, y bueno hoy tengo bastantes ansias de hacerlo y tú me das ideas…— Distraídamente, la punta de su lengua se asomó por la comisura de sus labios y con ayuda del agarre que mantenía, jaló el cuerpo ajeno hasta hacerle caer entre sus piernas.
Se valió de ambas manos (había dejado de sostener la cintura entre el movimiento y eso daba libertad a esa mano) y tomó la cadera para poder acomodar al castaño a manera que la espalda de este, pegara contra su pecho. En ese instante aquel mesero se encargó de dejar la botella y el cubo de hielo al alcance de ambos y se retiró sin decir palabra alguna.
—Veamos…—Susurró y acomodó enseguida su barbilla sobre el hombro izquierdo ajeno—. Hasta ahora has sido muy obediente y eso es bueno. Me pregunto: ¿Hasta dónde sería el límite para que obedecieras? — Sonrió para si y se apalancó sobre el castaño haciéndole encorvarse, con el único fin de alcanzar un cubito de hielo entre sus dedos izquierdos. Una vez hecho volvió a enderezarse y ovilló con el brazo derecho el torso ajeno, dejando su mano justo entre el pecho y el vientre de Kenji, haciendo apenas una presión para pegarle por completo hacia si—. Juguemos —Sentenció y giró su rostro para susurrarle enseguida—: Justo así, como estas ahora, en silencio y sin mostrar reflejo alguno; así tendrás que estar, sin importar lo que yo haga…lo que diga… o…—Su mano llevó aquel cubo de hielo directo a los labios ajenos y comenzó a humedecerlos paseando el frío por toda la curva de estos—. Lo que toque…— Culminó su oración con el relamer de sus labios y deslizó aquel hielo por la barbilla contraria, dirigiéndola hacia “la manzana de Adán” donde terminó por derretirle, dejando que aquella humedad corriera por lo que restaba, perdiéndose entre la piel que ya no tenía a la vista.
Bien, ya había declarado su juego y no esperaría una negativa ni daría oportunidad para una; había elegido al castaño como su acompañante y si este quería librarse de aquello la tenía muy difícil ya que Naru era algo empedernido y sobre todo irascible; aunque claro, tenía en cuenta que el buen desempeño del castaño en el juego merecía un premio (claro si lo lograba) así que, llevó esos dedos mojados suyos hacia un descubierto muslo ajeno donde comenzó pasearles divertido.
—Y bueno ahora viene una parte que seguramente te gustara. El premio: Si logras permanecer quieto y con el rostro inmutable; en la siguiente parte del juego te dejaré hablar libremente…—Bajó su mano hacia el vientre ajeno sin esperar la respuesta del castaño. Lo daba por hecho pues era su sentencia, así que, repitiendo el movimiento anterior, volvió a hacerse de un hielo con la misma mano; movimiento cuya única alteración fue, que su mano sobre el cuerpo ajeno se encargaba de abrir aquel short negro que llevaba el contrario. Una vez que volvió a acomodarse (con el hielo ya en mano y el short del contrario abierto) ladeó su rostro para pegar su mejilla a la ajena que tenía más próxima y entonces, musitó:
—Ahora viene la primera prueba…—De súbito, coló su mano desocupada bajo la camisa negra y llevó sus dedos a un pezón el cual comenzó a mover con la yema de su índice, justo al mismo tiempo que su otra mano se encargaba de llevar el objeto helado a bajo sus prendas inferiores (tanto el short como la interior), seguro de que este empezaría a derretirse por el calor de aquella zona y entonces el agua helada le correría por la entrepierna antes de templarse—.Ho… y sobre el castigo si no cumples con el juego… —sonrió ladinamente y se atrevió sin alguna clase de miramiento a envolver en su mano aquel bulto entre las piernas del contrario, otorgándole una sutil presión—. Te vas a desnudar para mi…justo sobre esa mesa…
El peso de aquel delgado cuerpo no le hizo removerse ni un instante, su pierna se mostró firme para recibir como nuevo lugar el cuerpo ajeno y únicamente (buscando una mejor comodidad para si), pasó su brazo derecho en torno a la cintura ajena, ensortijándole superficialmente con este.
—Buen chico— musitó curveando luego los labios en una faldera sonrisa para el contrario. El silencio fue algo que invadió por obviedad el entorno de ambos (pese a la música suave que ahora sonaba en el club) pero de momento tenía bastante tiempo para darse el lujo de dejar que esa quietud fuera y viniera entre ambos antes de romperla con un susurro en tono divertido—: Que seriedad, aunque comprendo, aún no he dado el permiso de que hables; por ahora claro…— Con su mano izquierda, hizo un ademán para que un pet que funcionaba de mesero esa noche se acercara. A este ordenó una botella de whisky y un pequeño cubo de hielos; hecho eso y mientras esperaba a que regresaran con lo ordenado volvió a dirigir su atención al castaño a quien había dejado en segundo plano por unos momentos.
—Pero deberías estar un poco más animoso. Digo, no cualquiera tiene la suerte de que yo le elija para jugar un rato y eso debería ser un buen incentivo para tu rostro tan serio. —Su brazo terminó por ovillarse con un poco más de fuerza, estrechando la cintura y obligando a que el cuerpo del contrario se pegara un tanto más al suyo—. Pero verás que, eso me da una pequeña idea para jugar, y bueno hoy tengo bastantes ansias de hacerlo y tú me das ideas…— Distraídamente, la punta de su lengua se asomó por la comisura de sus labios y con ayuda del agarre que mantenía, jaló el cuerpo ajeno hasta hacerle caer entre sus piernas.
Se valió de ambas manos (había dejado de sostener la cintura entre el movimiento y eso daba libertad a esa mano) y tomó la cadera para poder acomodar al castaño a manera que la espalda de este, pegara contra su pecho. En ese instante aquel mesero se encargó de dejar la botella y el cubo de hielo al alcance de ambos y se retiró sin decir palabra alguna.
—Veamos…—Susurró y acomodó enseguida su barbilla sobre el hombro izquierdo ajeno—. Hasta ahora has sido muy obediente y eso es bueno. Me pregunto: ¿Hasta dónde sería el límite para que obedecieras? — Sonrió para si y se apalancó sobre el castaño haciéndole encorvarse, con el único fin de alcanzar un cubito de hielo entre sus dedos izquierdos. Una vez hecho volvió a enderezarse y ovilló con el brazo derecho el torso ajeno, dejando su mano justo entre el pecho y el vientre de Kenji, haciendo apenas una presión para pegarle por completo hacia si—. Juguemos —Sentenció y giró su rostro para susurrarle enseguida—: Justo así, como estas ahora, en silencio y sin mostrar reflejo alguno; así tendrás que estar, sin importar lo que yo haga…lo que diga… o…—Su mano llevó aquel cubo de hielo directo a los labios ajenos y comenzó a humedecerlos paseando el frío por toda la curva de estos—. Lo que toque…— Culminó su oración con el relamer de sus labios y deslizó aquel hielo por la barbilla contraria, dirigiéndola hacia “la manzana de Adán” donde terminó por derretirle, dejando que aquella humedad corriera por lo que restaba, perdiéndose entre la piel que ya no tenía a la vista.
Bien, ya había declarado su juego y no esperaría una negativa ni daría oportunidad para una; había elegido al castaño como su acompañante y si este quería librarse de aquello la tenía muy difícil ya que Naru era algo empedernido y sobre todo irascible; aunque claro, tenía en cuenta que el buen desempeño del castaño en el juego merecía un premio (claro si lo lograba) así que, llevó esos dedos mojados suyos hacia un descubierto muslo ajeno donde comenzó pasearles divertido.
—Y bueno ahora viene una parte que seguramente te gustara. El premio: Si logras permanecer quieto y con el rostro inmutable; en la siguiente parte del juego te dejaré hablar libremente…—Bajó su mano hacia el vientre ajeno sin esperar la respuesta del castaño. Lo daba por hecho pues era su sentencia, así que, repitiendo el movimiento anterior, volvió a hacerse de un hielo con la misma mano; movimiento cuya única alteración fue, que su mano sobre el cuerpo ajeno se encargaba de abrir aquel short negro que llevaba el contrario. Una vez que volvió a acomodarse (con el hielo ya en mano y el short del contrario abierto) ladeó su rostro para pegar su mejilla a la ajena que tenía más próxima y entonces, musitó:
—Ahora viene la primera prueba…—De súbito, coló su mano desocupada bajo la camisa negra y llevó sus dedos a un pezón el cual comenzó a mover con la yema de su índice, justo al mismo tiempo que su otra mano se encargaba de llevar el objeto helado a bajo sus prendas inferiores (tanto el short como la interior), seguro de que este empezaría a derretirse por el calor de aquella zona y entonces el agua helada le correría por la entrepierna antes de templarse—.Ho… y sobre el castigo si no cumples con el juego… —sonrió ladinamente y se atrevió sin alguna clase de miramiento a envolver en su mano aquel bulto entre las piernas del contrario, otorgándole una sutil presión—. Te vas a desnudar para mi…justo sobre esa mesa…
Re: Deep Grief {Libre}
La mano ajena no parecía ser algo que le resultase molesto en aquella posición, y raramente menos aquella pseuda 'felicitación' de su parte que lograba hacerle sentir como un perro. El tono de la voz ajena cambiaba y él por su parte se mantenía atento a ello bajo el simple hecho de ya tratarse de un cliente más, en donde se recalcaba como siempre que cada palabra debía ser atendida hasta su última letra... los clásicos del buen servicio.
Posiblemente la idea de no poder hablar y responder a ciertas cosas conseguía que los movimientos de su cola se volvieran notorios frente a la incómoda imposibilidad. Cuando él era todo un hablador; sin duda resultaba un lío.
Dirigió su mirada por un momento al gesto que claramente no iba para él, quedándose un tanto interesado desde su posición a lo que había sido el pedido del otro, de aquel otro del cual aún desconocía el nombre. Una molestia que iba más ligado a la cortesía de la presentación, pero de todas formas, una incomodidad que carecía de mucha importancia ahora que el capricho del otro le impedía pronunciar palabra alguna. Volvió su mirada a él al escucharle nuevamente hablar con aquel divertido egocentrismo a su juicio. ''Heh... por ser un caso en particular que va de este modo; deberías trabajar un poco si es que lo que deseas es una sonrisa o alguien más animado'' . Sus mudos pensamientos vagaban nuevamente en respuesta, condensándose en una sola mirada en la que se entreveía el desafío. El hecho de que la cercanía se estrechara al acto ajeno únicamente logró provocar algo de sorpresa en lo súbito que había sido el movimiento, obligándole a quitar del respaldo del sofá su brazo para evitar caer en una incómoda postura. Posiblemente el hecho de escuchar de su boca la palabra 'juego', obtenía una respuesta bastante positiva en lo que era su personalidad. Su cola se movía con interés.
Claro, nuevamente perdía la concentración al llevar sus ojos a ese gesto del otro con su lengua, tomándolo una vez más por sorpresa con aquella nueva posición que poco dejaba ver al otro, más cuando tenía esa peligrosa cercanía.
El pedido llegaba y su colega se iba con implacable apuro ahora que el otro le había acomodado en aquella notable postura. Aprovechó de que el otro se valió de su hombro y así apoyar el mentón para mirarle de reojo en ello. Pero claro, sus dichos se le antojaban otra vez interesantes por la simple pregunta de '¿qué pretende ahora?'. Lo poco usual del comportamiento de ese cliente seguramente le venían con cierto 'encanto' al rasgo, dejándole meramente esperándo que aquello no fuese efímero como era usual que ocurriera. Le estaba subestimando un poco, sólo un poco... aún le faltaban cosas por ver y era únicamente por ello que todavía no se apresuraba a juicios.
El juego propuesto se dejaba escuchar con un nivel sutil de dificultad o al menos él por su parte considerábase bastante bueno en lo que al disimulo se trataba, a tal punto de asegurar que sus palabras no haría efecto alguno ante las diversas experiencias, y sus movimientos... pues, aún faltaba ver qué era lo que tocaría y cómo lo haría.
Sus labios se mantuvieron sutilmente cerrados aún con aquel roce con el frió de aquel cubo que por sus labios paseaba. El próximo destino de éste aún no lograba atormentormentarle con creces, consiguiéndo únicamente un escalofrío normal por el contraste de temperaturas en aquellas gotas que bajaban por su cuello hasta perderse bajo su camisa negra.
Sonrió sutil ante la presentación de los 'premios'. Definitivamente el otro le divertía con esas ocurrencias, más cuando esperaba que el premio fuese algo más considerable dado lo que ambicionaba intentar. Nunca estaba del todo satisfecho y eso era algo común en él que ahora relucía una vez más, sólo por ser cliente y él simple mascota suponía dejarlo pasar sin reclamos... después de todo, no había demasiados derechos para ello.
Se acomodó entre lo que era su posición dejándo caer relajados sus brazos sobre los muslos ajenos que se hallaban ahora a sus costados, dedicándole apenas una mirada ahora que el otro había reaccionado en una nueva acción. Su mirada bajaba ahora a seguir lo que esas manos impertinentes ahora intentaban entre tanto sus orejas continuaban atentas a lo que pasaba tras suyo propiamente tal, sus palabras.
Podía declarar que sus dedos acariciándole de manera más directa no le era digna de alguna muestra de algo en su rostro, mas el hecho de que se atreviese a intruducir un hielo en aquella zona cosechaba en él el que sus dientes se apretaran entre sí, acallándo una queja desde su garganta misma. ''Joder...''. Procuró continuar manteniéndo sus manos relajadas aún cuando sus brazos y sus piernas agarraban cierta tensión de lo que era la incómoda sensación fría. Su orgullo frente a los 'juegos' se lo impedía hasta cierto punto claramente por lo que no pretendía dejárle la victoria tan fácil... y si es que llegaba a tenerla, luego sería la revancha tal cual como se paseaba insinuante en su mente.
Frunció ligeramente el ceño con el frío agarre, trabajándo un poco para que aquella expresión se suavizace y normalizara prontamente. El castigo que antes de eso había sido presentado de nuevo se le antojaba en gracia; como si alguien como él tuviese pudor como para no hacerlo y aún sobre una mesa. Obviamente, no deseaba tentar su suerte con algo como eso, no era imbécil por lo que se limitaba en continuar con la compostura todavía cuando las miradas pendencieras iban y venían de manera casi inevitable de su parte con el simple autoconvencimiento de la victoria en ello.
Una ladina sonrisa curveaba sus labios por mera burla mientras su cola oscilaba nuevamente con lentitud, ya dentro de lo que era aparentar que el molesto frío en su entrepierna no era nada y que no lograba en lo absoluto erizar sutilmente su piel. El orgullo hacía dura mella en él, y no sería un simple cliente capaz de quitarle aquello y menos en una noche. ''Vamos, dilo... he ganado, ¿no es así?'' .
Posiblemente la idea de no poder hablar y responder a ciertas cosas conseguía que los movimientos de su cola se volvieran notorios frente a la incómoda imposibilidad. Cuando él era todo un hablador; sin duda resultaba un lío.
Dirigió su mirada por un momento al gesto que claramente no iba para él, quedándose un tanto interesado desde su posición a lo que había sido el pedido del otro, de aquel otro del cual aún desconocía el nombre. Una molestia que iba más ligado a la cortesía de la presentación, pero de todas formas, una incomodidad que carecía de mucha importancia ahora que el capricho del otro le impedía pronunciar palabra alguna. Volvió su mirada a él al escucharle nuevamente hablar con aquel divertido egocentrismo a su juicio. ''Heh... por ser un caso en particular que va de este modo; deberías trabajar un poco si es que lo que deseas es una sonrisa o alguien más animado'' . Sus mudos pensamientos vagaban nuevamente en respuesta, condensándose en una sola mirada en la que se entreveía el desafío. El hecho de que la cercanía se estrechara al acto ajeno únicamente logró provocar algo de sorpresa en lo súbito que había sido el movimiento, obligándole a quitar del respaldo del sofá su brazo para evitar caer en una incómoda postura. Posiblemente el hecho de escuchar de su boca la palabra 'juego', obtenía una respuesta bastante positiva en lo que era su personalidad. Su cola se movía con interés.
Claro, nuevamente perdía la concentración al llevar sus ojos a ese gesto del otro con su lengua, tomándolo una vez más por sorpresa con aquella nueva posición que poco dejaba ver al otro, más cuando tenía esa peligrosa cercanía.
El pedido llegaba y su colega se iba con implacable apuro ahora que el otro le había acomodado en aquella notable postura. Aprovechó de que el otro se valió de su hombro y así apoyar el mentón para mirarle de reojo en ello. Pero claro, sus dichos se le antojaban otra vez interesantes por la simple pregunta de '¿qué pretende ahora?'. Lo poco usual del comportamiento de ese cliente seguramente le venían con cierto 'encanto' al rasgo, dejándole meramente esperándo que aquello no fuese efímero como era usual que ocurriera. Le estaba subestimando un poco, sólo un poco... aún le faltaban cosas por ver y era únicamente por ello que todavía no se apresuraba a juicios.
El juego propuesto se dejaba escuchar con un nivel sutil de dificultad o al menos él por su parte considerábase bastante bueno en lo que al disimulo se trataba, a tal punto de asegurar que sus palabras no haría efecto alguno ante las diversas experiencias, y sus movimientos... pues, aún faltaba ver qué era lo que tocaría y cómo lo haría.
Sus labios se mantuvieron sutilmente cerrados aún con aquel roce con el frió de aquel cubo que por sus labios paseaba. El próximo destino de éste aún no lograba atormentormentarle con creces, consiguiéndo únicamente un escalofrío normal por el contraste de temperaturas en aquellas gotas que bajaban por su cuello hasta perderse bajo su camisa negra.
Sonrió sutil ante la presentación de los 'premios'. Definitivamente el otro le divertía con esas ocurrencias, más cuando esperaba que el premio fuese algo más considerable dado lo que ambicionaba intentar. Nunca estaba del todo satisfecho y eso era algo común en él que ahora relucía una vez más, sólo por ser cliente y él simple mascota suponía dejarlo pasar sin reclamos... después de todo, no había demasiados derechos para ello.
Se acomodó entre lo que era su posición dejándo caer relajados sus brazos sobre los muslos ajenos que se hallaban ahora a sus costados, dedicándole apenas una mirada ahora que el otro había reaccionado en una nueva acción. Su mirada bajaba ahora a seguir lo que esas manos impertinentes ahora intentaban entre tanto sus orejas continuaban atentas a lo que pasaba tras suyo propiamente tal, sus palabras.
Podía declarar que sus dedos acariciándole de manera más directa no le era digna de alguna muestra de algo en su rostro, mas el hecho de que se atreviese a intruducir un hielo en aquella zona cosechaba en él el que sus dientes se apretaran entre sí, acallándo una queja desde su garganta misma. ''Joder...''. Procuró continuar manteniéndo sus manos relajadas aún cuando sus brazos y sus piernas agarraban cierta tensión de lo que era la incómoda sensación fría. Su orgullo frente a los 'juegos' se lo impedía hasta cierto punto claramente por lo que no pretendía dejárle la victoria tan fácil... y si es que llegaba a tenerla, luego sería la revancha tal cual como se paseaba insinuante en su mente.
Frunció ligeramente el ceño con el frío agarre, trabajándo un poco para que aquella expresión se suavizace y normalizara prontamente. El castigo que antes de eso había sido presentado de nuevo se le antojaba en gracia; como si alguien como él tuviese pudor como para no hacerlo y aún sobre una mesa. Obviamente, no deseaba tentar su suerte con algo como eso, no era imbécil por lo que se limitaba en continuar con la compostura todavía cuando las miradas pendencieras iban y venían de manera casi inevitable de su parte con el simple autoconvencimiento de la victoria en ello.
Una ladina sonrisa curveaba sus labios por mera burla mientras su cola oscilaba nuevamente con lentitud, ya dentro de lo que era aparentar que el molesto frío en su entrepierna no era nada y que no lograba en lo absoluto erizar sutilmente su piel. El orgullo hacía dura mella en él, y no sería un simple cliente capaz de quitarle aquello y menos en una noche. ''Vamos, dilo... he ganado, ¿no es así?'' .
Darvish Kenji- Pet-Jaguar
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Re: Deep Grief {Libre}
Él mismo había relajado por completo sus músculos; los necesitaba alerta, atentos a cualquier reacción que pudiera tener el contrario en base a sus acciones, ya que, él, siendo tan especial para esa clase de juegos, no dejaría pasar ni el más mínimo respingo. Su mentón se encontraba cómodamente apoyado en el hombro del contrario y aunque de vez en cuando le echaba alguna que otra miradilla al rostro ajeno, la mayor parte de su atención estaba en observar su mano acunar aquella prominencia de la zona media del castaño.
—Oh~ Parece que me topé con uno algo difícil…— mencionó con diversión y giró su rostro lo suficiente para darle una pequeña lamida sobre la sien—.Supongo que deberé…—la yema de índice y pulgar, atraparon aquel nódulo con el que jugueteaba y otorgaron un pellizco que utilizó enseguida para jalar hasta que esa pequeña porción de piel se soltara de entre sus dedos—. Usar incentivos más duros para lograr lo que quiero….
Empezó por darle descarados apretones sobre aquel bulto que representaba su miembro; los daba ligeramente fuertes –quizá no para llegar a lastimar, pero si para que la sensación fuera certera aun pese a la ropa– y sus dedos bajo las prendas superiores repetían el movimiento anterior sobre el pezón y durante algunos minutos, se dedicó a dar pequeñas mordidas sobre la sien y parte de la mandíbula ajena. Entretenido –de momento– con aquellos movimientos, se dedicaba a pensar. No era la primera vez que le tocaba uno que fuera algo difícil de hacer ceder, pero no era como que por ello sus ideas se fueran por la borda, al contrario, le surgían unas tantas más y el hecho de que el castaño reaccionara hasta ahora de una manera aceptable para con su juego, le hacía saber que había elegido aleatoriamente bien.
Sonrío en sus adentros y furtivamente fue retirando sus manos del cuerpo ajeno, mientras le susurraba con los labios pegados a la tierna piel de la mejilla que tenía al alcance:
—Que minino tan obediente…— comenzó a frotar sus labios sobre aquella zona, mientras en ellos bailaba una sonrisa ladina y sus manos se afianzaron a la cadera ajena—.Buen chico, te has ganado el punto de la primera ronda…—cerró sus manos en torno a la cadera y empujó esta para elevar el cuerpo ajeno hasta hacerle poner de pie. A renglón seguido, le dio la vuelta por medio del mismo agarre y tiró hacía del castaño para hacerle sentar nuevamente. Esta vez, de frente a como estaba Naru sentado—. Puedes hablar ahora, lo cual considero necesario para la siguiente parte del juego.
Bajó sus manos a los muslos y manipuló las piernas ajenas de manera que estas quedaran a los lados de las propias. Su propia entrepierna quedó muy próxima de la ajena y como si aquel acercamiento no fuera suficiente, pasó sus manos en una prolongada caricia por los costados, directo a anidar sobre los glúteos del castaño. Justo ahí apretó y empujó al mismo tiempo, ocasionando un superficial pero deleitante roce.
—Cómo te darás cuenta, no soy de andarme con muchos rodeos y tampoco soy alguien fácil de complacer— musitaba tranquilo y entre tanto, sus manos se daban a la tarea de “amasar” los glúteos ajenos—, me agrada conocer con quien trato, pero también me fascina ponerles a prueba antes de tomar una decisión absoluta…—sonrió con cierto dejo faldero y acercó su rostro a aquel moño que coronaba la camisa del castaño. Con la fina tela entre los dientes, tiró con fuerza y arrancó sin preámbulos aquel moño, dejándole a la vista un poco más del cuello ajeno que seguidamente se acercó a lamer—. Tú no vas nada mal y espero que así sigas. Te advierto que continuare poniendo pruebas hasta estar satisfecho y si crees que por estar en público me reprimiré de hacer algo…te equivocas… buscaré tu limite… me daré cuenta de lo que te avergüenza, de lo que te gusta; haré cosas que harán que me odies y al mismo tiempo no querrás que detenga…—soltó una risa escueta y enseguida volvió a erguirse para mirar a Kenji de frente, colocándole la mirada sobre la suya—. Si crees poder con eso… te quedaras quieto y hablaras como así lo he permitido, para darle pie a la siguiente ronda…
Pasó su mano izquierda a la parte delantera del short y tironeó de este y aquella prenda interior –que ahora que miraba más de cerca, le hizo curvear los labios con cierta diversión–, dejando que la hombría del castaño quedara expuesta.
—Ahora verás que yo me seguiré encargando de… mover las manos~ pero, harás uso de tu premio para decirme todas y cada una de las cosas que sientes mientras lo hago…— mientras su mano aun en el trasero del castaño continuaba magreando el sitio, la otra se dio a la tarea de tomar la punta del órgano ajeno, concentrando primeramente las yemas de sus dedos trasera de este, donde dio inicio a una oleada de caricias que iban y venían por toda la longitud—. Se detallista. Dime dónde es que sientes más cuando toco… dónde hace que se te suba el calor al rostro… que roce hace que te erices… y cual no. —Se relamió los labios y lentamente comenzó a ensortijar sus dedos sobre la parte media del miembro contrario—. Y si tu monólogo me convence, te daré la libertad, de una de tus manos…
No necesitaba decir más; sus manos se habían comenzado a mover y él, acercó de nuevo su rostro al cuello ajeno donde empezó una pequeña rutina sobre uno de los recovecos: succión, beso, mordisco… Dejaba pequeñas huellas a lo largo de la albina piel y sus manos no se detenían ni reprimían para acariciar tanto la longitud de su miembro como seguir con aquel descardo masaje sobre los glúteos en el que no tardó en colar una de sus manos por debajo de las prendas para seguir con su labor de una manera más directa. Palpó la piel caliente del trasero ajeno y dio un par de apretones confirmando una y otra vez lo firme que este era, muy para su gusto. Entre tanto, no dejaba que las caricias y movimientos sobre la hombría ajena fueran distraídos; muy pese a que su mirada estuviera desatendiendo las acciones sobre ese lugar, esto no aminoraba el dar apretones justo sobre la punta, en esa zona rosada y sensible que representaba el glande y pasaba enseguida a atender la base con apretones antes de seguir con el ondular de sus dedos hacia los testículos.
En aquel punto, tenía la certeza de atraer ya la mirada de más de alguno sobre el sitio donde ambos estaban. Pero como había dicho, aquello no le detendría; siendo sincero, se divertía demasiado como para detenerse y ahora solo le importaba el momento en que el castaño diera inicio al reto impuesto en esa ronda del juego…
—Oh~ Parece que me topé con uno algo difícil…— mencionó con diversión y giró su rostro lo suficiente para darle una pequeña lamida sobre la sien—.Supongo que deberé…—la yema de índice y pulgar, atraparon aquel nódulo con el que jugueteaba y otorgaron un pellizco que utilizó enseguida para jalar hasta que esa pequeña porción de piel se soltara de entre sus dedos—. Usar incentivos más duros para lograr lo que quiero….
Empezó por darle descarados apretones sobre aquel bulto que representaba su miembro; los daba ligeramente fuertes –quizá no para llegar a lastimar, pero si para que la sensación fuera certera aun pese a la ropa– y sus dedos bajo las prendas superiores repetían el movimiento anterior sobre el pezón y durante algunos minutos, se dedicó a dar pequeñas mordidas sobre la sien y parte de la mandíbula ajena. Entretenido –de momento– con aquellos movimientos, se dedicaba a pensar. No era la primera vez que le tocaba uno que fuera algo difícil de hacer ceder, pero no era como que por ello sus ideas se fueran por la borda, al contrario, le surgían unas tantas más y el hecho de que el castaño reaccionara hasta ahora de una manera aceptable para con su juego, le hacía saber que había elegido aleatoriamente bien.
Sonrío en sus adentros y furtivamente fue retirando sus manos del cuerpo ajeno, mientras le susurraba con los labios pegados a la tierna piel de la mejilla que tenía al alcance:
—Que minino tan obediente…— comenzó a frotar sus labios sobre aquella zona, mientras en ellos bailaba una sonrisa ladina y sus manos se afianzaron a la cadera ajena—.Buen chico, te has ganado el punto de la primera ronda…—cerró sus manos en torno a la cadera y empujó esta para elevar el cuerpo ajeno hasta hacerle poner de pie. A renglón seguido, le dio la vuelta por medio del mismo agarre y tiró hacía del castaño para hacerle sentar nuevamente. Esta vez, de frente a como estaba Naru sentado—. Puedes hablar ahora, lo cual considero necesario para la siguiente parte del juego.
Bajó sus manos a los muslos y manipuló las piernas ajenas de manera que estas quedaran a los lados de las propias. Su propia entrepierna quedó muy próxima de la ajena y como si aquel acercamiento no fuera suficiente, pasó sus manos en una prolongada caricia por los costados, directo a anidar sobre los glúteos del castaño. Justo ahí apretó y empujó al mismo tiempo, ocasionando un superficial pero deleitante roce.
—Cómo te darás cuenta, no soy de andarme con muchos rodeos y tampoco soy alguien fácil de complacer— musitaba tranquilo y entre tanto, sus manos se daban a la tarea de “amasar” los glúteos ajenos—, me agrada conocer con quien trato, pero también me fascina ponerles a prueba antes de tomar una decisión absoluta…—sonrió con cierto dejo faldero y acercó su rostro a aquel moño que coronaba la camisa del castaño. Con la fina tela entre los dientes, tiró con fuerza y arrancó sin preámbulos aquel moño, dejándole a la vista un poco más del cuello ajeno que seguidamente se acercó a lamer—. Tú no vas nada mal y espero que así sigas. Te advierto que continuare poniendo pruebas hasta estar satisfecho y si crees que por estar en público me reprimiré de hacer algo…te equivocas… buscaré tu limite… me daré cuenta de lo que te avergüenza, de lo que te gusta; haré cosas que harán que me odies y al mismo tiempo no querrás que detenga…—soltó una risa escueta y enseguida volvió a erguirse para mirar a Kenji de frente, colocándole la mirada sobre la suya—. Si crees poder con eso… te quedaras quieto y hablaras como así lo he permitido, para darle pie a la siguiente ronda…
Pasó su mano izquierda a la parte delantera del short y tironeó de este y aquella prenda interior –que ahora que miraba más de cerca, le hizo curvear los labios con cierta diversión–, dejando que la hombría del castaño quedara expuesta.
—Ahora verás que yo me seguiré encargando de… mover las manos~ pero, harás uso de tu premio para decirme todas y cada una de las cosas que sientes mientras lo hago…— mientras su mano aun en el trasero del castaño continuaba magreando el sitio, la otra se dio a la tarea de tomar la punta del órgano ajeno, concentrando primeramente las yemas de sus dedos trasera de este, donde dio inicio a una oleada de caricias que iban y venían por toda la longitud—. Se detallista. Dime dónde es que sientes más cuando toco… dónde hace que se te suba el calor al rostro… que roce hace que te erices… y cual no. —Se relamió los labios y lentamente comenzó a ensortijar sus dedos sobre la parte media del miembro contrario—. Y si tu monólogo me convence, te daré la libertad, de una de tus manos…
No necesitaba decir más; sus manos se habían comenzado a mover y él, acercó de nuevo su rostro al cuello ajeno donde empezó una pequeña rutina sobre uno de los recovecos: succión, beso, mordisco… Dejaba pequeñas huellas a lo largo de la albina piel y sus manos no se detenían ni reprimían para acariciar tanto la longitud de su miembro como seguir con aquel descardo masaje sobre los glúteos en el que no tardó en colar una de sus manos por debajo de las prendas para seguir con su labor de una manera más directa. Palpó la piel caliente del trasero ajeno y dio un par de apretones confirmando una y otra vez lo firme que este era, muy para su gusto. Entre tanto, no dejaba que las caricias y movimientos sobre la hombría ajena fueran distraídos; muy pese a que su mirada estuviera desatendiendo las acciones sobre ese lugar, esto no aminoraba el dar apretones justo sobre la punta, en esa zona rosada y sensible que representaba el glande y pasaba enseguida a atender la base con apretones antes de seguir con el ondular de sus dedos hacia los testículos.
En aquel punto, tenía la certeza de atraer ya la mirada de más de alguno sobre el sitio donde ambos estaban. Pero como había dicho, aquello no le detendría; siendo sincero, se divertía demasiado como para detenerse y ahora solo le importaba el momento en que el castaño diera inicio al reto impuesto en esa ronda del juego…
Re: Deep Grief {Libre}
Sus manos estaban lográndo de manera sutil hacer reaccionar su cuerpo o quizás era el alcohol que ya traía encima el que provocaba que su respiración fuese un poco más rápido de lo normal. Frunció ligeramente el ceño en una mueca al escuchar aquellas palabras a sus espaldas, palabras que se anunciaban vagamente lo que vendría ahora. Efímeros segundos en los que aprovechaba para tomar un descanso antes de continuar disimulando en algo que ya parecía un enfrentamiento entre ambos, un enfrentamiento que de hecho se le antojaba bastante interesante aún a pesar de verse perdiéndo hasta el momento a causa de las jugadas de aquel cliente. Aún queda toda la noche para ver quien gana, por supuesto.
Su mandíbula se tensó una vez más dada la osadía del otro en su entrepierna, en una lucha para evitar cualquier sonido para no darle en el gusto. Pero claro, como ya había sospechado antes, el alcohol le estaba haciéndo una mala pasada y poco estaba tardándo en sentir el calor subir por su cuerpo, más aún con aquellas mordidas que lo único que lograban era provocarle.
Agradecía interiormente que aquel jugueteo no perdurace demasiado, recobrándo nuevamente el relajo todavía cuando le tenía tan cerca del rostro. Le miraba de reojo y le escuchaba atento ahora que sus manos le habían abandonado momentáneamente para huir a su cintura. Claramente sus dichos lograban que una escurridiza sonrisa se posara momentáneamente en sus labios. ''Obediente sólo por ahora... ya que me tienes bajo imaginarias amarras'' .
Sus movimientos siguieron los suyos como parte del juego, quedándo algo divertido con la nueva posición que el otro le había hecho adoptar. Podía sentir nuevamente esas manos aprovecharse de lo que no podía amparar su corto short, algo que no le importó demasiado, claro... hasta que comenzó a tocar con procacidad su trasero como nunca. Aquella felina cola suya volvía a oscilar con aspecto de atacante aún cuando su misma expresión y su cuerpo se mantenían relajados hasta el momento. Le miraba con ironía... como si alguna vez hubiese pasado por su mente de que el cliente que tenía frente a sí poseía algún rasgo de ser hipócrita o siquiera poco franco con sus deseos. En lo absoluto, tanto que no tenía por qué mencionarlo de igual manera como su nota exigente.
Posó una de sus manos sobre el respaldo del sofá a un costado de su cabeza entre tanto su mano libre iba a tomar uno de sus brazos sin ejercer fuerza alguna en ello... por el momento.
Aún a pesar de que irónicamente se había ganado su permiso para hablar, se mantenía en silencio escuchándo sus palabras entretenido mientras le permitía aquel nuevo acercamiento destinado a despojarle de su corbata de moño. 'Vergüenza, límites, gustos... ', lograban ser muchas las palabras que permitían que aún estuviese atento, casi haciéndole pensar de que si el otro no se limitaba a simples palabras, posiblemente seguiría su juego durante un poco más. Curiosidad, sí... eso era algo que le mataba.
Ese tirón en su parte baja le sacó momentáneamente de sus pensamientos al notar el desparpajo con el que el cliente había dejado su miembro en 'exhibición'. Le cedió nuevamente su silencio para que terminase de hablar y dictar sus nuevas 'instrucciones', ya sin poder negar que el juego se le antojaba interesante y que las atenciones ajenas conseguían agradarle hasta cierto punto.
- Ya que el cliente lo prefiere más rápido en vez de aventurarse por sí mismo... no me queda más que complacerle, aún cuando signifique que me exponga a un espectáculo para todos los clientes presentes - murmuró con una ligera sonrisa en sus labios y, al tiempo en que esas palabras eran dichas, su cola buscaba entorpecer con uno que otro arrebato las caricias que el otro le daba a su trasero. Ese molesto contacto que provocaba que su cuerpo se tensara y sus colmillos se asomaran apenas por entre sus carnosos labios. Suspiró apenas para dejar aquello como un tema ignorado, bajándo su mirada para perseguir sus movimientos nuevamente.
Su mirada deambuló por los alrededores por unos segundos ya dando cuenta de la definitiva atención que estaban recibiéndo de algunos en el club. ''Si a él no le importa... tampoco a mi entonces... ''.
- Allí... justo en ese lugar - pronunció luego al volver a atender a sus movimientos, notándo como su mano bajaba a la base de su mimebro. Relamió sus labios en un tenue movimiento - ... si lo tomas suavemente y a medida que subes vas oprimiéndo con tu mano hasta llegar a la punta, posiblemente vas a conseguir algo de mi parte- sus palabras iban pausadas a medida de que daba sus indicaciones para no tener que repetirlo. - esas probabilidades se harían menores si lubricaras un poco más tu mano... para evitar el sentirlo tan seco, o claro... mucho menores si te aventuraras con la boca - Una rauda y traviesa sonrisa cruzó su rostro en eso último. - Por otro lado... no puedo negar que definitivamente tu boca me está provocándo de muchas maneras. Continúa aventurándote por mi cuello o por su contrario, por las orejas; siempre es lo más sensible de un felino, claro, si es que puedes hallar el punto en uno como yo... a no ser de que seas tan capaz de con un solo beso encenderme todavía más que eso - Su mirada le analizó un poco más, juzgándole.
- Soy alguien de piel por lo que es innevitable que contactos directos provoquen algo en mi, por eso me agrada tanto mimar a la presa que tengo bajo mis garras... - aquel brazo que mantenía al costado de su cabeza se impuso algo más a medida que hablaba, simplemente marcándo algo de territorio antes de continuar con su monólogo.
Volteó con sutileza un momento su rostro para dedicarle una mirada a esa mano que continuaba aún insistente en su zona trasera aún a pesar del fluctuar inquieto de su cola - Prefiero un buen cuidado en la parte de adelante frente la costumbre de ser activo para con mis clientes - inició antes de posar su mirada sobre la suya - por lo que cosas como esa logran incomodarme... todavía más cuando sólo parece ser un toqueteo para el placer propio - Una pequeña sonrisa se asomó apenas en sus labios nuevamente mientras entrecerraba sus ojos con algo de diversión - ... si algo como eso estaba en sus planes, debió haber escogido a un minino más 'pequeño' a quién estremecer en aquel tipo de lugares. Aunque no puedo negar que me siento halagado de que sea de su gusto considerándo el tipo de atenciones que me ha dado. -
Fue un tanto irónico en su última frase sin poder evitarlo, conservándo sin titubear su mirada sobre él, viéndole expectante cual sería su respuesta a su bendita sinceridad que se mostraba como algo extra a lo que le había pedido, ¿qué más detallista podía ser?, ya a esas alturas le había mostrado su inclinación de activo y sutilmente sadista así como masoquista, así como también su fascinación con la piel contra la piel. Detalles que se mostraban implícitos -algunos- en sus palabras y otros, que si bien no eran aún mencionados por no ser pertinentes, se mantenían ocultos para ver su avance.
No sería tan obediente a su petición como para describir más allá lo que eran las sensaciones de sus manos en su trasero. Esperába que el otro de igual manera como lo hacía con sus manos, se aventurara a juzgar según sus logros en algo que ya pasaba a ser un jugueteo propio.
Al cliente no se le podía dar todo tan fácilmente, era ley el dejarle con algo de gusto a poco para invitarle a buscar incluso más, sin darle lugar a que dudase de lo verídico que había sido desde un principio. Ésa sería su indiscreta venganza por ahora.
Su mandíbula se tensó una vez más dada la osadía del otro en su entrepierna, en una lucha para evitar cualquier sonido para no darle en el gusto. Pero claro, como ya había sospechado antes, el alcohol le estaba haciéndo una mala pasada y poco estaba tardándo en sentir el calor subir por su cuerpo, más aún con aquellas mordidas que lo único que lograban era provocarle.
Agradecía interiormente que aquel jugueteo no perdurace demasiado, recobrándo nuevamente el relajo todavía cuando le tenía tan cerca del rostro. Le miraba de reojo y le escuchaba atento ahora que sus manos le habían abandonado momentáneamente para huir a su cintura. Claramente sus dichos lograban que una escurridiza sonrisa se posara momentáneamente en sus labios. ''Obediente sólo por ahora... ya que me tienes bajo imaginarias amarras'' .
Sus movimientos siguieron los suyos como parte del juego, quedándo algo divertido con la nueva posición que el otro le había hecho adoptar. Podía sentir nuevamente esas manos aprovecharse de lo que no podía amparar su corto short, algo que no le importó demasiado, claro... hasta que comenzó a tocar con procacidad su trasero como nunca. Aquella felina cola suya volvía a oscilar con aspecto de atacante aún cuando su misma expresión y su cuerpo se mantenían relajados hasta el momento. Le miraba con ironía... como si alguna vez hubiese pasado por su mente de que el cliente que tenía frente a sí poseía algún rasgo de ser hipócrita o siquiera poco franco con sus deseos. En lo absoluto, tanto que no tenía por qué mencionarlo de igual manera como su nota exigente.
Posó una de sus manos sobre el respaldo del sofá a un costado de su cabeza entre tanto su mano libre iba a tomar uno de sus brazos sin ejercer fuerza alguna en ello... por el momento.
Aún a pesar de que irónicamente se había ganado su permiso para hablar, se mantenía en silencio escuchándo sus palabras entretenido mientras le permitía aquel nuevo acercamiento destinado a despojarle de su corbata de moño. 'Vergüenza, límites, gustos... ', lograban ser muchas las palabras que permitían que aún estuviese atento, casi haciéndole pensar de que si el otro no se limitaba a simples palabras, posiblemente seguiría su juego durante un poco más. Curiosidad, sí... eso era algo que le mataba.
Ese tirón en su parte baja le sacó momentáneamente de sus pensamientos al notar el desparpajo con el que el cliente había dejado su miembro en 'exhibición'. Le cedió nuevamente su silencio para que terminase de hablar y dictar sus nuevas 'instrucciones', ya sin poder negar que el juego se le antojaba interesante y que las atenciones ajenas conseguían agradarle hasta cierto punto.
- Ya que el cliente lo prefiere más rápido en vez de aventurarse por sí mismo... no me queda más que complacerle, aún cuando signifique que me exponga a un espectáculo para todos los clientes presentes - murmuró con una ligera sonrisa en sus labios y, al tiempo en que esas palabras eran dichas, su cola buscaba entorpecer con uno que otro arrebato las caricias que el otro le daba a su trasero. Ese molesto contacto que provocaba que su cuerpo se tensara y sus colmillos se asomaran apenas por entre sus carnosos labios. Suspiró apenas para dejar aquello como un tema ignorado, bajándo su mirada para perseguir sus movimientos nuevamente.
Su mirada deambuló por los alrededores por unos segundos ya dando cuenta de la definitiva atención que estaban recibiéndo de algunos en el club. ''Si a él no le importa... tampoco a mi entonces... ''.
- Allí... justo en ese lugar - pronunció luego al volver a atender a sus movimientos, notándo como su mano bajaba a la base de su mimebro. Relamió sus labios en un tenue movimiento - ... si lo tomas suavemente y a medida que subes vas oprimiéndo con tu mano hasta llegar a la punta, posiblemente vas a conseguir algo de mi parte- sus palabras iban pausadas a medida de que daba sus indicaciones para no tener que repetirlo. - esas probabilidades se harían menores si lubricaras un poco más tu mano... para evitar el sentirlo tan seco, o claro... mucho menores si te aventuraras con la boca - Una rauda y traviesa sonrisa cruzó su rostro en eso último. - Por otro lado... no puedo negar que definitivamente tu boca me está provocándo de muchas maneras. Continúa aventurándote por mi cuello o por su contrario, por las orejas; siempre es lo más sensible de un felino, claro, si es que puedes hallar el punto en uno como yo... a no ser de que seas tan capaz de con un solo beso encenderme todavía más que eso - Su mirada le analizó un poco más, juzgándole.
- Soy alguien de piel por lo que es innevitable que contactos directos provoquen algo en mi, por eso me agrada tanto mimar a la presa que tengo bajo mis garras... - aquel brazo que mantenía al costado de su cabeza se impuso algo más a medida que hablaba, simplemente marcándo algo de territorio antes de continuar con su monólogo.
Volteó con sutileza un momento su rostro para dedicarle una mirada a esa mano que continuaba aún insistente en su zona trasera aún a pesar del fluctuar inquieto de su cola - Prefiero un buen cuidado en la parte de adelante frente la costumbre de ser activo para con mis clientes - inició antes de posar su mirada sobre la suya - por lo que cosas como esa logran incomodarme... todavía más cuando sólo parece ser un toqueteo para el placer propio - Una pequeña sonrisa se asomó apenas en sus labios nuevamente mientras entrecerraba sus ojos con algo de diversión - ... si algo como eso estaba en sus planes, debió haber escogido a un minino más 'pequeño' a quién estremecer en aquel tipo de lugares. Aunque no puedo negar que me siento halagado de que sea de su gusto considerándo el tipo de atenciones que me ha dado. -
Fue un tanto irónico en su última frase sin poder evitarlo, conservándo sin titubear su mirada sobre él, viéndole expectante cual sería su respuesta a su bendita sinceridad que se mostraba como algo extra a lo que le había pedido, ¿qué más detallista podía ser?, ya a esas alturas le había mostrado su inclinación de activo y sutilmente sadista así como masoquista, así como también su fascinación con la piel contra la piel. Detalles que se mostraban implícitos -algunos- en sus palabras y otros, que si bien no eran aún mencionados por no ser pertinentes, se mantenían ocultos para ver su avance.
No sería tan obediente a su petición como para describir más allá lo que eran las sensaciones de sus manos en su trasero. Esperába que el otro de igual manera como lo hacía con sus manos, se aventurara a juzgar según sus logros en algo que ya pasaba a ser un jugueteo propio.
Al cliente no se le podía dar todo tan fácilmente, era ley el dejarle con algo de gusto a poco para invitarle a buscar incluso más, sin darle lugar a que dudase de lo verídico que había sido desde un principio. Ésa sería su indiscreta venganza por ahora.
Darvish Kenji- Pet-Jaguar
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Re: Deep Grief {Libre}
Sus labios húmedos se quedaron pegados a la piel del cuello que decoraba con aquellas huellas rojizas que dejaba succión tras succión, mordisco, tras mordisco; estaría completamente atento a las palabras del castaño pero no por ello dejaría de lado el accionar de sus manos sobre el cuerpo ajeno y aunque había dejado, de momento, el atender de aquella piel, continuaba en ondulares movimientos sobre la entrepierna del contrario y esa maliciosa mano en el trasero seguía lista y dispuesta a repartir apretones.
El primer murmullo que abandonó los labios ajenos le hizo reír internamente; siendo sincero no le preocupaba el sitio, el lugar, la gente que miraba… una porque era el dueño del sitio y podía hacer lo que se le viniera en gana y otra por que tendía a ser muy posesivo, incluso con lo que tomaba para divertirse un rato, por eso, el que mencionara a los otros clientes le provocó un ligero mohín que desahogó con una mordida más recia sobre aquella piel antes de alejarse. Le miró fijamente entre que sus manos continuaba magreando el cuerpo ajeno a su antojo y dejó que una ladina sonrisa bailara en sus labios mientras atendía con calma, aquel monólogo que había solicitado y que conforme avanzaba le demostraba que no se acercaba en nada a lo que tenía en mente. Sin embargo, decidió esperar; no le interrumpió pero si continuó con el avanzar de sus manos.
Aquella en la hombría ajena ya alcanzaba con las yemas a tocar esa sensible piel que resguardaba los testículos y solo se detuvo hasta llegar a la costura de las prendas, obligándose a si mismo a regresar y repetir el camino; su mano en el trasero del castaño era las más inquieta, más aún tras escuchar que la jugaba de activo, eso precisamente, le hizo sonreír con diversión y en cuanto las palabras del contrario finalizaron, sus dedos ya alcanzaban la hendidura del trasero.
—Escucha, gatito~ —arrastró aquella palabra y se relamió los labios un par de veces—, si estamos en público o no, si nos miran o no… es algo que me tiene sin cuidado. Soy tu cliente ahora y en complacerme te deberías de concentrar, haces lo que te digo y te tengo como te tengo para complacerme, nada más; ahora que si tú deseas pensar que eres un espectáculo, pues adelante, solo no menciones a otros clientes por justo ahora me atiendes a mí… — Habló en un tono adusto y sus dedos sobre el glúteo se cerraron colándose apenas las puntas por la hendidura para posteriormente jalar un poco hacia afuera, abriendo solo un poco el trasero.
Alejó después su mano de la entrepierna ajena y la llevó a sus labios, donde su lengua se encargó de lamer todas y cada una de las yemas ante la vista del castaño; posteriormente, haciendo uso de aquella mano, los dedos de esta se concentraron en desenroscar la diminuta esfera de aquella argolla que le penetraba por en medio del labio inferior. Dejó caer la esfera y retiró con calma la pequeña argolla de su labio para luego deshacerse una esfera más; se quedó únicamente con la pequeña argolla y empezó a juguetear con ella entre los dedos, mientras miraba al castaño. Por un momento, dejó que el silencio fuera y viniera entre ambos y al siguiente, negó con la cabeza y chasqueó la lengua el mismo número de veces que negaba.
—Tal parece que te quedaras sin usar las manos un rato más…—recorrió aquella argolla con la lengua y enseguida, coló su mano con todo y ella por debajo de la camisa ajena; la dirigió hacia el ombligo ajeno donde comenzó a hacer pequeños círculos con ella al mismo tiempo que sacaba su mano de bajo aquel short—. Ahora no sé, que parte no has entendido… —su semblante divertido fue sustituido por uno más hosco y entre sus palabras se empujó hacia el contrario; no buscaba alterar la posición (y de hecho no lo hizo), solo se estiró lo suficiente para que su mano fuera capaz de alcanzar el vaso con licor que había dejado olvidado. Ulteriormente, volvió a pegar su espalda al respaldo del mueble y dejó aquel vaso (con ya una escasa cantidad de whisky, pero que le serviría a fin de cuentas para su propósito) entre su entrepierna y la ajena.
—Verás que yo ordené que me dijeras que sentías, no donde había que tocarte para hacerte sentir, hay una enorme diferencia entre esas dos cosas y de hecho te la había dejado bastante simple. —Su mano comenzó a ascender aquella argolla, arrastrándola por la parte media del vientre, siguiendo por el pecho y justo ahí fue que se detuvo para continuar—: Te pondré un ejemplo…—su mano libre tomó la ajena que se apoyaba al lado de su cabeza y procurando no tirarle, la llevó hacia su propio pecho para comenzar a manipularle sobre este; movió los dedos ajenos entre los propios y con ellos rosó la piel de su pecho, zigzagueó por el vientre y subió hacia uno de los pezones, ese del que le pendía otra pequeña argolla—. Ahí…ese deleitante cosquilleo que comienza con tan simple rose…—sus dedos presionaron los ajenos sobre ese nódulo de carne perforado y sus dientes se asomaron enseguida a dar una lasciva mordida a su labio inferior—. Se convierte en un estremecimiento que desliza hacia acá…—arrastró la mano ajena por su vientre y la dejó serpenteando por este, rosándole en alguno que otro movimiento el ombligo—. Ahora es un cosquilleo delicioso que se pasea por mi vientre bajo y se desliza por mi ingle, intentando hacer reaccionar…eso… —una risa maliciosa se le fugó de los labios—, pero necesita un incentivo más…—Bajó la mano ajena y la obligó a que se presionara en repetidas ocasiones contra su entrepierna; la refregó de manera un tanto descarada obligando que esos movimientos tocaran por encima de su ropa y aleatoriamente las zonas más sensibles de su hombría, obligando a despertar la misma—. Ahora esa excitación se oprime y sofoca su despertar libremente… pero es exquisito como se aprieta contra mi pubis y me hace hormiguear las piernas hasta los pies, haciendo que estos se crispen bajo el calzado…
Su voz se había hecho más tenue con el avanzar de sus palabras, al punto que casi le susurraba (muy a su manera) cada sensación que alteraba a sus terminaciones nerviosas y las ponía ansiosas. Sin embargo, detuvo aquellos movimientos y dejó que la mano ajena cayera sobre su hombro.
— ¿Ves? Eso no era difícil a mi parecer… Pero lo único que hiciste fue decirme: “Si toca aquí, si se mueve por acá, si intenta esto” —negó con la cabeza y la mano que ahora tenía libre la llevo a pellizcar una de las mejillas ajenas—. No gatito, yo no te pedí ninguna sugerencia y creo que hasta uno de los más pequeños, como dices que hubiera podido escoger, hubiera tenido el entendimiento suficiente para comprender la orden. Pero yo no quería lloriqueos ni quejas de pena o algo por el estilo, por eso fue que te ordené venir aquí, o es que acaso ¿consideras que uno de los menores haría mejor el trabajo que tú? ¿No te sientes lo suficientemente capaz para complacerme? —curveó la comisura de sus labios y tras retirar su mano de la mejilla ajena, los llevó furtivamente al vaso de whisky, donde hundió tres de sus dedos mientras aquella argolla era guiada por su otra mano hacia uno de los pezones ajenos… el izquierdo para ser exactos.
—Pero en fin… lamento informarte que has perdido esta ocasión y que tendré que subir el nivel de la prueba para continuar… además de que claro… recibirás un castigo. —Sentenciado esto, sus dedos ya estaban empapados de whisky y los otros ya habían acomodado el pezón ajeno entre ese huequillo en la argolla. Le sonrió con ladina y sin despegarle la mirada de la suya, comenzó a cerrar la argolla sobre ese pezón; estaba consciente de que no atravesaría la carne, pero el pellizcar de aquel objeto sería aún más preciso y escocería más que hacerlo simplemente con los dedos—. Ahora una vez más… —Se acercó al contrario y llevó aquellos dedos empapados de licor a tras el contrario, mientras él se acomodaba con una mejilla pegada a una ajena; con ese acercamiento, podía susurrar en el oído ajeno y conforme el presionar de aquella argolla era más fuerte, musitó—: Dime…¿Qué sientes? —Su lengua se asomó a darle pequeñas mordidas al lóbulo ajeno y arrastró sus dedos húmedos bajo el short e interiores nuevamente y fue justamente el medio de ellos el que se aventuró por aquella hendidura hasta palpar el estrecho anillo de musculo oculto entre ella—. Lamento…—cortó su frase de golpe y echó una risilla—. No la verdad es que no lo lamento, pero te diré que es una pena que revelaras un flanco tan fácil, mira que decirme eras activo a sido un error y eso me ha dado justo lo necesario para saber por dónde castigarte…— sin añadir nada más, su dedo medio se abrió paso de golpe y sin preámbulos por aquella entrada; de una sola estocada invadió el interior del castaño y empezó a frotar una de las yemas de sus dedos contra el pezón que aquel objeto pellizcaba—. Yo que tú…lo hacía bien esta vez…—frotaba la mejilla contra la ajena y su dedo invasor comenzó a moverse, refregándose contra las calientes paredes internas—. Mira que humedecí un total de tres dedos… e iré metiendo uno tras otro si no me convences...
Atrapó el lóbulo ajeno entre sus dientes y comenzó a morderle con cierta fuerza; le succionaba, lo apretaba entre sus labios y jalaba de este antes de dejarle alguno que otro beso, sintió como la pequeña porción de piel se iba poniendo caliente y húmeda y sus labios lo atisbaron tiñéndose de carmín y con esa sonrisa suya que ya oscilaba entre lo ladino y altivo, empezó a dejar marcas por toda la sien y parte del cuello, sin dejar, claro está, el empezar con un pequeño vaivén con aquel dedo en la entrada, ni ese refriegue en el pezón con la yema de su dedo que de vez en cuando se tomaba su tiempo para juguetear con aquel objeto que le oprimía.
El primer murmullo que abandonó los labios ajenos le hizo reír internamente; siendo sincero no le preocupaba el sitio, el lugar, la gente que miraba… una porque era el dueño del sitio y podía hacer lo que se le viniera en gana y otra por que tendía a ser muy posesivo, incluso con lo que tomaba para divertirse un rato, por eso, el que mencionara a los otros clientes le provocó un ligero mohín que desahogó con una mordida más recia sobre aquella piel antes de alejarse. Le miró fijamente entre que sus manos continuaba magreando el cuerpo ajeno a su antojo y dejó que una ladina sonrisa bailara en sus labios mientras atendía con calma, aquel monólogo que había solicitado y que conforme avanzaba le demostraba que no se acercaba en nada a lo que tenía en mente. Sin embargo, decidió esperar; no le interrumpió pero si continuó con el avanzar de sus manos.
Aquella en la hombría ajena ya alcanzaba con las yemas a tocar esa sensible piel que resguardaba los testículos y solo se detuvo hasta llegar a la costura de las prendas, obligándose a si mismo a regresar y repetir el camino; su mano en el trasero del castaño era las más inquieta, más aún tras escuchar que la jugaba de activo, eso precisamente, le hizo sonreír con diversión y en cuanto las palabras del contrario finalizaron, sus dedos ya alcanzaban la hendidura del trasero.
—Escucha, gatito~ —arrastró aquella palabra y se relamió los labios un par de veces—, si estamos en público o no, si nos miran o no… es algo que me tiene sin cuidado. Soy tu cliente ahora y en complacerme te deberías de concentrar, haces lo que te digo y te tengo como te tengo para complacerme, nada más; ahora que si tú deseas pensar que eres un espectáculo, pues adelante, solo no menciones a otros clientes por justo ahora me atiendes a mí… — Habló en un tono adusto y sus dedos sobre el glúteo se cerraron colándose apenas las puntas por la hendidura para posteriormente jalar un poco hacia afuera, abriendo solo un poco el trasero.
Alejó después su mano de la entrepierna ajena y la llevó a sus labios, donde su lengua se encargó de lamer todas y cada una de las yemas ante la vista del castaño; posteriormente, haciendo uso de aquella mano, los dedos de esta se concentraron en desenroscar la diminuta esfera de aquella argolla que le penetraba por en medio del labio inferior. Dejó caer la esfera y retiró con calma la pequeña argolla de su labio para luego deshacerse una esfera más; se quedó únicamente con la pequeña argolla y empezó a juguetear con ella entre los dedos, mientras miraba al castaño. Por un momento, dejó que el silencio fuera y viniera entre ambos y al siguiente, negó con la cabeza y chasqueó la lengua el mismo número de veces que negaba.
—Tal parece que te quedaras sin usar las manos un rato más…—recorrió aquella argolla con la lengua y enseguida, coló su mano con todo y ella por debajo de la camisa ajena; la dirigió hacia el ombligo ajeno donde comenzó a hacer pequeños círculos con ella al mismo tiempo que sacaba su mano de bajo aquel short—. Ahora no sé, que parte no has entendido… —su semblante divertido fue sustituido por uno más hosco y entre sus palabras se empujó hacia el contrario; no buscaba alterar la posición (y de hecho no lo hizo), solo se estiró lo suficiente para que su mano fuera capaz de alcanzar el vaso con licor que había dejado olvidado. Ulteriormente, volvió a pegar su espalda al respaldo del mueble y dejó aquel vaso (con ya una escasa cantidad de whisky, pero que le serviría a fin de cuentas para su propósito) entre su entrepierna y la ajena.
—Verás que yo ordené que me dijeras que sentías, no donde había que tocarte para hacerte sentir, hay una enorme diferencia entre esas dos cosas y de hecho te la había dejado bastante simple. —Su mano comenzó a ascender aquella argolla, arrastrándola por la parte media del vientre, siguiendo por el pecho y justo ahí fue que se detuvo para continuar—: Te pondré un ejemplo…—su mano libre tomó la ajena que se apoyaba al lado de su cabeza y procurando no tirarle, la llevó hacia su propio pecho para comenzar a manipularle sobre este; movió los dedos ajenos entre los propios y con ellos rosó la piel de su pecho, zigzagueó por el vientre y subió hacia uno de los pezones, ese del que le pendía otra pequeña argolla—. Ahí…ese deleitante cosquilleo que comienza con tan simple rose…—sus dedos presionaron los ajenos sobre ese nódulo de carne perforado y sus dientes se asomaron enseguida a dar una lasciva mordida a su labio inferior—. Se convierte en un estremecimiento que desliza hacia acá…—arrastró la mano ajena por su vientre y la dejó serpenteando por este, rosándole en alguno que otro movimiento el ombligo—. Ahora es un cosquilleo delicioso que se pasea por mi vientre bajo y se desliza por mi ingle, intentando hacer reaccionar…eso… —una risa maliciosa se le fugó de los labios—, pero necesita un incentivo más…—Bajó la mano ajena y la obligó a que se presionara en repetidas ocasiones contra su entrepierna; la refregó de manera un tanto descarada obligando que esos movimientos tocaran por encima de su ropa y aleatoriamente las zonas más sensibles de su hombría, obligando a despertar la misma—. Ahora esa excitación se oprime y sofoca su despertar libremente… pero es exquisito como se aprieta contra mi pubis y me hace hormiguear las piernas hasta los pies, haciendo que estos se crispen bajo el calzado…
Su voz se había hecho más tenue con el avanzar de sus palabras, al punto que casi le susurraba (muy a su manera) cada sensación que alteraba a sus terminaciones nerviosas y las ponía ansiosas. Sin embargo, detuvo aquellos movimientos y dejó que la mano ajena cayera sobre su hombro.
— ¿Ves? Eso no era difícil a mi parecer… Pero lo único que hiciste fue decirme: “Si toca aquí, si se mueve por acá, si intenta esto” —negó con la cabeza y la mano que ahora tenía libre la llevo a pellizcar una de las mejillas ajenas—. No gatito, yo no te pedí ninguna sugerencia y creo que hasta uno de los más pequeños, como dices que hubiera podido escoger, hubiera tenido el entendimiento suficiente para comprender la orden. Pero yo no quería lloriqueos ni quejas de pena o algo por el estilo, por eso fue que te ordené venir aquí, o es que acaso ¿consideras que uno de los menores haría mejor el trabajo que tú? ¿No te sientes lo suficientemente capaz para complacerme? —curveó la comisura de sus labios y tras retirar su mano de la mejilla ajena, los llevó furtivamente al vaso de whisky, donde hundió tres de sus dedos mientras aquella argolla era guiada por su otra mano hacia uno de los pezones ajenos… el izquierdo para ser exactos.
—Pero en fin… lamento informarte que has perdido esta ocasión y que tendré que subir el nivel de la prueba para continuar… además de que claro… recibirás un castigo. —Sentenciado esto, sus dedos ya estaban empapados de whisky y los otros ya habían acomodado el pezón ajeno entre ese huequillo en la argolla. Le sonrió con ladina y sin despegarle la mirada de la suya, comenzó a cerrar la argolla sobre ese pezón; estaba consciente de que no atravesaría la carne, pero el pellizcar de aquel objeto sería aún más preciso y escocería más que hacerlo simplemente con los dedos—. Ahora una vez más… —Se acercó al contrario y llevó aquellos dedos empapados de licor a tras el contrario, mientras él se acomodaba con una mejilla pegada a una ajena; con ese acercamiento, podía susurrar en el oído ajeno y conforme el presionar de aquella argolla era más fuerte, musitó—: Dime…¿Qué sientes? —Su lengua se asomó a darle pequeñas mordidas al lóbulo ajeno y arrastró sus dedos húmedos bajo el short e interiores nuevamente y fue justamente el medio de ellos el que se aventuró por aquella hendidura hasta palpar el estrecho anillo de musculo oculto entre ella—. Lamento…—cortó su frase de golpe y echó una risilla—. No la verdad es que no lo lamento, pero te diré que es una pena que revelaras un flanco tan fácil, mira que decirme eras activo a sido un error y eso me ha dado justo lo necesario para saber por dónde castigarte…— sin añadir nada más, su dedo medio se abrió paso de golpe y sin preámbulos por aquella entrada; de una sola estocada invadió el interior del castaño y empezó a frotar una de las yemas de sus dedos contra el pezón que aquel objeto pellizcaba—. Yo que tú…lo hacía bien esta vez…—frotaba la mejilla contra la ajena y su dedo invasor comenzó a moverse, refregándose contra las calientes paredes internas—. Mira que humedecí un total de tres dedos… e iré metiendo uno tras otro si no me convences...
Atrapó el lóbulo ajeno entre sus dientes y comenzó a morderle con cierta fuerza; le succionaba, lo apretaba entre sus labios y jalaba de este antes de dejarle alguno que otro beso, sintió como la pequeña porción de piel se iba poniendo caliente y húmeda y sus labios lo atisbaron tiñéndose de carmín y con esa sonrisa suya que ya oscilaba entre lo ladino y altivo, empezó a dejar marcas por toda la sien y parte del cuello, sin dejar, claro está, el empezar con un pequeño vaivén con aquel dedo en la entrada, ni ese refriegue en el pezón con la yema de su dedo que de vez en cuando se tomaba su tiempo para juguetear con aquel objeto que le oprimía.
Re: Deep Grief {Libre}
No cabía duda de que su sinceridad le había jugado una mala pasada al dar información innecesaria para el momento y aquello pudo darle cuenta una vez comenzó a notar que los movimientos ajenos tomaban más consistecia en su parte trasera, volviéndose aún más peligrosos de lo que antes eran. Aquí era cuando silenciosamente ya sentía que el otro había ganado el segundo punto de victoria a su favor, un hecho que más que amargarle simplemente llegaba en una forma de tomar aún más en serio aquel juego que se había iniciado entre ambos y del cual no escaparía aún a pesar de los riesgos. Si lo hicera... no sería algo digno suyo en definitiva.
Escuchaba sus palabras en silencio, ahorrándose los comentarios por aquella mordida así como también por sus dichos, los cuales más allá del notorio regaño le daban a notar una de las pocas realidades de su inusual cliente. No podía decir nada una vez más, viéndose ya incomodado y atento a los movimientos del otro, sin poder evitar el llevar sucesivamente su mirada -procurándo un vago disimulo- hacia atrás antes de poner atención a sus acciones para con el piercing que traía en su labio inferior. Entrecerró sus ojos algo curioso por ello antes de suspirar con pesadez frente a sus nuevas palabras, ya un tanto molesto porque el simple hecho de que el otro pretendiera reprenderle nuevamente.
Mantenía el silencio aún cuando su mueca se tornaba casi como la de un niño rencoroso a punto de atacar. La idea de la seriedad del juego volvía a su cabeza una y otra vez, procurándo contenerle para así realizar una nueva jugada con menos errores. ¿Dónde había quedado su lado tan calculador cuando más lo necesitaba?.
El frío contacto del pequeño metal lograba llamar su atención a lo que sería su supuesto castigo, todavía más cuando ahora se hacía presente el alcohol. Pretendía responder a sus acusadoras palabras, sin embargo se veía interrumpido por aquella demostración ajena. Le miraba inquiriente por aquello mas, permitiéndo la guía del otro sobre su pecho que le llevaba a sentir la piel ajena.
Escuchaba con seriedad todavía cuando reprimía una que otra sonrisa al notar lo que verdaderamente deseaba el otro. ''Heh... este hombre ha de ser todo un romántico''.
Aquel recorrido había llegado a su fin y el regaño volvía a tener lugar, teniéndo el otro la ozadía de reprenderlo tal cual un niño -algo que dentro de todo él detestaba aún cuando era correcto de alguna forma en la realidad-, llevándole con esto a responder poco a poco a sus palabras antes de dejarle continuar.
- Oh... Vamos~, usted me ha pedido por ''donde es que siento más, donde es que el calor se me sube al rostro, donde puede erizarme y donde no'' , ¿me equivoco? - repitió sus anteriores órdenes mientras volvía su mirada a su rostro, observándole tan desafiante como desde un principio - ... si ha sido así, cualquiera puede traducirlo de cualquier manera. Yo elegí una y aún así no creo haber estado tan lejos de sus verdaderos deseos. Le he respondido al fin y al cabo a sus preguntas, ¿no es así? - Le sonrió un poco dentro de su niñería del momento que cubría lo mucho que le había llegado el comentario del otro, llevándole a agarrarse de uno de sus primeros comentarios - ... por otro lado, pretendo hacerme cargo de mi error como corresponde, comenzándo por aceptar lo que venga. Mas cuando sus palabras hayan tomado a las mías por ese 'camino', pretendo dar un buen trabajo... después de todo, si 'hago un buen espectáculo'; lograré algo más de preferencia en este lugar... me parece una interesante oportunidad - fingió inocencia en su respuesta todavía cuando estaba defendiéndo su orgullo en ello e insistía en picar una última vez en la 'herida' de su posesivismo.
Sabía lo que estaba haciéndo mientras él respondía a sus comentarios, pero aún a pesar de ello continuó con la misma postura, permitiéndo que el otro se centrara en su pezón izquierdo pese a la tensión y defensiva natural de su cuerpo. Su cola se crispó a la sensación repentina de dolor y sus brazos se tensaron notoriamente, dejándo sus manos tal cual garras cerradas contra el sofá, a excepción de una que aún se mantenía en el hombro del otro. Mordió su labio inferior y sin duda su mueca se tornó al poco tiempo aún más rencorosa, ya sin ningún intermediario mental que buscase apaciguar su expresión para no darle en el gusto al otro.
La cercanía del contrario le jugaba una mala pasada dentro de lo que era el disimulo. Sutiles quejidos se dejaban escuchar desde su garganta en respuesta al aumento de la fuerza empleada por el otro en aquella zona pero, claramente fueron aquellas palabras suyas las que lograron hacerle olvidar aquel detalle, permitiéndole apenas el prepararse para aquella nueva impertenencia.
Cerró los ojos con fuerza, arrugándo un poco más que antes su ceño en busca de no soltar nada frente a aquello, algo que se volvía ya imposible si se le sumaban los otros factores que se le sumaban a eso. Su figura se encogió momentáneamente sobre el otro al atisbar el precipitado movimiento, alcanzándo a sacarle una que otra silenciosa queja que lograba ser delatada por su cortada respiración.
A penas y podía recuperarse de ello cuando el otro comenzaba a continuar molestándole con sus acercamientos, sus mordidas, lamidas y succiones, notándo lejanamente a causa de la molestia el hecho de que poco a poco estaba comenzándo a sangrar por culpa del otro.
Abrió sus ojos luego de un momento -uno que no necesariamente consideró el tiempo en el que lograría acostumbrarse a ello-, era consciente de que los insultos no eran lo correcto en esa situación aún cuando su venenosa lengua luchaba por atacar. Pero claro, por otro lado ahí estaba nublándole la mente con la incomodad. Irónicamente, así como le agradaba el estilo del otro... se veía a sí mismo odíandole por ello. Loca adicción al quemarse con el fuego.
- A-ahora mismo: sólo dolor... - su voz se quebró antes de comenzar a hablar, un hecho que logró irritarle momentáneamente, obligándole a tragar saliva para aclarar la misma antes de continuar - un dolor que a causa de su argolla se acumula en mi pecho; oprimiéndome desde el fondo cuando la presión está en su punto máximo... así como cuando está siendo más leve deja una suave sensación de cosquilleo que sube por mi pecho hasta alojarse en mi garganta... buscándo salir. - su voz se apagó nuevamente dejándole en silencio durante unos segundos antes de volver a hablar - y allá... - murmuró aludiéndo a su mano en su trasero - un nuevo dolor que se deja sentir en mi perineo y toda su zona de forma palpitánte, explotando luego en mi vientre... lográndo que mi miembro vibre con ello desde la base a la punta en una fugaz punzada. - Su cuerpo volvió a levantarse luego de un momento dentro de lo que era su antigua postura antes de caer en el dolor por causa ajena, removiéndole y en ello, rozándole sutilmente con su propio cuerpo el del otro así como también quitándole por unos instantes el poder sobre su cuello. No era algo que hiciera por el hecho de haberse acostumbrado a la intromisión y al dolor, más bien resultaban distractores momentáneos.
¿Qué era lo que tenía amarrado por orden ajena?: sus manos, por lo que a su juicio -que sólo buscaba algo de venganza- otra cosa a excepción de las mismas no podría ir en contra de lo que tenía considerado como inmóvil por lo que mantuvo sus manos en la posición en donde estaban, todavía cuando era su cuerpo el que se acercaba al otro con ciertas intenciones internas, alzándose sutilmente sobre él una vez más con ayuda de sus brazos. - Y por aquí... - aludió a su cuello en esta ocasión - momentáneos hormigueos cada vez que su lengua roza, los cuales se transforman en escurridizos temblores que suben hasta mi nuca, nublándome una vez que sucumben en mi cabeza...-
Sus movimientos iban con lentitud conforme avanzaban sus palabras, encontrándose a sí mismo luego de que su monólogo llegó a su fin inclinado sobre el cuello del otro, flectándo apenas sus brazos y dejándo así sus omóplatos marcados en su espalda bajo una postura felina. Su cola volvía a oscilar algo adolorida y con lentitud por esa misma causa, comenzándo a delinear uno de los músculos de su cuello, trazándo un sinuoso camino por éste hasta su mandíbula con la punta de su nariz, deteniéndose a dejar que la calidez de su aliento chocara con esta zona a través de un pesado suspiro antes de hundirle los colmillos en su quijada con algo de fuerza, dejándo una juguetóna lamida sobre la rojiza marca en una sutil venganza antes de la definitiva, volviéndo a subir hasta su mejilla en donde le dedicó una nueva mirada a través del rabillo del ojo, en donde hasta se aventuró a dedicarle una ladina sonrisa. Esperaba su reacción y con ello, su nueva 'prueba' para concluir su venganza con la segunda parte de ésta, creyéndo escuchar ya de su parte un ''eso no estaba entre las órdenes que te dí'', algo que poco le importaba con tal de que no cambiara la posición o en su defecto, que lo hiciese para su conveniencia.-
Escuchaba sus palabras en silencio, ahorrándose los comentarios por aquella mordida así como también por sus dichos, los cuales más allá del notorio regaño le daban a notar una de las pocas realidades de su inusual cliente. No podía decir nada una vez más, viéndose ya incomodado y atento a los movimientos del otro, sin poder evitar el llevar sucesivamente su mirada -procurándo un vago disimulo- hacia atrás antes de poner atención a sus acciones para con el piercing que traía en su labio inferior. Entrecerró sus ojos algo curioso por ello antes de suspirar con pesadez frente a sus nuevas palabras, ya un tanto molesto porque el simple hecho de que el otro pretendiera reprenderle nuevamente.
Mantenía el silencio aún cuando su mueca se tornaba casi como la de un niño rencoroso a punto de atacar. La idea de la seriedad del juego volvía a su cabeza una y otra vez, procurándo contenerle para así realizar una nueva jugada con menos errores. ¿Dónde había quedado su lado tan calculador cuando más lo necesitaba?.
El frío contacto del pequeño metal lograba llamar su atención a lo que sería su supuesto castigo, todavía más cuando ahora se hacía presente el alcohol. Pretendía responder a sus acusadoras palabras, sin embargo se veía interrumpido por aquella demostración ajena. Le miraba inquiriente por aquello mas, permitiéndo la guía del otro sobre su pecho que le llevaba a sentir la piel ajena.
Escuchaba con seriedad todavía cuando reprimía una que otra sonrisa al notar lo que verdaderamente deseaba el otro. ''Heh... este hombre ha de ser todo un romántico''.
Aquel recorrido había llegado a su fin y el regaño volvía a tener lugar, teniéndo el otro la ozadía de reprenderlo tal cual un niño -algo que dentro de todo él detestaba aún cuando era correcto de alguna forma en la realidad-, llevándole con esto a responder poco a poco a sus palabras antes de dejarle continuar.
- Oh... Vamos~, usted me ha pedido por ''donde es que siento más, donde es que el calor se me sube al rostro, donde puede erizarme y donde no'' , ¿me equivoco? - repitió sus anteriores órdenes mientras volvía su mirada a su rostro, observándole tan desafiante como desde un principio - ... si ha sido así, cualquiera puede traducirlo de cualquier manera. Yo elegí una y aún así no creo haber estado tan lejos de sus verdaderos deseos. Le he respondido al fin y al cabo a sus preguntas, ¿no es así? - Le sonrió un poco dentro de su niñería del momento que cubría lo mucho que le había llegado el comentario del otro, llevándole a agarrarse de uno de sus primeros comentarios - ... por otro lado, pretendo hacerme cargo de mi error como corresponde, comenzándo por aceptar lo que venga. Mas cuando sus palabras hayan tomado a las mías por ese 'camino', pretendo dar un buen trabajo... después de todo, si 'hago un buen espectáculo'; lograré algo más de preferencia en este lugar... me parece una interesante oportunidad - fingió inocencia en su respuesta todavía cuando estaba defendiéndo su orgullo en ello e insistía en picar una última vez en la 'herida' de su posesivismo.
Sabía lo que estaba haciéndo mientras él respondía a sus comentarios, pero aún a pesar de ello continuó con la misma postura, permitiéndo que el otro se centrara en su pezón izquierdo pese a la tensión y defensiva natural de su cuerpo. Su cola se crispó a la sensación repentina de dolor y sus brazos se tensaron notoriamente, dejándo sus manos tal cual garras cerradas contra el sofá, a excepción de una que aún se mantenía en el hombro del otro. Mordió su labio inferior y sin duda su mueca se tornó al poco tiempo aún más rencorosa, ya sin ningún intermediario mental que buscase apaciguar su expresión para no darle en el gusto al otro.
La cercanía del contrario le jugaba una mala pasada dentro de lo que era el disimulo. Sutiles quejidos se dejaban escuchar desde su garganta en respuesta al aumento de la fuerza empleada por el otro en aquella zona pero, claramente fueron aquellas palabras suyas las que lograron hacerle olvidar aquel detalle, permitiéndole apenas el prepararse para aquella nueva impertenencia.
Cerró los ojos con fuerza, arrugándo un poco más que antes su ceño en busca de no soltar nada frente a aquello, algo que se volvía ya imposible si se le sumaban los otros factores que se le sumaban a eso. Su figura se encogió momentáneamente sobre el otro al atisbar el precipitado movimiento, alcanzándo a sacarle una que otra silenciosa queja que lograba ser delatada por su cortada respiración.
A penas y podía recuperarse de ello cuando el otro comenzaba a continuar molestándole con sus acercamientos, sus mordidas, lamidas y succiones, notándo lejanamente a causa de la molestia el hecho de que poco a poco estaba comenzándo a sangrar por culpa del otro.
Abrió sus ojos luego de un momento -uno que no necesariamente consideró el tiempo en el que lograría acostumbrarse a ello-, era consciente de que los insultos no eran lo correcto en esa situación aún cuando su venenosa lengua luchaba por atacar. Pero claro, por otro lado ahí estaba nublándole la mente con la incomodad. Irónicamente, así como le agradaba el estilo del otro... se veía a sí mismo odíandole por ello. Loca adicción al quemarse con el fuego.
- A-ahora mismo: sólo dolor... - su voz se quebró antes de comenzar a hablar, un hecho que logró irritarle momentáneamente, obligándole a tragar saliva para aclarar la misma antes de continuar - un dolor que a causa de su argolla se acumula en mi pecho; oprimiéndome desde el fondo cuando la presión está en su punto máximo... así como cuando está siendo más leve deja una suave sensación de cosquilleo que sube por mi pecho hasta alojarse en mi garganta... buscándo salir. - su voz se apagó nuevamente dejándole en silencio durante unos segundos antes de volver a hablar - y allá... - murmuró aludiéndo a su mano en su trasero - un nuevo dolor que se deja sentir en mi perineo y toda su zona de forma palpitánte, explotando luego en mi vientre... lográndo que mi miembro vibre con ello desde la base a la punta en una fugaz punzada. - Su cuerpo volvió a levantarse luego de un momento dentro de lo que era su antigua postura antes de caer en el dolor por causa ajena, removiéndole y en ello, rozándole sutilmente con su propio cuerpo el del otro así como también quitándole por unos instantes el poder sobre su cuello. No era algo que hiciera por el hecho de haberse acostumbrado a la intromisión y al dolor, más bien resultaban distractores momentáneos.
¿Qué era lo que tenía amarrado por orden ajena?: sus manos, por lo que a su juicio -que sólo buscaba algo de venganza- otra cosa a excepción de las mismas no podría ir en contra de lo que tenía considerado como inmóvil por lo que mantuvo sus manos en la posición en donde estaban, todavía cuando era su cuerpo el que se acercaba al otro con ciertas intenciones internas, alzándose sutilmente sobre él una vez más con ayuda de sus brazos. - Y por aquí... - aludió a su cuello en esta ocasión - momentáneos hormigueos cada vez que su lengua roza, los cuales se transforman en escurridizos temblores que suben hasta mi nuca, nublándome una vez que sucumben en mi cabeza...-
Sus movimientos iban con lentitud conforme avanzaban sus palabras, encontrándose a sí mismo luego de que su monólogo llegó a su fin inclinado sobre el cuello del otro, flectándo apenas sus brazos y dejándo así sus omóplatos marcados en su espalda bajo una postura felina. Su cola volvía a oscilar algo adolorida y con lentitud por esa misma causa, comenzándo a delinear uno de los músculos de su cuello, trazándo un sinuoso camino por éste hasta su mandíbula con la punta de su nariz, deteniéndose a dejar que la calidez de su aliento chocara con esta zona a través de un pesado suspiro antes de hundirle los colmillos en su quijada con algo de fuerza, dejándo una juguetóna lamida sobre la rojiza marca en una sutil venganza antes de la definitiva, volviéndo a subir hasta su mejilla en donde le dedicó una nueva mirada a través del rabillo del ojo, en donde hasta se aventuró a dedicarle una ladina sonrisa. Esperaba su reacción y con ello, su nueva 'prueba' para concluir su venganza con la segunda parte de ésta, creyéndo escuchar ya de su parte un ''eso no estaba entre las órdenes que te dí'', algo que poco le importaba con tal de que no cambiara la posición o en su defecto, que lo hiciese para su conveniencia.-
Darvish Kenji- Pet-Jaguar
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Re: Deep Grief {Libre}
Con aquel contacto que había impuesto en cuerpo ajeno, ya no solo sentía como el otro se removía, sino que además, su propio cuerpo comenzaba a exigirle que hubiera un poco de atención para este y es que no estaba de más mencionar que: tanto la posición, sus acciones y la manera en la que reaccionaba el otro a esto, lograban de algún modo encender aquella chispa que se encargaba de mandar pequeñas corrientes por su espalda, por su vientre y sus piernas, mismas que al parecer, iban a desahogarse directamente en su entrepierna pues su pantalón comenzaba a oprimirle poco a poco. Mantenía su oído avispado, atento de las palabras del castaño sin descuidar ninguna de sus acciones, así que: entre que sus labios y dientes continuaban dejándole pequeñas marcas a lo largo de aquella curva que representaba su cuello, su dedo hacía de las suyas embistiéndole la entrada, sobando con la yema de aquel digito las calientes paredes de esta y palpando como estas buscaban cerrarse nuevamente, logrando únicamente el apretarle apenas.
—Pero que dramático eres—murmuró sobre la piel del cuello y sus dedos —sobre aquel pezón apresado por la argolla—otorgaron un pellizco, que no solo era para torturar un poco más aquel nódulo, sino que también se encargaron de cerrar un poco más aquella argolla—. Aunque bueno, es entendible de alguna manera si será tu primera vez siendo mi compañía.
Dejó de mover su dedo en aquel anillo de músculo; lo anidó dentro y aunque percibía el movimiento repentino y furtivo del otro, se mantuvo en su lugar, jugueteando con la piel de éste un rato más entre lo que averiguaba cual era la intención de aquel acercamiento; de soslayo había observado como el otro refugiaba el rostro en su propio cuello y aunque el azabache se mantenía entretenido en el similar ajeno, se limitó a solo elevar un poco el rostro —acto por mera inercia no porque realmente así lo hubiera deseado— y enseguida sintió el escozor, el ardor y ese ligero escaldar tras la mordida recia que había dado el felino.
Frunció el entrecejo y sus labios se alejaron del cuello ajeno, formando luego en ellos una clara mueca de desagrado, misma que se vio más obvia cuando logró vislumbrar de reojo aquella sonrisa que el contrario le dedicaba. Varias cosas se le cruzaron por la mente: pudo haberle reprochado al instante, se pudo haber quejado por aquel accionar —sin su permiso— por parte del castaño y sin embargo, se mantuvo en silencio, enmarcando únicamente, una pérfida sonrisa en sus labios.
—Bien —dijo rompiendo ese breve momento de tensión y silencio entre el intercambio de sonrisas—, supongo que tu monologo ha estado bien, a pesar de parecer más una queja de que todo te duele. —Se removió un poco buscando el colocar su rostro delante del ajeno y comenzó a mover de nueva cuenta su dedo, en un lento vaivén—. Y es que, estarás de acuerdo conmigo, que el dolor no solamente es eso; has dicho que te duele, hormiguea y busca una manera de desahogarse de tu cuerpo y eso ha estado bien, he de admitir; pero el dolor evoluciona dependiendo de cada persona. — Su mirada se deslizó y atisbó nuevamente a aquella mascota que anteriormente le había servido; en lo que éste se acercaba, sacó su dedo sin preámbulo alguno del interior del otro y le asió la cadera con firmeza, obligándole luego a hacerse a un lado, sentándole en el lugar continuo a donde estaba—. Quieto —ordenó y cuando la otra mascota se acercó, le hizo una seña con el índice para hablarle al oído; intercambió un par de palabras en su oído y enseguida, se retiró.
—Te confesaré, que cuando me lo propongo soy muy bueno para improvisar lo que necesito. —Sonrió de medio lado y tomó aquel vaso de whisky que había quedado entre sus piernas y lo regresó a la mesa, antes de volver a dirigir su atención al castaño.
—Y para mí, existen dos tipos de evolución—continuó con lo antes mencionado y mientras tanto se puso de pie, colocándose luego delante de Kenji—, están las personas que únicamente se quejan y terminan rogando porque el que infringe dolor se detenga; tú no has rogado que me detenga y eso es premiable, pero te faltó algo en ello y eso es parte de la otra evolución. —Asió una de las manos ajenas y tiró de esta obligándole al otro a ponerse de pie; enseguida, le hizo seguirle hacia un costado de los brazos de aquel sofá.
—Hay quienes disfrutan del dolor —continuaba y se colocó a espaldas del castaño sosteniéndole la cintura, para acomodarle luego con la vista hacia el frente de aquel brazo del mueble—, se quejan de este, eso no lo voy a negar, pero aprender a disfrutarlo. —Se empujó hacia el otro, obligándole a empinarse y, cuando tuvo la oportunidad adecuada, asió sus manos y las llevó a apoyarlas en el brazo del sofá—. Sostente de ahí—volvió a ordenar y enseguida, ya regresaba la otra mascota con lo que le había encomendado: pala para el hielo.
—Te falta aprender a disfrutarlo, no solo a quejarte de el. —Sostuvo aquel objeto por el mango y tras que la otra mascota se retirara, comenzó a pasear el frío metal de este por el pecho desnudo de su acompañante—. Pero, te has ganado que te enseñe un poco de eso antes de ponerte otra prueba o mejor aun, por qué no hacer de esto una prueba. — Sonrió de lado y se inclinó un tanto más sobre el felino mientras que su mano libre le empujaba por el vientre bajo, haciéndole alzar el trasero—. Y te lo enseñaría de una manera más fácil, pero… —Refregó su entrepierna en el trasero del contrario y terminó por susurrarle en una oreja—: Toma esto a cuenta de tu mordida, gatito…
Volvió a erguirse y con su mano libre comenzó a tironear tanto de aquel short como de las prendas interiores del otro dejando a disposición su trasero.
—Esta será tu nueva prueba, gatito —colocó su mano suelta en el glúteo derecho y comenzó a masajearlo mientras continuaba—, sé que no te premié por la anterior, pero considera también tu atrevimiento anterior como parte de este. —Echó una breve risa y llevó aquella pala para el hielo a sobarla contra el glúteo que anteriormente sobaba y entonces, aumentó el tono de su voz y con un deje imperativo, ordenó:
—Vas a contar cada azote que te dé con la pala, y no solo eso, me vas a dar las gracias tras cada uno de ellos. —Se relamió los labios y empezó a palmotear apenas la pala en la carne del trasero ajeno—. Me detendré cuando crea conveniente y aumentaré la fuerza del azote sin previo aviso; considera eso y no olvides: que cualquier falla a la orden, implicara que, o vuelva a comenzar o te castigue… —culminó y antes de que el otro pudiera mencionar algo, elevó aquella pala entre su mano y la dejó caer sobre el glúteo ajeno.
No fue un golpe realmente duro, pero si lo suficientemente fuerte como para saber que le haría escocer la piel y que lentamente esta se pondría roja; no tenía por qué dudar que su orden se cumpliera así que, dejó caer una vez más la pala con la misma fuerza. Continuó con los azotes y hasta que en su cabeza acumuló la cuenta de siete en total.
Por su parte, tenía bastante tiempo que no jugaba de aquella manera con alguien y siendo sincero: aquello le estaba causando una excitación más provocadora que el mismo hecho de haberle tocado hacia un momento; se sentía caliente, ansioso y el observar el cuerpo ajeno de aquella manera, únicamente le servía de incentivo para dar azote tras azote.
—Pero que dramático eres—murmuró sobre la piel del cuello y sus dedos —sobre aquel pezón apresado por la argolla—otorgaron un pellizco, que no solo era para torturar un poco más aquel nódulo, sino que también se encargaron de cerrar un poco más aquella argolla—. Aunque bueno, es entendible de alguna manera si será tu primera vez siendo mi compañía.
Dejó de mover su dedo en aquel anillo de músculo; lo anidó dentro y aunque percibía el movimiento repentino y furtivo del otro, se mantuvo en su lugar, jugueteando con la piel de éste un rato más entre lo que averiguaba cual era la intención de aquel acercamiento; de soslayo había observado como el otro refugiaba el rostro en su propio cuello y aunque el azabache se mantenía entretenido en el similar ajeno, se limitó a solo elevar un poco el rostro —acto por mera inercia no porque realmente así lo hubiera deseado— y enseguida sintió el escozor, el ardor y ese ligero escaldar tras la mordida recia que había dado el felino.
Frunció el entrecejo y sus labios se alejaron del cuello ajeno, formando luego en ellos una clara mueca de desagrado, misma que se vio más obvia cuando logró vislumbrar de reojo aquella sonrisa que el contrario le dedicaba. Varias cosas se le cruzaron por la mente: pudo haberle reprochado al instante, se pudo haber quejado por aquel accionar —sin su permiso— por parte del castaño y sin embargo, se mantuvo en silencio, enmarcando únicamente, una pérfida sonrisa en sus labios.
—Bien —dijo rompiendo ese breve momento de tensión y silencio entre el intercambio de sonrisas—, supongo que tu monologo ha estado bien, a pesar de parecer más una queja de que todo te duele. —Se removió un poco buscando el colocar su rostro delante del ajeno y comenzó a mover de nueva cuenta su dedo, en un lento vaivén—. Y es que, estarás de acuerdo conmigo, que el dolor no solamente es eso; has dicho que te duele, hormiguea y busca una manera de desahogarse de tu cuerpo y eso ha estado bien, he de admitir; pero el dolor evoluciona dependiendo de cada persona. — Su mirada se deslizó y atisbó nuevamente a aquella mascota que anteriormente le había servido; en lo que éste se acercaba, sacó su dedo sin preámbulo alguno del interior del otro y le asió la cadera con firmeza, obligándole luego a hacerse a un lado, sentándole en el lugar continuo a donde estaba—. Quieto —ordenó y cuando la otra mascota se acercó, le hizo una seña con el índice para hablarle al oído; intercambió un par de palabras en su oído y enseguida, se retiró.
—Te confesaré, que cuando me lo propongo soy muy bueno para improvisar lo que necesito. —Sonrió de medio lado y tomó aquel vaso de whisky que había quedado entre sus piernas y lo regresó a la mesa, antes de volver a dirigir su atención al castaño.
—Y para mí, existen dos tipos de evolución—continuó con lo antes mencionado y mientras tanto se puso de pie, colocándose luego delante de Kenji—, están las personas que únicamente se quejan y terminan rogando porque el que infringe dolor se detenga; tú no has rogado que me detenga y eso es premiable, pero te faltó algo en ello y eso es parte de la otra evolución. —Asió una de las manos ajenas y tiró de esta obligándole al otro a ponerse de pie; enseguida, le hizo seguirle hacia un costado de los brazos de aquel sofá.
—Hay quienes disfrutan del dolor —continuaba y se colocó a espaldas del castaño sosteniéndole la cintura, para acomodarle luego con la vista hacia el frente de aquel brazo del mueble—, se quejan de este, eso no lo voy a negar, pero aprender a disfrutarlo. —Se empujó hacia el otro, obligándole a empinarse y, cuando tuvo la oportunidad adecuada, asió sus manos y las llevó a apoyarlas en el brazo del sofá—. Sostente de ahí—volvió a ordenar y enseguida, ya regresaba la otra mascota con lo que le había encomendado: pala para el hielo.
—Te falta aprender a disfrutarlo, no solo a quejarte de el. —Sostuvo aquel objeto por el mango y tras que la otra mascota se retirara, comenzó a pasear el frío metal de este por el pecho desnudo de su acompañante—. Pero, te has ganado que te enseñe un poco de eso antes de ponerte otra prueba o mejor aun, por qué no hacer de esto una prueba. — Sonrió de lado y se inclinó un tanto más sobre el felino mientras que su mano libre le empujaba por el vientre bajo, haciéndole alzar el trasero—. Y te lo enseñaría de una manera más fácil, pero… —Refregó su entrepierna en el trasero del contrario y terminó por susurrarle en una oreja—: Toma esto a cuenta de tu mordida, gatito…
Volvió a erguirse y con su mano libre comenzó a tironear tanto de aquel short como de las prendas interiores del otro dejando a disposición su trasero.
—Esta será tu nueva prueba, gatito —colocó su mano suelta en el glúteo derecho y comenzó a masajearlo mientras continuaba—, sé que no te premié por la anterior, pero considera también tu atrevimiento anterior como parte de este. —Echó una breve risa y llevó aquella pala para el hielo a sobarla contra el glúteo que anteriormente sobaba y entonces, aumentó el tono de su voz y con un deje imperativo, ordenó:
—Vas a contar cada azote que te dé con la pala, y no solo eso, me vas a dar las gracias tras cada uno de ellos. —Se relamió los labios y empezó a palmotear apenas la pala en la carne del trasero ajeno—. Me detendré cuando crea conveniente y aumentaré la fuerza del azote sin previo aviso; considera eso y no olvides: que cualquier falla a la orden, implicara que, o vuelva a comenzar o te castigue… —culminó y antes de que el otro pudiera mencionar algo, elevó aquella pala entre su mano y la dejó caer sobre el glúteo ajeno.
No fue un golpe realmente duro, pero si lo suficientemente fuerte como para saber que le haría escocer la piel y que lentamente esta se pondría roja; no tenía por qué dudar que su orden se cumpliera así que, dejó caer una vez más la pala con la misma fuerza. Continuó con los azotes y hasta que en su cabeza acumuló la cuenta de siete en total.
Por su parte, tenía bastante tiempo que no jugaba de aquella manera con alguien y siendo sincero: aquello le estaba causando una excitación más provocadora que el mismo hecho de haberle tocado hacia un momento; se sentía caliente, ansioso y el observar el cuerpo ajeno de aquella manera, únicamente le servía de incentivo para dar azote tras azote.
Re: Deep Grief {Libre}
Allí estaba él esperando un regaño que parecía nunca llegar y pues claro, nunca apareció para su ligera sorpresa lo cual hacía toda su pequeña predicción errónea... para gusto suyo posiblemente.
Apretó sus dientes sutilmente al notar como aquel dedo volvía a moverse y esta vez con más lentitud; ya no dolía y aquello tenía que reconocerlo, por lo que dentro de aquel lapsus resultaba notorio en su rostro el hecho de que esa molestia le estaba abandonando, tal vez no como para llevarle a un certero 'agrado' de la sensación, pero sí como para no albergar nada más que un sentimiento extraño; una vibración nueva que aún no lograba interiorizar aún.
Un ligero quejido salió de entre sus labios cuando su interior fue abandonado repentinamente por el otro que, fuera de escuchar aquella orden e intentar reaccionar a ello, ya estaba a un lado del sofá para cuando logró apenas moverse. Se quedó quieto, manteniéndose inevitablemente ladeado sobre el sofá por no querer aventurarse más allá en el sentir el ahora vacío y sutil resentimiento de su trasero. Obedecía a aquellas palabras suyas, manteniéndose quieto sobre el sofá, acatando ya casi por gusto propio que por el hecho de que el cliente lo decía: se estaba tomando un respiro y además, aprovechaba para pensar un poco acerca de qué haría.
Sus orejas se alzaron de entre sus cabellos buscando captar de mejor forma lo que se dialogaba entre el pelinegro y la otra mascota, creyendo atender únicamente a una simple petición de algo más; ¿tal vez más licor o algo similar?, lo ignoraba.
Se atrevió a girar sutilmente el rostro para verle bajo aquel semblante ahora neutro una vez que le escuchó hablar una vez más, teniendo que volver a mover su rostro para seguirle con la mirada una vez cambió de posición y se puso de pie frente a sí.
Reaccionó nuevamente algo tardío a su toque, levantándose más por fuerza ajena que por la propia para luego ser guiado una vez más, tomando lugar a un costado del sofá. Reconocía que a las palabras ajenas algo de razón les debía de brindar a pesar de que los enunciados lograban hacerle temblar, pero cuando la curiosidad era más fuerte... le llevaba hasta a admitir que se estaba entreteniendo bastante siendo la compañía del otro en un juego en donde no deseaba ceder aún, no del todo al menos.
Su cuerpo nuevamente era guiado y esta vez a adoptar una nueva posición contra el sofá, teniendo que apoyarse con sus manos además dentro de lo que el otro le había acomodado. Agachó su cabeza para llegar a atisbar de qué se trataba aquel frío objeto, sin poder evitar un ligero escalofrío por su mero tacto.
Alzó el trasero una vez más por accionar ajeno, dejando su moteada y gruesa cola a un lado bajo un ondear lento y atento que posiblemente aguardaba cierta ansiedad por lo que el otro haría; ahora sí podía lanzarse a adivinar.
Aquel rostro lleno de neutralidad logró romperse por unos instantes en los que el toque de la entrepierna ajena con su trasero se hizo a propósito, provocandole un estremecimiento en todo su cuerpo, uno que, mezclado con aquel susurro ajeno en su oreja, le sacó además una que otra mueca cargada de lascivia; una ansiedad nueva que buscó liberarse en un jugueteo de su lengua en su boca y en un apretar y soltar del cuero que recubría el brazo de aquel sofá con sus manos, haciéndole agradecer de momento el hecho de que el pelinegro no estuviese tan atento a sus acciones.
Era ahora cuando el castigo por lo de antes venía anunciado en sus palabras, mismas que lograron que su cuerpo se tensara para cuando sintió que sus prendas bajas se deslizaban por sus muslos, dejandole algo indefenso frente al otro. Pensó en voltearse nuevamente a verle pero resultó ser pronto una idea desechada a causa de el ligero pudor que le sobrevino a ese descarado toque del otro en su trasero y de manera tan directa.
El calor poco a poco llegó a su rostro sin necesariamente causarle un evidente sonrojo. Podía sentir todo su cuerpo caliente a través del frío del metal que ahora se había pegado a la piel de su trasero por acto del otro. Suspiró y cerró ligeramente sus ojos; su orgullo le estaba llegando al suelo sin duda.
Las órdenes ya estaban listas y dadas, pero como la impaciencia parecía ser un rasgo característico en el contrario, el tiempo no le alcanzó siquiera para decir algo para cuando el golpe aturdió sus sentidos, haciendo que su cuerpo se inclinara ligeramente hacia adelante antes de poner más firme su apoyo - Nhhh... u-uno... -Murmuró bajando nuevamente la cabeza al buscar esconder su rostro entre sus cabellos. - ... graci... ¡Nhg!. - Sus palabras encontraron un tope al sentir un nuevo golpe venir sin previo aviso.
Admitía al menos que el otro estaba siendo bastante suave para lo que él mismo esperaba, en una idea que comenzó poco a poco a borrar cuando pasado el segundo y tercer golpe, la piel de su trasero quedó totalmente sensibilizada, casi al punto de sentirla arder.
Su escurridiza cola lentamente fue erigiéndose para evitar dar con cualquier golpe, encontrando prontamente apoyo en su sobre espalda, enrollándose apenas en aquel lugar. A medida que los golpes venían y ya su cuenta se encaminaba en el número cinco; sus brazos comenzaron a flectarse dentro de lo que era su posición original para poder conseguir una mejor soporte, en donde para cuando pronunciaba el seis sólo se podía apreciar el remover de sus cabellos, mismos que ya lograban amparar entre ellos a sus caídas orejas.
Aquel tipo de rudezas lograba antojarsele dulce aún cuando nadie antes hubiese cometido el atrevimiento de tenerlo en aquella posición y más aún, el de haberle golpeado. No tenía razón para quejarse por tal mínimo escozor y menos... cuando esa zafiedad en el accionar ajeno lograba mantenerle despierto y curioso por ver más; ése era el momento en que su lado masoquista se abría y se dejaba encantar cubriendo en ello vagamente esa altivez natural suya de mera defensa.
Se veía a sí mismo reaccionando al estímulo de manera insospechada; su respiración se irregularizaba, múltiples vibraciones lograban perderse en su miembro ahora más excitado y su propio trasero se empinaba por sí solo sin ser éste un reflejo consciente. Una escurridiza gota de sudor comenzaba a surcar su cuello, disipándose en su pecho bajo la ropa. ''Ha de ser el alcohol de antes, definitivamente...''; su terquedad volvía a atacar a pesar de ser toda una excusa, y una bastante burda.
Sus labios se entreabrieron para exhalar un ligero suspiro acalorado y posiblemente adolorido, listos para anunciar la última cifra: - S-siete... - Murmuró notando como su voz tomaba algo de fuerza al final ahora que los golpes parecían detenerse de un momento a otro dejandole con la duda de si serían retomadas o no bajo una duda que no quiso ser corroborada con su propia mirada, no cuando era sabedor de que de seguro alguno que otro rubor estaría tiñendo sus mejillas; una imagen patética a su gusto por lo sincera que podía llegar a resultar. - ... Gracias -respondió luego de un tragar seco de su garganta en donde su tono de voz lograba delatar como aquel lado más sumiso suyo se le estaba escapando ahora que prácticamente le tenían domado luego de aquello. Su adrenalina se había consumido momentáneamente, quedando únicamente con su cuerpo caliente y posiblemente ansioso a otro tipo de atenciones.
La posición se mantuvo igual, expectante, mientras que su cola de deslizaba poco a poco por su costado hasta caer por detrás de su trasero, yéndose en un movimiento innato a alojar entre sus piernas casi sin querer rozar la piel resentida, cubriéndose tras de ello. ''¿Se detendrá?''; su mirada le veía de hurtadillas por entre los oscuros mechones de su cabello.
Apretó sus dientes sutilmente al notar como aquel dedo volvía a moverse y esta vez con más lentitud; ya no dolía y aquello tenía que reconocerlo, por lo que dentro de aquel lapsus resultaba notorio en su rostro el hecho de que esa molestia le estaba abandonando, tal vez no como para llevarle a un certero 'agrado' de la sensación, pero sí como para no albergar nada más que un sentimiento extraño; una vibración nueva que aún no lograba interiorizar aún.
Un ligero quejido salió de entre sus labios cuando su interior fue abandonado repentinamente por el otro que, fuera de escuchar aquella orden e intentar reaccionar a ello, ya estaba a un lado del sofá para cuando logró apenas moverse. Se quedó quieto, manteniéndose inevitablemente ladeado sobre el sofá por no querer aventurarse más allá en el sentir el ahora vacío y sutil resentimiento de su trasero. Obedecía a aquellas palabras suyas, manteniéndose quieto sobre el sofá, acatando ya casi por gusto propio que por el hecho de que el cliente lo decía: se estaba tomando un respiro y además, aprovechaba para pensar un poco acerca de qué haría.
Sus orejas se alzaron de entre sus cabellos buscando captar de mejor forma lo que se dialogaba entre el pelinegro y la otra mascota, creyendo atender únicamente a una simple petición de algo más; ¿tal vez más licor o algo similar?, lo ignoraba.
Se atrevió a girar sutilmente el rostro para verle bajo aquel semblante ahora neutro una vez que le escuchó hablar una vez más, teniendo que volver a mover su rostro para seguirle con la mirada una vez cambió de posición y se puso de pie frente a sí.
Reaccionó nuevamente algo tardío a su toque, levantándose más por fuerza ajena que por la propia para luego ser guiado una vez más, tomando lugar a un costado del sofá. Reconocía que a las palabras ajenas algo de razón les debía de brindar a pesar de que los enunciados lograban hacerle temblar, pero cuando la curiosidad era más fuerte... le llevaba hasta a admitir que se estaba entreteniendo bastante siendo la compañía del otro en un juego en donde no deseaba ceder aún, no del todo al menos.
Su cuerpo nuevamente era guiado y esta vez a adoptar una nueva posición contra el sofá, teniendo que apoyarse con sus manos además dentro de lo que el otro le había acomodado. Agachó su cabeza para llegar a atisbar de qué se trataba aquel frío objeto, sin poder evitar un ligero escalofrío por su mero tacto.
Alzó el trasero una vez más por accionar ajeno, dejando su moteada y gruesa cola a un lado bajo un ondear lento y atento que posiblemente aguardaba cierta ansiedad por lo que el otro haría; ahora sí podía lanzarse a adivinar.
Aquel rostro lleno de neutralidad logró romperse por unos instantes en los que el toque de la entrepierna ajena con su trasero se hizo a propósito, provocandole un estremecimiento en todo su cuerpo, uno que, mezclado con aquel susurro ajeno en su oreja, le sacó además una que otra mueca cargada de lascivia; una ansiedad nueva que buscó liberarse en un jugueteo de su lengua en su boca y en un apretar y soltar del cuero que recubría el brazo de aquel sofá con sus manos, haciéndole agradecer de momento el hecho de que el pelinegro no estuviese tan atento a sus acciones.
Era ahora cuando el castigo por lo de antes venía anunciado en sus palabras, mismas que lograron que su cuerpo se tensara para cuando sintió que sus prendas bajas se deslizaban por sus muslos, dejandole algo indefenso frente al otro. Pensó en voltearse nuevamente a verle pero resultó ser pronto una idea desechada a causa de el ligero pudor que le sobrevino a ese descarado toque del otro en su trasero y de manera tan directa.
El calor poco a poco llegó a su rostro sin necesariamente causarle un evidente sonrojo. Podía sentir todo su cuerpo caliente a través del frío del metal que ahora se había pegado a la piel de su trasero por acto del otro. Suspiró y cerró ligeramente sus ojos; su orgullo le estaba llegando al suelo sin duda.
Las órdenes ya estaban listas y dadas, pero como la impaciencia parecía ser un rasgo característico en el contrario, el tiempo no le alcanzó siquiera para decir algo para cuando el golpe aturdió sus sentidos, haciendo que su cuerpo se inclinara ligeramente hacia adelante antes de poner más firme su apoyo - Nhhh... u-uno... -Murmuró bajando nuevamente la cabeza al buscar esconder su rostro entre sus cabellos. - ... graci... ¡Nhg!. - Sus palabras encontraron un tope al sentir un nuevo golpe venir sin previo aviso.
Admitía al menos que el otro estaba siendo bastante suave para lo que él mismo esperaba, en una idea que comenzó poco a poco a borrar cuando pasado el segundo y tercer golpe, la piel de su trasero quedó totalmente sensibilizada, casi al punto de sentirla arder.
Su escurridiza cola lentamente fue erigiéndose para evitar dar con cualquier golpe, encontrando prontamente apoyo en su sobre espalda, enrollándose apenas en aquel lugar. A medida que los golpes venían y ya su cuenta se encaminaba en el número cinco; sus brazos comenzaron a flectarse dentro de lo que era su posición original para poder conseguir una mejor soporte, en donde para cuando pronunciaba el seis sólo se podía apreciar el remover de sus cabellos, mismos que ya lograban amparar entre ellos a sus caídas orejas.
Aquel tipo de rudezas lograba antojarsele dulce aún cuando nadie antes hubiese cometido el atrevimiento de tenerlo en aquella posición y más aún, el de haberle golpeado. No tenía razón para quejarse por tal mínimo escozor y menos... cuando esa zafiedad en el accionar ajeno lograba mantenerle despierto y curioso por ver más; ése era el momento en que su lado masoquista se abría y se dejaba encantar cubriendo en ello vagamente esa altivez natural suya de mera defensa.
Se veía a sí mismo reaccionando al estímulo de manera insospechada; su respiración se irregularizaba, múltiples vibraciones lograban perderse en su miembro ahora más excitado y su propio trasero se empinaba por sí solo sin ser éste un reflejo consciente. Una escurridiza gota de sudor comenzaba a surcar su cuello, disipándose en su pecho bajo la ropa. ''Ha de ser el alcohol de antes, definitivamente...''; su terquedad volvía a atacar a pesar de ser toda una excusa, y una bastante burda.
Sus labios se entreabrieron para exhalar un ligero suspiro acalorado y posiblemente adolorido, listos para anunciar la última cifra: - S-siete... - Murmuró notando como su voz tomaba algo de fuerza al final ahora que los golpes parecían detenerse de un momento a otro dejandole con la duda de si serían retomadas o no bajo una duda que no quiso ser corroborada con su propia mirada, no cuando era sabedor de que de seguro alguno que otro rubor estaría tiñendo sus mejillas; una imagen patética a su gusto por lo sincera que podía llegar a resultar. - ... Gracias -respondió luego de un tragar seco de su garganta en donde su tono de voz lograba delatar como aquel lado más sumiso suyo se le estaba escapando ahora que prácticamente le tenían domado luego de aquello. Su adrenalina se había consumido momentáneamente, quedando únicamente con su cuerpo caliente y posiblemente ansioso a otro tipo de atenciones.
La posición se mantuvo igual, expectante, mientras que su cola de deslizaba poco a poco por su costado hasta caer por detrás de su trasero, yéndose en un movimiento innato a alojar entre sus piernas casi sin querer rozar la piel resentida, cubriéndose tras de ello. ''¿Se detendrá?''; su mirada le veía de hurtadillas por entre los oscuros mechones de su cabello.
Darvish Kenji- Pet-Jaguar
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Localización : En donde desees tenerme.
Re: Deep Grief {Libre}
La carne de la palma de su mano palpitaba; sentía como esta se ponía caliente y un hormigueo se acrecentaba tras cada azote que dejaba caer sobre el glúteo del felino obligándole a apretar más los dedos entorno al mango de aquella pala. La piel roja, viva de aquella zona del cuerpo ajeno era un deleite para su mirada y cada que esta se hinchaba más tras cada golpe, se relamía los labios con descaro y evitaba el tomar mucho tiempo para dejar caer el siguiente azote de la pala sobre aquel sitio.
Por su parte, era innegable que la excitación de someter le estaba carcomiendo la espina con constantes descargas que enviaban suculentos hormigueos justo a su vientre bajo, que a su vez, enviaba una especie de escozor a su zona media, poniéndole entonces ansioso. Por supuesto, estaba completamente atento de que su orden fuera cumplida correctamente; que estuviera disfrutando de aquello no quería decir que iba a dejar pasar por alto alguna falta, así que, además de tener que soportar los azotes de la pala, el que diera las gracias tras cada golpe era algo de suma importancia, así que, por supuesto, no iba a pasar por alto el primer trastabille que tuvo con el primer azote.
La cuenta fue dejada en únicamente eso siete golpes; dejó la pala de hielo sobre la mesa y con la misma que la sostenía, se aventuró a posar la palma contra la carne caliente que había lacerado; frotó y frotó con tal descaro que sentía como esa fricción de ambas pieles calientes provoca un palpitar en la carne ajena, instándole a dar un par de apretones y culminar ese tacto en una pequeña pero recia nalgada.
—Nada mal, supongo… —dijo con cierto dejo de mofa y relamió sus labios al momento que llevaba su mano a la nuca del contrario, posicionándose justo tras de éste con su entrepierna completamente pegada al prominente trasero ajeno—. Podría atribuir que no estuvo perfectamente ejecutado tu desempeño dado lo abrupto de la orden y claro que no tengo idea si es algo que anteriormente hayas hecho, y sinceramente no me interesa justificarte nada. Pero lo que si me importa es que comiences a, digamos, aprender. —Se fue empinando sobre el cuerpo ajeno hasta que sus labios y nariz se colaran en los mechones de cabello de la nuca y ahí comenzó a mordisquear mientras frotaba su hombría contra el trasero del castaño—. De cierta manera has cumplido con una especie de prueba —susurraba y una de sus manos fue hacia el miembro del felino, el cual comenzó a atender con esmero, algo contradictorio dadas sus anteriores acciones, pero él disfrutaba de esa sensación agridulce: las atenciones suaves y certeras para otorgar placer sobre el cuerpo adolorido y cansado.
—Y bueno, te hago saber que serás mi compañía durante lo que resta de la noche… —informó y cuando estuvo a punto de erguirse de nuevo, añadió—: Quédate quieto, hasta que yo diga que puedes moverte… —Se separó completamente del castaño, dejando más que un vago par de apretones directamente sobre el glande de su miembro y sin ninguna clase de ritual, comenzó a abrir el cinturón de su pantalón hasta sacarlo enseguida de sus pantalones; enseguida, en unos cuantos pasos se colocó justo al lado del felino, a la altura de donde se encontraba su cabeza y prosiguió con su accionar colocando el cuero negro de su cinturón alrededor del cuello ajeno, ajustándolo posteriormente a este para dejar un buen tramo de la longitud del objeto a su disposición.
Una sonrisa ladina se instaló en sus labios y dio una sola vuelta sobre el dorso de su mano al cuero suelto de aquel objeto, ovillándole un poco entorno a sus dedos. Con aquella << pseudo correa >> en su mano, dio un par de jalones y al mismo tiempo de ello, ordenó:
—En cuatro, Kenji; andarás a gatas tras de mí y tendrás el privilegio de que yo pise tu habitación.— Un par de tirones más al cinturón y tras dedicar una sonrisa maliciosa, se dispuso a emprender el paso, dando por hecho que su orden sería cumplida—. Seguiremos jugando allá y hasta que lleguemos a ese lugar, te haré saber parte de tu recompensa y parte de tu castigo y recuerda, que tendrás que trabajar mucho para que yo te dé un premio que sea enteramente satisfactorio —sentenció y miró por encima de su hombro al felino, dedicándole una mirada perversa y una sonrisa divertida, antes de culminar—: Sígueme.
Por su parte, era innegable que la excitación de someter le estaba carcomiendo la espina con constantes descargas que enviaban suculentos hormigueos justo a su vientre bajo, que a su vez, enviaba una especie de escozor a su zona media, poniéndole entonces ansioso. Por supuesto, estaba completamente atento de que su orden fuera cumplida correctamente; que estuviera disfrutando de aquello no quería decir que iba a dejar pasar por alto alguna falta, así que, además de tener que soportar los azotes de la pala, el que diera las gracias tras cada golpe era algo de suma importancia, así que, por supuesto, no iba a pasar por alto el primer trastabille que tuvo con el primer azote.
La cuenta fue dejada en únicamente eso siete golpes; dejó la pala de hielo sobre la mesa y con la misma que la sostenía, se aventuró a posar la palma contra la carne caliente que había lacerado; frotó y frotó con tal descaro que sentía como esa fricción de ambas pieles calientes provoca un palpitar en la carne ajena, instándole a dar un par de apretones y culminar ese tacto en una pequeña pero recia nalgada.
—Nada mal, supongo… —dijo con cierto dejo de mofa y relamió sus labios al momento que llevaba su mano a la nuca del contrario, posicionándose justo tras de éste con su entrepierna completamente pegada al prominente trasero ajeno—. Podría atribuir que no estuvo perfectamente ejecutado tu desempeño dado lo abrupto de la orden y claro que no tengo idea si es algo que anteriormente hayas hecho, y sinceramente no me interesa justificarte nada. Pero lo que si me importa es que comiences a, digamos, aprender. —Se fue empinando sobre el cuerpo ajeno hasta que sus labios y nariz se colaran en los mechones de cabello de la nuca y ahí comenzó a mordisquear mientras frotaba su hombría contra el trasero del castaño—. De cierta manera has cumplido con una especie de prueba —susurraba y una de sus manos fue hacia el miembro del felino, el cual comenzó a atender con esmero, algo contradictorio dadas sus anteriores acciones, pero él disfrutaba de esa sensación agridulce: las atenciones suaves y certeras para otorgar placer sobre el cuerpo adolorido y cansado.
—Y bueno, te hago saber que serás mi compañía durante lo que resta de la noche… —informó y cuando estuvo a punto de erguirse de nuevo, añadió—: Quédate quieto, hasta que yo diga que puedes moverte… —Se separó completamente del castaño, dejando más que un vago par de apretones directamente sobre el glande de su miembro y sin ninguna clase de ritual, comenzó a abrir el cinturón de su pantalón hasta sacarlo enseguida de sus pantalones; enseguida, en unos cuantos pasos se colocó justo al lado del felino, a la altura de donde se encontraba su cabeza y prosiguió con su accionar colocando el cuero negro de su cinturón alrededor del cuello ajeno, ajustándolo posteriormente a este para dejar un buen tramo de la longitud del objeto a su disposición.
Una sonrisa ladina se instaló en sus labios y dio una sola vuelta sobre el dorso de su mano al cuero suelto de aquel objeto, ovillándole un poco entorno a sus dedos. Con aquella << pseudo correa >> en su mano, dio un par de jalones y al mismo tiempo de ello, ordenó:
—En cuatro, Kenji; andarás a gatas tras de mí y tendrás el privilegio de que yo pise tu habitación.— Un par de tirones más al cinturón y tras dedicar una sonrisa maliciosa, se dispuso a emprender el paso, dando por hecho que su orden sería cumplida—. Seguiremos jugando allá y hasta que lleguemos a ese lugar, te haré saber parte de tu recompensa y parte de tu castigo y recuerda, que tendrás que trabajar mucho para que yo te dé un premio que sea enteramente satisfactorio —sentenció y miró por encima de su hombro al felino, dedicándole una mirada perversa y una sonrisa divertida, antes de culminar—: Sígueme.
Re: Deep Grief {Libre}
Sus manos se aferraron un poco más al sofá que tenía delante para descargar ese escozor que le invadía en su zona baja; un calor que lograba aumentar con la fricción de la mano ajena sobre su trasero palpitante, toque que culminaría con una nalgada que alcanzó a robarle un quejido de sus labios. Su rostro prontamente volvió a fijarse al frente para cuando el aliento del pelinegro se aproximó a su oreja, dejando su cuerpo inmóvil bajo suyo, atento a sus palabras.
Aquel hombre había conseguido al fin bajarle las revoluciones y, con ello, traerle la vergüenza y ansiedad a lo que era la misma situación. Su instinto más salvaje y dominante había cedido tras los golpes, fugándose a través de sus cándidos gemidos obedientes. Perdió, y su sinceridad no encontraba óbice alguno como para no relucir en cada uno de los gestos que siguieron a continuación, permitiendo libremente que su cuerpo demostrase docilidad como respuesta a todo; una docilidad que ya por cansancio a todo ello... no se había molestado en fijarle un punto de término en un 'futuro'.
Una ligera sacudida embargó a sus moteadas orejas al escuchar algo incrédulo que todo aquello se prolongaría aún más, en un dictamen que con un susurro indirecto pasaba a decirle que haría su debut como un real sumiso a juzgar por la manera en que le imponía su entrepierna despierta en el trasero. Caía en la ansiedad una vez más inevitablemente.
Su silencio buscó expandirse un poco más en medio de lo que eran los comentarios ajenos; una decisión propia que sólo logró que los gemidos se le escaparan con mayor sofoco. Un hombre que por primera vez le resultaba escalofriante bajo aquel rostro de muecas ásperas y maliciosas en un detalle que se fortalecía con esa encantadora forma de tocar. Un verdadero peligro; comenzaba a tenerle embelesado a sus jugarretas pese a las contradicciones mentales propias.
Sus brazos se flectaron sobre el sofá y sus caderas retrocedieron a las caricias en su miembro, sus ronroneos se dejaban escuchar agotados, un lejano relajo que fue, sin duda, igual de efímero que todas las anteriores pausas que le había concedido. La separación del cuerpo del cuerpo ajeno del propio trajo nuevamente un silencio que no tardó en perturbarse con un tintineo metálico. Una oreja curiosa se dobló a prestar atención dentro de la quietud de su cuerpo entero, algo bastante inútil para cuando ese cuero negro estuvo frente a sus ojos para brindarle precipitadamente la respuesta. La idea de quitar la cabeza del camino pasó fugazmente por su cabeza, con certeza un idea bastante retardada considerando que ya se encontraba atado como un miserable perro.
Procuró mantener la entereza y neutralidad de su rostro, estaba claro que una nueva discusión acerca de la humillación y, por contra parte, el entusiasmo, tenía lugar en su subconsciente.
Su garganta evocó un seco sonido al tragar para cuando el primer jalón tuvo lugar, siendo ya al segundo para cuando su cuerpo obedeció correctamente para ir a colocarse a su lado. Se mantenía apoyado en sus rodillas y con las manos descansado sobre sus muslos; una posición que claramente no duraría demasiado tras aquella nueva orden. Dio un rápido vistazo al rostro ajeno antes de volver a mirar al suelo, cabeceando un poco frente a la idea antes de inclinarse a apoyar sus palmas sobre el suelo, completando luego su postura al alzar su caderas, dejando esa curvatura como buen felino en su columna.
Fue casi instantáneo el hecho de que, al paso, su cola se alzara con orgullo(pese a que su trasero estuviese encendido por los golpes y expuesto) mientras comenzaba a caminar, creyendo sentir latente ese frío escalofrío recorriéndole el lomo ante la idea de que irían a su habitación. Se le estaban cerrando las oportunidades para cambiar la situación ya de manera definitiva, así como también las ganas de continuar discutiendo por ello todavía, por lo que en silencio le siguió tal cual como le había ordenado, guardando en su mente aquel rostro que le había dedicado a último momento como un escarmiento propio a continuar obedeciendo. Algo de su respeto había logrado ganar en esa primera ronda, estaba claro....
Aquel hombre había conseguido al fin bajarle las revoluciones y, con ello, traerle la vergüenza y ansiedad a lo que era la misma situación. Su instinto más salvaje y dominante había cedido tras los golpes, fugándose a través de sus cándidos gemidos obedientes. Perdió, y su sinceridad no encontraba óbice alguno como para no relucir en cada uno de los gestos que siguieron a continuación, permitiendo libremente que su cuerpo demostrase docilidad como respuesta a todo; una docilidad que ya por cansancio a todo ello... no se había molestado en fijarle un punto de término en un 'futuro'.
Una ligera sacudida embargó a sus moteadas orejas al escuchar algo incrédulo que todo aquello se prolongaría aún más, en un dictamen que con un susurro indirecto pasaba a decirle que haría su debut como un real sumiso a juzgar por la manera en que le imponía su entrepierna despierta en el trasero. Caía en la ansiedad una vez más inevitablemente.
Su silencio buscó expandirse un poco más en medio de lo que eran los comentarios ajenos; una decisión propia que sólo logró que los gemidos se le escaparan con mayor sofoco. Un hombre que por primera vez le resultaba escalofriante bajo aquel rostro de muecas ásperas y maliciosas en un detalle que se fortalecía con esa encantadora forma de tocar. Un verdadero peligro; comenzaba a tenerle embelesado a sus jugarretas pese a las contradicciones mentales propias.
Sus brazos se flectaron sobre el sofá y sus caderas retrocedieron a las caricias en su miembro, sus ronroneos se dejaban escuchar agotados, un lejano relajo que fue, sin duda, igual de efímero que todas las anteriores pausas que le había concedido. La separación del cuerpo del cuerpo ajeno del propio trajo nuevamente un silencio que no tardó en perturbarse con un tintineo metálico. Una oreja curiosa se dobló a prestar atención dentro de la quietud de su cuerpo entero, algo bastante inútil para cuando ese cuero negro estuvo frente a sus ojos para brindarle precipitadamente la respuesta. La idea de quitar la cabeza del camino pasó fugazmente por su cabeza, con certeza un idea bastante retardada considerando que ya se encontraba atado como un miserable perro.
Procuró mantener la entereza y neutralidad de su rostro, estaba claro que una nueva discusión acerca de la humillación y, por contra parte, el entusiasmo, tenía lugar en su subconsciente.
Su garganta evocó un seco sonido al tragar para cuando el primer jalón tuvo lugar, siendo ya al segundo para cuando su cuerpo obedeció correctamente para ir a colocarse a su lado. Se mantenía apoyado en sus rodillas y con las manos descansado sobre sus muslos; una posición que claramente no duraría demasiado tras aquella nueva orden. Dio un rápido vistazo al rostro ajeno antes de volver a mirar al suelo, cabeceando un poco frente a la idea antes de inclinarse a apoyar sus palmas sobre el suelo, completando luego su postura al alzar su caderas, dejando esa curvatura como buen felino en su columna.
Fue casi instantáneo el hecho de que, al paso, su cola se alzara con orgullo(pese a que su trasero estuviese encendido por los golpes y expuesto) mientras comenzaba a caminar, creyendo sentir latente ese frío escalofrío recorriéndole el lomo ante la idea de que irían a su habitación. Se le estaban cerrando las oportunidades para cambiar la situación ya de manera definitiva, así como también las ganas de continuar discutiendo por ello todavía, por lo que en silencio le siguió tal cual como le había ordenado, guardando en su mente aquel rostro que le había dedicado a último momento como un escarmiento propio a continuar obedeciendo. Algo de su respeto había logrado ganar en esa primera ronda, estaba claro....
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Darvish Kenji- Pet-Jaguar
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